La Guerra de Margallo
La Primera Guerra del Rif, también llamada Guerra de Margallo[1], fue una campaña de las guerras que mantuvo España en el norte de África, concretamente en las proximidades de Melilla, que comenzó el 3 de octubre del 1.893 y acabó en abril del año siguiente. La lucha no fue contra el Sultanato de Marruecos, como había sucedido hacía 34 años, en la llamada Guerra de África de 1859-1860, sino contra las cabilas que rodeaban Melilla. El nombre de Guerra de Margallo viene del apellido del entonces Gobernador de Melilla, General del Ejército D. Juan García y Margallo, quién, en una orden dada de comenzar la construcción de una fortificación próxima a la tumba de una persona santa para las tribus que habitaban la zona, provocó que un muy numeroso grupo de guerreros del Rif descendiera de las montañas para rodear y sitiar Melilla.
El crecimiento de Melilla
La población civil de Melilla, que en 1.844 apenas superaba las 200 personas y vivía concentrada en una superficie muy pequeña de extensión, vio la posibilidad de ensanchar sus terrenos como consecuencia del Tratado de Tetuán de octubre del 1.860 entre el Gobierno español y el Sultán de Marruecos. En dicho Tratado se acordó que los límites de Melilla se definirían tomando como base el alcance de un cañón de a 24, disparando con carga máxima y con el mayor ángulo de elevación que permitiera el montaje. Los rifeños, que tenían sus casas y huertas en aquella zona que iba a pasar a soberanía española, se negaron a obedecer las órdenes del Sultán de abandonarla… El 15 de junio de 1.862, desde el fuerte de Victoria Chica, un cañón…. hizo dos disparos, que alcanzaron unos 2.900 metros del punto de origen de la bala… Esa distancia se tomó como radio medio de un semicírculo aproximado que definió un total de 12’3 kilómetros cuadrados como superficie de soberanía española, con dos entrantes, uno por la existencia de una mezquita y el otro por el de un cementerio en el que estaba enterrado un santón local, que quedaban en territorio marroquí… Esto sucedió en 1.862, pero iban a transcurrir muchos años antes de hacer realidad el dominio de aquellas tierras, y mientras tanto los rifeños continuaron viviendo en aquel terreno y cultivando los que fueron sus campos, pastoreando sus ganados y atacando con enorme frecuencia a personas, civiles y militares que intentaban cazar, pescar o pasear dentro de lo que ya eran nuestros límites… El dominio se iba a empezar a hacer realidad cuando, tras el desvío del Río de Oro, se comenzaron a construir fuertes; los melillenses, bajo su amparo, se atrevieron a asentarse en el campo exterior… A partir de 1.881 se comenzó a plasmar el plan del ingeniero militar Francisco Roldán, consistente en la construcción de unas torres avanzadas, cerca de los límites de la frontera, que formarían un cinturón defensivo exterior. Se construyeron los fuertes de San Lorenzo, Camellos, Cabrerizas Bajas, todos de forma circular, y a finales de la década, Rostrogordo y Cabrerizas Altas, de forma pentagonal… A pesar de ello, las provocaciones fronterizas seguían siendo constantes… Pero la población había ido aumentando año tras año y en 1.891 ya eran casi 2.000 los melillenses, muchos de los cuales vivían fuera de la Melilla la Vieja…
La guarnición de Melilla se reducía al Regimiento de África y al Batallón Disciplinario, con anticuadas piezas de artillería, una sección de la Guardia Civil y la Compañía de Mar.
Comienza la guerra
Los rumores de la inmediata construcción del fuerte Sidi Guariach soliviantaron a los fronterizos, pues se encontraba muy cerca de un morabito y un cementerio musulmanes. El Bajá marroquí de la zona se entrevistó con el Comandante General de Melilla, el general D. Juan García Margallo, abogando por la no construcción de dicho fuerte, pero el General respondió, dando largas, que informaría a Madrid de esta solicitud.
El 28 de septiembre comenzaban las obras, pero al retirarse a la Plaza, lo poco levantado fue destruido por los moros. Lo mismo ocurrió al día siguiente, por lo que Margallo decidió enviar una Fuerza para proteger a los trabajadores y evitar la destrucción de lo construido… Al amanecer del día 2 de octubre, unos 1.000 moros hicieron fuego contra los obreros y soldados… El General, al frente de unos 500 hombres que casi constituían la Fuerza de Melilla, se dirigió al fuerte Camellos para proteger la retirada de los civiles y militares del casi incipiente fuerte Sidi Guariach. Por la tarde, y tras unas horas de intenso fuego, éstos alcanzaban Camellos, aunque sufriendo la pérdida de varios hombres y algunos heridos, que quedaron en poder de los moros y sufrieron mutilaciones y una cruel muerte… Margallo puso inmediatamente en conocimiento del Gobierno los hechos y solicitó el envío urgente de refuerzos.
A lo largo de las siguientes semanas se fue produciendo un lento refuerzo de las Unidades de la guarnición,… pues Margallo había aconsejado al Gobierno que éstos no fueran muy numerosos ni su llegada demasiado rápida, pues preveía el colapso en el reducido espacio disponible para acantonamientos. Con la llegada de las Unidades el día 8, al frente de las cuales venía el General Ortega, se habían sobrepasado ya las posibilidades de espacio y material.
El Conde de Venadito y otros en Melilla
La Escuadra de instrucción, cuyo Comandante General era el contralmirante D. Zoilo Sánchez Ocaña y Vieitez[2], estaba fondeada el 16 de agosto en Santa Pola; a los pocos días se incorporó el crucero Conde de Venadito, al mando del capitán de fragata D. Emilio Díaz Moreu. Ante la gravedad de la situación en Melilla, el buque fue destacado a la costa del norte de África, fondeando en Melilla el 12 de octubre, y al día siguiente los cruceros Isla de Cuba y Marqués de la Ensenada. Posteriormente fondeó el Isla de Luzón.
