La Armada y el COVID-19

Foto: Antonio Vázquez

Desde la más remota antigüedad, la Armada ha debido luchar contra cualquier tipo de epidemias debido a su carácter expedicionario y al peligro siempre latente de que un miembro de la dotación del buque pudiera contraer en cualquier puerto extranjero enfermedades infecciosas del tipo malaria, fiebre amarilla, tifoideas etc., con el peligro de contagio para el resto de miembros de la dotación, obligada a convivir en espacios confinados donde lo limitado de los alojamientos hace imposible el distanciamiento físico de las personas.

Por ello cuando se regresaba a España después de una misión de algún lugar en el que se hubiese desatado una epidemia del tipo que fuese, no se dejaba desembarcar a la dotación, y la nave debía permanecer 40 días fondeada frente al puerto de destino, de ahí el conocido término de cuarentena, período en el que los galenos de la época consideraban que la dotación ya estaba libre de contagios, existiendo en el Código Internacional de Señales una bandera cuadra de color amarillo (Quebec), que indicaba que el buque se encontraba “sano”. A veces esas cuarentenas se pasaban en lugares aislados, como el lazareto de la Ría de Mahón o en la isla de San Simón en la Ría de Vigo, donde las condiciones eran algo mejores que a bordo. Recordemos también la isla de Ellis en las proximidades de Nueva York en donde desembarcaron millones de personas a comienzos del siglo pasado, procedentes principalmente de Europa, y que debían someterse a un concienzudo reconocimiento médico del que podía derivarse una cuarentena, antes de entrar en el continente americano.

Los prolegómenos de la pandemia

En octubre de 2019, un científico chino, Li Wenliang, descubrió un nuevo virus totalmente desconocido al que catalogó como de muy peligroso, este descubrimiento y su clasificación no gustaron a las autoridades locales amenazaron al científico. Los primeros contagiados fueron cuatro individuos con neumonía que ingresaron en un hospital de Wuhan el 29 de diciembre. Un mes más tarde, en enero de 2020, la provincia de Wuhan ya tenía centenares de muertos, entre ellos el propio descubridor del virus, y las naciones de su entorno como Taiwán, Corea del Sur, Singapur etc. prohibían la entrada de ciudadanos chinos y establecía severas medidas de contención de la epidemia. El 12 de enero la OMS bautizaba al genoma secuenciado del virus causante de la enfermedad como 2019-nCOV ó 2019 novel coronavirus, que el 11 de febrero pasaría a su denominación definitiva de COVID-19 del inglés COronaVIrus Disease 2019. La rápida expansión de la enfermedad hizo que ese mismo mes ya hubiese contagios en Japón y Tailandia con casos en otros trece países. En marzo, el contagio alcanzaba a 100 naciones y a más de 500.000 personas contagiadas. España naturalmente no iba a ser una excepción, y así el primer caso se conoció el 31 de enero, un paciente alemán ingresado en La Gomera y nueve días más tarde hubo otro contagio en la isla de la Palma, para finalmente saltar a la Península el 24 de febrero. Una serie de mensajes oficiales tranquilizadores y totalmente erróneos les quitaron importancia a estos casos, tildando a esta pandemia como de una gripe estacional y dando por hecho que en España iba a haber unos pocos casos nada más. Un alto mando de la Policía Nacional, Jefe del Servicio de Prevención de Riesgos, que pidió el 31 de enero apoyo de material para proteger a los efectivos policiales que deben patrullar las calles, es fulminantemente cesado. El mensaje oficial era que aquí no pasa nada.

Después de más de 70 manifestaciones realizadas el 8M, amén de partidos de fútbol multitudinarios, encuentros internacionales deportivos, viajes de la colonia china a su país de origen por el Año Nuevo chino etc. y todo ello sin control, hace que el 23 de marzo existan en España 14.000 casos de contagio, de ellos 5.000 en la Comunidad de Madrid, después de que el 14 de marzo se declarase el estado de alarma con el confinamiento de toda la población. Paralelamente el Estado Mayor de la Armada, organiza tres equipos de coordinación con un oficial general al frente, con turnos de trabajo de 3 días por cada equipo de coordinación intercalados con dos equipos del Órgano Auxiliar de Jefatura, además de una Comisión Central de seguimiento de la crisis sanitaria. El Almirante Jefe del Estado Mayor de la Armada, recibiría diariamente un parte de la situación en todas las dependencias de la Armada en Ferrol, Cádiz, Cartagena, Baleares, Canarias y Madrid, además de todas las incidencias en los buques de la Flota e Infantería de Marina.

