La Historia de dos Economías: Navegar por la paradoja del crecimiento en China

Las impresionantes cifras de crecimiento de China ocultan disparidades subyacentes y malestar social.

China presenta un caso convincente de la paradoja del crecimiento, en la que sólidos indicadores económicos ocultan disparidades subyacentes y los sentimientos de la sociedad. La dicotomía entre las impresionantes cifras económicas de China y las realidades vividas por sus empresas y su población indica cómo coexisten estas contradicciones. Comprender estas divisiones y buscar soluciones para superarlas puede tener un impacto significativo en la trayectoria económica de la nación y en su posición global.

Una paradoja de crecimiento

El 17 de enero, la Oficina Nacional de Estadística anunció que el crecimiento del PIB de China para 2023 alcanzaba el 5,2%, una tasa de crecimiento muy encomiable y que ocupa un lugar destacado en la escena mundial. Esta cifra sugeriría que la economía china ha logrado un crecimiento estable y rápido, una vez más.

Sin embargo, la realidad muestra claros signos de tensión: Los consumidores están ahorrando sus menguantes ingresos disponibles en lugar de gastarlos, y las empresas están suspendiendo sus inversiones por miedo a la disminución de la rentabilidad y del valor de la empresa.

En 2023, el valor total de mercado de las acciones A en China se redujo en aproximadamente 8,5 billones de yuanes, una cantidad equivalente al coste total de la Belt and Road Iniciative a lo largo de su vida (estimado entre 1,2-1,3 billones de dólares, o unos 8-9 billones de yuanes). Este descenso se produjo en un contexto de crecimiento de los mercados de capitales en Estados Unidos, varios países europeos e India. Sólo en la primera semana bursátil de 2024, se perdieron otros 7 billones de yuanes. Los mercados bursátiles reflejan los sentimientos colectivos de los inversores, indicando actualmente pérdida de confianza en las perspectivas de crecimiento de China.

Las personas con las que hablé durante mi reciente viaje a China compartían estos sentimientos: Los ricos tienen poca confianza en aumentar o incluso mantener su riqueza; los pobres tienen pocas esperanzas de ascender. Dos frases, «involución» (内卷) y » estancamiento» (躺平) encapsulan lo ocurrido el año pasado. Involución es un término sociológico que describe un estado de competencia excesiva e ineficaz, que conduce a un juego de suma cero en el que se redistribuyen los recursos, pero se crea un valor genuino mínimo. Estancamiento, un término de la jerga de Internet, caracteriza la actitud de quienes optan por no participar en esta competencia incesante, eligiendo en su lugar aceptar sus circunstancias y dejar su destino al tiempo.

En términos socioeconómicos, la «paradoja del crecimiento» describe un fenómeno en el que existe una incoherencia entre los datos estadísticos del crecimiento y el bienestar económico real de la población en general. Esta disparidad implica cuestiones estructurales complejas que requieren ajustes políticos globales y estrategias de desarrollo socioeconómico para su resolución.

Beneficios desiguales del crecimiento económico

La paradoja del crecimiento se debe principalmente a la distribución desigual de los beneficios del crecimiento. Las grandes empresas y la élite urbana acumulan riqueza de forma desproporcionada, beneficiándose del crecimiento económico del país. Su éxito eclipsa el crecimiento más lento y las oportunidades limitadas de las empresas privadas, en particular las pequeñas y medianas empresas (PYME), y de los residentes rurales.

A pesar de que las PYME de China representan el 99,8% de todas las entidades empresariales y emplean a casi el 80% de la mano de obra, se enfrentan a una fase de contracción marcada por un acceso limitado al capital, complejos obstáculos normativos y competencia excesiva en un mercado en contracción. Los datos del Purcchasing Managers’ Index (PMI) de octubre de 2023 pusieron de manifiesto esta división: las grandes empresas registraron un PMI del 50,3%, las empresas estatales del 50,0% y las grandes empresas privadas del 50,7%, todos ellos indicadores de expansión. Por el contrario, las medianas empresas experimentaron un PMI del 48,6%, y las pequeñas empresas se situaron en el 47,5%, ambas en la zona de contracción.

Este patrón refleja diferencias más amplias en la producción industrial de China. Las empresas controladas por el Estado experimentaron un crecimiento del 7% en 2023, frente al modesto 5% de las empresas privadas, la mayoría de las cuales son PYME. Dado el gran número de empleados en el sector de las PYME, más personas sintieron la tensión de una recesión económica.

Exceso de capacidad frente a falta de capacidad

Como fábrica del mundo, la capacidad de producción de China se adaptó para abastecer al mercado mundial durante la edad de oro de la globalización, de 1999 a 2018. Sin embargo, desde el inicio de la guerra comercial con Estados Unidos, el intento de reducir la dependencia de las cadenas de suministro chinas la ha afectado especialmente.

