En la operación Tormenta de Al-Aqsa, el ataque terrorista realizado por Hamás el pasado 7 de octubre, más de 1500 milicianos -previo lanzamiento de 4.000 proyectiles y bombardeo desde drones- atacaron Israel utilizando buldóceres, motocicletas, parapentes y embarcaciones; traspasaron la frontera de Gaza por treinta puntos distintos y, en pocas horas, mataron a más de 1.300 personas y secuestraron a otras ciento cincuenta. El éxito de la operación se debió a fallos en la inteligencia, en la defensa aérea, en los sistemas electrónicos de seguridad de la valla, en la operatividad y en la doctrina militar.
Inteligencia centrada en Cisjordania
Se infravaloró la amenaza de Hamás. La destrucción de su infraestructura en el conflicto de 2021 y el reciente acuerdo con Catar para mantener la calma durante la celebración del Campeonato Mundial de futbol, daba la impresión de que no buscaba una escalada, por lo que la seguridad nacional miró principalmente a Cisjordania; Nides señala que «emitieron 15.000 permisos de trabajo para trabajadores de Gaza que llegaban a Israel cada día, y existía la opinión de que Hamás no arruinaría eso»i.
Israel redujo los efectivos sobre el terreno en pro de sistemas de defensa antimisiles y medios cibernéticos porque consideró que las principales amenazas ̶ la creciente preponderancia de Hamas y Hezbollah y las aspiraciones de Irán de desarrollar un arma nuclear ̶ eran asimétricas. No obstante, antes del ataque se detectó un aumento en la actividad en las redes militantes de Gaza por lo que se alertó a los soldados israelíes que custodiaban la frontera, pero la advertencia no se leyó o no se entendió.
Defensa aérea desbordada
El lanzamiento masivo de proyectiles desbordó la Cúpula de hierro, que ̶ con un costo de casi tres mil millones de dólares ̶ entró en funcionamiento en 2011 para interceptar los cohetes procedentes de Gaza. El sistema había funcionado muy bien -detectando y anulando más del 90 por ciento de los proyectiles- porque se lanzaban relativamente pocos, pero en este último ataque Hamás disparó miles en sólo veinte minutos, lo que saturó la defensa; además, el sistema se diseñó para proteger centros de población y no actúa si detecta que un proyectil va dirigido a un objetivo irrelevante.
Sistema de vigilancia y de mando y control anulados
El sistema de vigilancia fronteriza con Gaza ̶ instalado en 2021 con un costo de 1.100 millones de dólares ̶ lo componen barreras subterráneas y una valla de sesenta y cinco kilómetros de largo y seis metros de altura equipada con cámaras, sensores y ametralladoras que disparan automáticamente. Israel consideró que era inexpugnable por lo que apenas desplegó unidades militares sobre el terreno; sin embargo, los drones de Hamás, al destruir las torres de vigilancia israelíes, no sólo anularon el sistema sino el mando y control de las fuerzas armadas.
Doctrina militar cuestionada
La operación ha cuestionado la cohesión de la sociedad israelí ̶ referente por su conciencia de defensa ̶ y la fiabilidad de su ejército ̶ el más experimentado de Occidente ̶ cuya moral de combate se ha visto afectada por la fobia a las bajas propias y un reclutamiento universal espurio, lo que ha repercutido en una escasa motivación para servir en unidades de combate.
Rechazo a las bajas propias
Las sociedades occidentales educan a sus ciudadanos en el miedo a la agresión con tal insistencia que el rechazo a las propias bajas forma parte de su estructura emocional; la gestión de la guerra ha pasado de la violencia directa del combate a la aparente inocuidad remota.
Se prioriza la vida de los soldados en los conflictos; Lebel señala que «el pánico a las bajas propias es aspecto central en la política militar en las democracias»ii. Israel también ha asumido esta política que ha sido sustancial en sus decisiones; «los Acuerdos de Oslo -dice Inbar- se firmaron porque la sociedad israelí no asumía los sacrificios de la guerra»iii.
Sin embargo, la intolerancia a las bajas propias degrada la eficacia militar, reduce la disuasión y lesiona la moral. La comisión Vinograd, creada por el gobierno para determinar la actuación del ejército en la Segunda Guerra del Líbano, concluyó que «la decisión errónea de evitar las operaciones terrestres por temor a las bajas propias llevó a un fracaso total»iv; en la misma línea, el subcomandante de la Fuerza Aérea israelí en la citada guerra señaló que «el repliegue de la fuerza de las operaciones refleja que fue preferible soportar por la ciudadanía la amenaza de los cohetes que arriesgar la vida de los soldados»v.
Reclutamiento no universal y servicio militar reducido
En Israel el servicio militar es obligatorio pero la tasa de reclutamiento es sólo del 50 por ciento y apenas el 35 por ciento de la población es alistada ̶ el 65 por ciento restante encuentra formas de evitarlo sin consecuencias ̶ por lo que la obligatoriedad es solo formal. Esto es debido a que los ultraortodoxos y los árabes israelíes están exentos de la carga; estos grupos constituyen más del 30 por ciento de la población y ̶ dada su alta tasa de natalidad- se prevé que sean el 60 por ciento en 2050.
En la misma línea, en 2020 se redujo la duración del servicio militar obligatorio, lo que afectó a la capacidad de combate de las fuerzas armadas; Bennett advirtió que «acortar el tiempo de servicio de los soldados era un grave error que dañaría la calidad de la instrucción y, en consecuencia, la capacidad operativa de los soldados israelíes en futuras guerras»vi .
Motivación para el combate
Lo anterior repercute en la disminución de la motivación para servir en unidades de combate. Jager señala que «la disposición de los soldados a servir en primera línea fue del 90 por ciento en 1990, 80 por ciento en 2010 y 67 por ciento en 2018»vii; encuestas recientes señalan que los porcentajes de disposición fueron sólo el 66 por ciento en 2022 viii.
Conclusiones
La sorprendente infiltración en más de veinte ciudades y bases militares israelíes ha sido la peor violación del territorio israelí en cincuenta años y ha destrozado la sensación de seguridad de la nación; durante muchas horas, uno de los mejores ejércitos del mundo libre quedó impotente frente a un enemigo con muchos menos medios, dejando indefensa un área de más de ochenta kilómetros cuadrados.
La sensación de inseguridad tiene su causa raíz en la escasa conciencia de defensa; una vulnerabilidad crítica que sitúa a las sociedades occidentales en un estado de debilidad cognitiva e incapacita a un alto porcentaje de ciudadanos para enfrentarse a un conflicto.
Jesús Alberto García Riesco
Coronel (R) y politólogo
Asociación Española de Militares Escritores