Las armas nucleares y la guerra en Ucrania

Prueba estadounidense de disparo de un proyectil nuclear desde una pieza de artillería (Operación Upshot-Knothole, 1953).

La invasión rusa de Ucrania el 24 de febrero de 2022 no sólo puso fin a un largo periodo de relativa paz y seguridad en Europa, sino que hizo temer una guerra más amplia y destructiva, librada bajo la sombra de las armas nucleares. Para que Estados Unidos y la OTAN puedan gestionar con éxito esta crisis, y sus consecuencias, es necesario conocer la importancia de las armas nucleares en ella.

Implicaciones nucleares para Estados Unidos

La invasión rusa de Ucrania plantea tres retos a Estados Unidos en su intento de evitar la proliferación nuclear y disuadir los conflictos nucleares.

En primer lugar, la invasión rusa de Ucrania ofrece un ejemplo de «la historia contraataca». Si los lectores recuerdan, el Memorando de Budapest (1994) exigía a Ucrania que entregara a Rusia su gran número de armas nucleares. A cambio, Estados Unidos, Rusia y el Reino Unido acordaron mantener la soberanía de Ucrania sobre la base de sus fronteras actuales. Rusia violó este acuerdo en 2014 cuando se anexionó Crimea y desestabilizó el este de Ucrania en el Donbás. Ahora Rusia pretende borrar la soberanía ucraniana, lo que supone una flagrante violación del Memorando de Budapest.

Las violaciones por parte de Rusia de sus compromisos previos con la soberanía ucraniana envían un mensaje atroz sobre la proliferación nuclear. Ucrania renunció a sus armas nucleares y ahora está sufriendo un desmembramiento potencialmente fatal. Si Ucrania hubiera conservado su arsenal nuclear, aunque fuera en un estado mínimamente viable y listo para funcionar, es posible que Rusia nunca hubiera invadido y tomado Crimea ni hubiera invadido la región de Donbás, en el este de Ucrania. Si la historia sirve de ejemplo, la mera existencia de una Ucrania con armas nucleares podría haber disuadido la agresión rusa.

La situación actual de Ucrania no hace más que subrayar la lección aprendida durante la Guerra Global contra el Terrorismo de Estados Unidos: los enemigos de Estados Unidos con armas nucleares (Corea del Norte) no son invadidos, mientras que los que no tienen armas nucleares sí lo son (Irak). Si la psicología humana se mantiene, esto disminuye la probabilidad de que cualquier estado con armas nucleares actual o futuro renuncie a su arsenal nuclear o incluso acepte reducciones significativas en su inventario de armas nucleares. De hecho, no debería sorprender que el número de estados con armas nucleares aumente en un futuro próximo (Irán y Taiwán).

En segundo lugar, la invasión rusa de Ucrania supone un reto para el control de la escalada. Si los combates entre las fuerzas rusas y ucranianas se extienden a un Estado miembro de la OTAN, una respuesta por parte de la OTAN o de Rusia podría intensificar el conflicto más allá de su alcance original. Los ataques rusos contra las fuerzas de la OTAN podrían provocar una reacción en cadena de escalada acumulada y una decisión de primer uso nuclear. Una derrota rusa que se atribuya a la ayuda militar occidental, poniendo en peligro a Putin, y potencialmente al régimen, también podría tener un efecto similar.

Es importante tener en cuenta que Putin sabe que es muy poco probable que sobreviva, literalmente, a una derrota en Ucrania. Por lo tanto, lo que está en juego no podría ser mayor para el Presidente de Rusia y su régimen. Como sugiere la Propspect Theory, la base de la economía del comportamiento, cuando a un individuo se le garantiza una pérdida, es más probable que redoble la apuesta y asuma un riesgo aún mayor para recuperar lo perdido.

Esta visión del comportamiento humano indica que Vladimir Putin puede doblar la apuesta para evitar perder en Ucrania y emplear las armas nucleares para recuperar la ventaja. En ese caso, vale la pena correr el riesgo de una escalada mayor, porque la otra opción conduce a su propia desaparición. Es posible, sin embargo, que los líderes militares rusos rechacen tal orden porque operan bajo un cálculo de riesgo muy diferente al de Putin.

Recientemente, el presidente Putin puso las fuerzas nucleares rusas en un nivel de preparación superior. Esta acción fue tanto un esfuerzo para disuadir a Occidente de ayudar a Ucrania como una amenaza real de emplearlas en caso de que su régimen se vea amenazado.