Las PYMEs, columna vertebral del sector manufacturero chino orientado a la exportación, se enfrentan a graves problemas de rentabilidad, y muchas están al borde de la quiebra. La fuerte reducción de las ventas de una empresa orientada a la exportación puede afectar significativamente no sólo a su propia rentabilidad, valoración y cotización bursátil, sino también a la salud financiera de muchas PYMEs de toda la cadena de suministro. Esta situación ha creado un círculo vicioso en el que la reducción de los beneficios dificulta la inversión en I+D, el crecimiento de la producción y la creación de empleo, mientras que la intensificación de la competencia de precios de una rivalidad involucionista disminuye aún más los beneficios y, en algunos casos, conduce al cierre de empresas. Este ciclo que se refuerza a sí mismo subraya las dificultades de operar en una economía que se enfrenta a una demanda decreciente, lo que provoca grave exceso de capacidad y desempleo.

Por otra parte, los rápidos avances de China en el sector manufacturero han provocado un dilema en la geopolítica. El país ha ascendido en la cadena de valor mundial, modernizando su sector industrial. Este ascenso ha ido acompañado de una recalibración asertiva de su posición internacional, con el objetivo de reflejar su floreciente peso económico, especialmente en las negociaciones con Estados Unidos. Sin embargo, esta trayectoria ascendente se ve atenuada por la vulnerabilidad debida a su dependencia de tecnologías importadas y del acceso a un mercado mundial abierto para su capacidad de producción. Esto hace que China sea susceptible a las sanciones estadounidenses sobre tecnologías avanzadas y a los desplazamientos de las cadenas de suministro desde China hacia los socios nearshoring y friend-shoring de Estados Unidos.

El sector de los semiconductores ilustra claramente este punto. China se enfrenta a importantes «puntos de estrangulamiento» impuestos por Estados Unidos y sus aliados en la fabricación de chips, lo que provoca escasez de chips de gama alta, especialmente de IA. Al mismo tiempo, las considerables inversiones de China en la fabricación de chips de nodos maduros corren el riesgo de crear competencia interna y exceso de capacidad, lo que podría dar lugar a restricciones comerciales antidumping por parte de otros países.

Desafíos internos frente a desafíos geopolíticos

La desconexión entre el crecimiento económico, tal como sugieren los datos estadísticos, y los sentimientos colectivos surge de un desajuste entre las tendencias macroeconómicas y las actividades microeconómicas dentro de China. Las políticas gubernamentales podrían centrarse más en las mejoras estructurales y de calidad a largo plazo de la economía que en el crecimiento del empleo y los ingresos a corto plazo, lo que puede no ser inmediatamente comprendido o aceptado por el público. El crecimiento del PIB impulsado por las políticas de grandes proyectos o inversiones en determinadas áreas o industrias puede no traducirse directamente en oportunidades de empleo o aumentos de ingresos para el ciudadano medio.

Por un lado, sectores como las energías renovables, los vehículos eléctricos y la fabricación de alta tecnología, considerados los tres nuevos motores del PIB chino, siguen ofreciendo prometedoras vías de crecimiento. Por otro lado, las empresas se enfrentan a importantes retos debido a la imprevisibilidad de las políticas, la contracción de los mercados de exportación, la reducción del gasto público y la cautela en el consumo de los consumidores locales. Estos retos se propagan en cascada por la cadena de valor económico.

La quiebra de varias empresas inmobiliarias de alto perfil el año pasado ha desencadenado un efecto dominó en todas las cadenas de suministro, lo que ha provocado un descenso de la producción en industrias ascendentes como la siderurgia, el cemento y la construcción, además de afectar a sectores descendentes como el de la decoración y el mueble. Puede sobrevenir un temor a la inestabilidad económica generalizada y a la pérdida de confianza de los inversores. A nivel social, los sentimientos colectivos incluyen la disminución de las expectativas de ingresos futuros; el aumento del desempleo, especialmente entre los jóvenes; la creciente desigualdad de ingresos debido a la concentración de la riqueza en determinadas industrias y regiones; y el aumento de los costes (visibles e invisibles) en educación, sanidad y atención a la tercera edad.

Globalmente, China se enfrenta a un panorama geopolítico cada vez más hostil, en el que, como muestra el sector de los semiconductores, las presiones geopolíticas provocan la escasez crítica de tecnología y empujan a China a desarrollar un ecosistema autosuficiente para mitigar la influencia extranjera y asegurar su futuro económico.

La relación entre China y Estados Unidos está en el centro de la complejidad geopolítica de China. A lo largo de casi medio siglo, la relación entre ellos ha evolucionado desde el compromiso diplomático a la profunda cooperación económica, y ahora a un estado de competencia estratégica. Desde el establecimiento de relaciones diplomáticas, el comercio entre ambos países se ha multiplicado por más de 200 en 45 años, la inversión bilateral supera los 260.000 millones de dólares y más de 70.000 empresas estadounidenses invierten y operan en China.