El estado de alarma

Si bien la entrada en vigor del estado de alarma promulgado desde el 14 de marzo hasta el 21 de junio, obligaba en su primer mes a un confinamiento que implicaba la práctica suspensión de las actividades fuera de casa de la mayoría de la población, la Armada por su misión no podía permanecer de brazos cruzados y dejar a un lado sus cometidos, muchos de ellos fuera de España navegando o en misiones internacionales en tierra como en el caso de la Infantería de Marina, si bien es cierto que algunas misiones debieron acortarse como el XCII Crucero de Instrucción del buque escuela Juan Sebastián de Elcano, iniciado el 3 de noviembre de 2019 y que debía finalizar el 18 abril de 2020, hubo de interrumpirse ante la imposibilidad de realizar la escala en Miami entre el 15 y el 20 de marzo, pues aunque pudo atracar en ese puerto su dotación no fue autorizada a desembarcar.

El 16 de abril el buque escuela atracaba directamente en el Arsenal de la Carraca, en el acto de llagada más triste de su historia, sin público ni familiares esperando en el muelle a sus seres queridos, con tan sólo el contralmirante, 2º Jefe del Arsenal de la Carraca, presente el muelle. Eso si en la dotación no hubo ni un sólo contagio en los cinco meses que estuvo navegando, algo inusual pues poniendo por ejemplo al Marina de EEUU, el portaviones Theodore Roosevelt después de atracar el 5 de marzo en el puerto vietnamita de Da Nang, para una estancia de 5 días, tan sólo el 24 de ese mismo mes ya tenía tres marineros enfermos, cifra que subió a 100 una semana más tarde y que provocó que su comandante enviase una petición de auxilio a las autoridades a través del periódico San Francisco Chronicle, carta que provocó su cese fulminante y la entrada del buque en Guam, antigua colonia española, donde el 50% de la dotación fue desembarcada, sufriendo un millar de contagios, el 20% de su dotación y un fallecido.

Un caso similar al del J.S. de Elcano ha sido el del Hespérides, que tras salir de Cartagena el 13 de noviembre de 2019 para realizar su Campaña Antártica, ante la imposibilidad de entrar en el puerto argentino de Ushuaia por la cuarentena, para desembarcar a los 37 científicos que llevaba, y sufrir igual circunstancia en Santos de Brasil, finalmente pudo dejarlos en Montevideo para iniciar el viaje de retorno a su base en el Arsenal de Cartagena, tras 42 días de navegación ininterrumpidos sin ningún contagiado abordo y con la satisfacción de haber realizado 9 de los 10 proyectos científicos programados. Un caso totalmente distinto ha sido el de los efectivos de la Infantería de Marina, integrada en la Operación Balmis, que ha debido exponerse al contacto con residencias y centros contaminados para realizar las tareas de desinfección, así como patrullar las calles de Ferrol, San Fernando y Cartagena entre otras localidades, debidamente protegidos con los EPI.

La actividad del resto de los buques de la Armada se hizo con las máximas garantías pues las dotaciones debieron pasar los test PCR antes de embarcar y quizás la única y principal restricción fue la ausencia de escalas en puertos fuera de sus bases para evitar los contagios. Quizás el hecho más significativo fue el contagio de un miembro del Estado Mayor que debía incorporarse a la Operación Atalanta en Djibuti para embarcar en la fragata Numancia atracada en este puerto africano. Los 22 componentes de este Estado Mayor fueron repatriados a España en un avión medicalizado del Ejército del Aire y puestos en cuarentena al llegar. Una prueba de que la actividad de la Armada no ha decaído durante el Estado de Alarma, es que cuando se redactan estas líneas en la mar hay 19 buques y 3.396 personas navegando o destacadas en operaciones en el extranjero como la FIMAR en Mali.

Conclusiones

La Armada una vez más ha sabido adaptarse a las circunstancias adversa, sin pérdida de efectividad y en un momento de crisis mundial, baste de decir que en este triste momento en que los muertos en España se cuentan por decenas de miles, de unos efectivos navales que sobrepasan la cifra de 20.000 personas, tan sólo hay que lamentar unos 90 contagios, la mayoría de ellos en Madrid, si bien es cierto que el despliegue de la Armada corresponde a zonas con bajos índices de contagio como son Galicia, Andalucía, Murcia, Canarias y Baleares, aunque no hay que quitarle mérito a las medidas del plan de contingencia ad hoc del EMA, teletrabajo, test, logística eficaz de material y EPIs etc. que se implantaron desde el minuto uno con el resultado descrito en estas líneas.

Almirante José María Treviño (r)
Asociación Española de Militares Escritores

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