Lo que hace tan difícil anticipar y comprender el comportamiento de Putin es que durante la Guerra Fría los expertos trataron de abordar el problema de limitar o terminar una guerra nuclear, pero en repetidas ocasiones comprobaron que  eran insatisfactorios y poco fiables. Una de las razones fue la diferente visión de la disuasión nuclear y la resolución de conflictos que tenían los estrategas de la OTAN y de Rusia. Los estudios de la OTAN a menudo «reflejaban» a los planificadores y comandantes soviéticos como si fueran iguales a sus homólogos occidentales. Hoy en día no somos mejores para predecir el comportamiento ruso que durante la guerra fría.

En tercer lugar, la ventaja de Rusia en cuanto a las armas nucleares tácticas de bajo rendimiento significa que Rusia puede recurrir a una o a un pequeño número de armas nucleares en Ucrania y alcanzar un nivel de escalada que haga que la OTAN y Estados Unidos se aparten del apoyo a Ucrania para evitar una mayor escalada nuclear. Dado que la OTAN mantiene un pequeño número de bombas de gravedad B-61 lanzadas desde aviones de combate en bajos niveles de preparación operativa, Vladimir Putin ve un filón en el uso de armas nucleares tácticas de bajo rendimiento que puede explotar.

Recomendaciones

Como hemos escrito en otras ocasiones, la debilidad es una provocación y es especialmente peligrosa cuando tu adversario es autoritario en una cultura que valora las demostraciones de fuerza. Esta verdad resulta ahora más evidente que nunca.

En primer lugar, es hora de que la OTAN declare a Rusia como su adversario. Es imposible planificar eficazmente la disuasión o la derrota de Rusia sin una política clara de este tipo. Dejar claro al Presidente Putin que la Alianza se toma en serio la amenaza rusa.

En segundo lugar, poner inmediatamente en alerta de 24 horas a las Aeronaves de Doble Capacidad (DCA) e invertir el tiempo y el dinero necesarios para garantizar que los aviones de combate armados con B61 de la alianza mantengan unos índices de preparación que les permitan llevar a cabo la misión nuclear táctica en un momento dado. Esto también requerirá que Estados Unidos y la OTAN proporcionen el necesario Apoyo Convencional a las Operaciones Nucleares (CSNO) y el Apoyo de Reconocimiento a las Operaciones Nucleares (RSNO) para volar en estas misiones.

En tercer lugar, ya es hora de que Estados Unidos vuelva a desplegar en Europa no sólo bombarderos con capacidad nuclear, sino bombarderos armados con misiles nucleares de crucero lanzados desde el aire de potencia variable. Es imperativo que Estados Unidos cierre la brecha de su capacidad nuclear en Europa. El despliegue de armas nucleares en Europa establece las condiciones para mantener el conflicto dentro de ella. Asegurarse de que Putin comprenda que Estados Unidos y la OTAN estarán a la altura de sus capacidades es el primer paso para disuadirle del empleo de armas nucleares de bajo rendimiento en el campo de batalla ucraniano.

Por último, siguiendo la Prospect Theory, Estados Unidos debe crear una oportunidad para que el presidente Putin salga de Ucrania con la percepción de una victoria, lo cual es importante para su audiencia interna y su propia supervivencia. Acceder a la soberanía rusa sobre Crimea, apoyar la sesión del Donbass, la eliminación de todas las sanciones y las garantías de seguridad son todas las opciones que pueden, cuando se combinan en el paquete correcto, trabajar para persuadir a Putin de que puede reclamar la victoria.

No es una tarea fácil, pero quizá sea nuestra única opción para evitar el uso de armas nucleares. También cabe señalar que Estados Unidos no puede llegar a esa situación desde una posición de debilidad.

Es cierto que Estados Unidos no tiene un paralelismo fácil con la actual guerra en Ucrania. Lo que es seguro es que dirigir con miedo no es en absoluto una receta para el éxito.

Fte. RealClear Defense (Stephen J. Cimbala & Adam B. LowtherMarch)

Stephen J. Cimbala es profesor de Ciencias Políticas en la Penn State University – Brandywine y Adam Lowther es el antiguo director de la US Air Force’s School of Advanced Nuclear Deterrence Studies. Han escrito más de treinta libros y cientos de artículos sobre cuestiones nucleares.