Recientemente, la relación económica entre ambos países ha pasado a una nueva era de rivalidad tecnológica, marcada por la competencia estratégica por el control de las cadenas mundiales de suministro de tecnologías y minerales críticos. Esta rivalidad puede conducir potencialmente a la desvinculación tecnológica. Estos acontecimientos han afectado profundamente a la economía china, y las PYMEs orientadas a la exportación se han visto especialmente afectadas debido a la reorganización de las cadenas de suministro mundiales dirigida por Estados Unidos.

¿Una China más retraída?

Ante tales retos, China está pivotando hacia una estrategia replegada sobre sí misma. Está cultivando un ecosistema autosuficiente centrado en reforzar su gran mercado nacional y su circulación interna, con el objetivo de ser menos susceptible a las influencias extranjeras.

China se aisló tres años durante la pandemia de COVID-19. En la era postpandémica, ha abierto cautelosamente sus fronteras. Sin embargo, al pasear por sus bulliciosas calles, incluso en grandes ciudades como Pekín y Shenzhen, se nota una curiosa ausencia: son notablemente escasos los rostros extranjeros.

En 2023, China registró su primera inversión extranjera directa (IED) negativa desde 1998. La IED entrante ha desempeñado un papel importante en el crecimiento económico, el empleo, la productividad y la innovación tecnológica de China. Sin embargo, las empresas extranjeras y sus empleados extranjeros se están marchando precipitadamente de China o todavía no han regresado tras la pandemia.

La avanzada infraestructura digital de China se ha convertido en una barrera virtual para los extranjeros. Los ciudadanos chinos han abrazado la tecnología con ferviente celo. China ha dado el salto a una sociedad sin dinero en efectivo en la que los códigos QR sirven como varita mágica del comercio: permiten adquirir fácilmente bienes y servicios, incluidos los públicos como hospitales, escuelas y aduanas en las fronteras, con un simple escaneo. Sin embargo, para los forasteros, especialmente los que carecen de permiso de residencia en China, necesario para que los extranjeros puedan abrir una cuenta bancaria y, por tanto, establecer un código QR para pagos móviles, la vida en China puede resultar desorientadora.

Más allá de esta barrera virtual, la brecha digital es quizá la más llamativa para los visitantes extranjeros. El Gran Cortafuegos, ahora potenciado por la IA, se cierne sobre nosotros segregando el mundo en línea. Los esfuerzos por superar esta barrera digital, incluso mediante VPN, son a menudo inútiles.

El camino a seguir

La realidad económica de China, a través de la lente de la paradoja del crecimiento, revela las disparidades entre las cifras económicas y los sentimientos de la población y las empresas. Estas disparidades subrayan la necesidad de estrategias de crecimiento más integradoras. Mientras China navega por las agitadas aguas de los desafíos internos y la incertidumbre geopolítica, la verdadera medida de su éxito económico será lo bien que salve estas diferencias, garantizando que los frutos del crecimiento se distribuyan más equitativamente entre todos los estratos de la sociedad.

El camino a seguir exige un enfoque equilibrado que armonice el desarrollo dirigido por el Estado con el espíritu empresarial impulsado por el mercado, fomentando un entorno en el que las empresas extranjeras y privadas y los empresarios recuperen la confianza para invertir en el futuro y hacer crecer su riqueza mediante la innovación y el trabajo duro. Para recuperar la confianza, no sólo necesitan oportunidades de crecimiento, sino también políticas estables y predecibles, así como un mercado mundial más amistoso y abierto.

Concretamente, cambiar el enfoque de priorizar la inversión en infraestructuras a aumentar la inversión en áreas que contribuyan a la seguridad social, la sanidad y la educación fomentará la confianza de los ciudadanos medios en su futuro. Este enfoque puede impulsar el consumo interno.

Ampliar la apertura de alto nivel a la comunidad internacional y crear continuamente un entorno empresarial orientado al mercado, basado en la ley e internacionalizado son cruciales para lograr este objetivo. Eliminar eficazmente las barreras para los extranjeros que vienen a China por negocios, estudios o turismo, y mejorar la comodidad de vivir, viajar y trabajar en China son los primeros pasos esenciales.

Fte. The Diplomat (Marina Yue Zhang)

La Dra. Marina Yue Zhang es profesora asociada del Australia-China Relations Institute de la University of Technology Sydney (UTS: ACRI). Es licenciada en Ciencias Biológicas por la Peking University de China, y tiene un MBA y un doctorado en Estudios de la Innovación por la Australian National University. Zhang es autora de tres libros, entre ellos «Demystifying China’s Innovation Machine: Chaotic Order», en coautoría con Mark Dodgson y David Gann (Oxford University Press, 2022).