Seguían las provocaciones; los rifeños cavaron trincheras muy dentro del territorio español, y el crucero Conde de Venadito[3], enviado por el Gobierno en apoyo de las Fuerzas del Ejército, hizo fuego el 21 de octubre con sus cañones sobre los cabileños, que se habían acercado peligrosamente a la Plaza.
Muere Margallo
… Las semanas pasaron en medio de una tensa calma… El 27 de octubre, Margallo encabezó una pequeña columna… apoyada por los disparos del crucero, … para dar protección a ingenieros y obreros que trataban de mejorar las condiciones defensivas del fuerte Camellos. Apenas cruzado el cauce del Río de Oro, … detectaron que en las estribaciones del Gurugú, numerosos grupos de rifeños, a pie y a caballo, parecían mostrar intenciones hostiles… El General comprendió el peligro que corrían sus menguadas Fuerzas… al mediodía se inició el ataque por parte de los rifeños… Al avanzar la tarde, Margallo dio la orden de regreso a la Plaza, lo que se empezó a efectuar con orden en la zona de Camellos, pero no así en la del norte… El General Ortega salió con su Estado Mayor en ayuda… .y entró en el fuerte de Cabrerizas Altas.
Por el sur, los fronterizos avanzaron hasta bien dentro de territorio español, pero de nuevo el Conde de Venadito los batió con el fuego de sus piezas.
Y llegó la noche del 27 de octubre. Una vez más, Melilla iba a vivir una de las muchas malas noches de su historia. En los fuertes y en la Plaza, en Melilla la Vieja, las Unidades velaban, cuidaban los heridos y se preparaban para vivir un día que todos sabían que iba a ser definitivo.
El día 28, Margallo, que estaba refugiado en el fuerte de Cabrerizas Altas y se había reunido con Ortega, se puso al frente de los infantes de los Regimientos Borbón y Extremadura y ordenó sacar dos piezas al exterior del fuerte. Se trataba de atraer al enemigo para aliviar los tremendos ataques sufridos al convoy español que había salido de la Plaza de Melilla con víveres y municiones en ayuda del personal de Cabrerizas Altas. Se entabló un durísimo cuerpo a cuerpo.
Cuando apenas el General había salido de dicho fuerte, un balazo en la cabeza lo mató instantáneamente… aunque ello no fue óbice para que la violencia del ataque de la infantería española, durante unos minutos, alejase a los moros de las cercanías; pero, finalmente, se impuso la enorme desproporción numérica y los españoles tuvieron que retroceder al interior del recinto. Las piezas de montaña, … quedaron abandonadas, por lo que los moros intentaron apoderarse de ellas. En esos momentos, un teniente del Extremadura llamado Miguel Primo de Rivera…, con un puñado de sus infantes, salió del fuerte, las recuperaron y, a brazo, las introdujeron en el recinto. Ese hecho le valdría al joven teniente la Cruz Laureada de San Fernando.Todo el movimiento de tropas fue apoyado por los disparos de los cruceros Conde de Venadito, Alfonso XII, Isla de Cuba e Isla de Luzón, que barajaban la costa melillense, patrullando por las aguas del Peñón de Vélez, Alhucemas y Chafarinas tratando de evitar nuevos ataques de los rifeños.
… Iba a ser decisiva la resuelta intervención del Batallón Disciplinario, que logró despejar las inmediaciones del fuerte de Cabrerizas Altas, posibilitando así la llegada del convoy cuando eran las 10:30 de la mañana. Ortega y su Estado Mayor partieron a caballo hacia la Plaza, y en los carros bajaron también numerosos cadáveres, entre ellos el del Comandante General de la Plaza de Melilla.
Después del combate
Lo que quedaba del día 28 y el 29 se mantuvo el asedio, pero ya los defensores contaban con municiones y víveres y el enemigo iba perdiendo, con el paso de las horas y ante la inutilidad de sus esfuerzos, el empuje del que había hecho gala anteriormente.
El mismo día 29 llegaba el General Macías, relevo del General Margallo, quien inmediatamente preparó un nuevo convoy que alcanzó, no sin esfuerzo, Cabrerizas y Rostrogordo en la mañana del 30. Los días siguientes, con la llegada de nuevas Unidades peninsulares, se sucedieron los convoyes, y el del día 7 de noviembre ya no fue hostilizado. Al día siguiente el Bajá se entrevistó con el General Macías. Éste le exigió el castigo inmediato de los culpables del levantamiento, dándole un plazo de 24 horas para cumplimentarlo. Transcurrido el plazo sin constancia de haberlo efectuado, las zonas de concentración de rifeños fueron cañoneadas desde tierra y mar.
El Gobierno decidió enviar a la zona de Melilla numerosas unidades, unos dos Cuerpos de Ejército en total, que constituirían el Ejército del Norte de África, cuyo General en Jefe, don Arsenio Martínez Campos, llegó a la Plaza el día 28 de noviembre. El 1 de diciembre ordenaba comenzar las obras de reconstrucción del fuerte de Sidi Guariach Alto.
El 24 de enero de 1894, el General Martínez Campos se entrevistó con el Sultán de Marruecos en Marrakech. España pedía en concepto de indemnización por la agresión 25 millones de pesetas, pero el Sultán sólo ofreció 500.000… Al final, tras la intervención de las potencias europeas, el Sultán se conformó con pagar 20 millones. España aceptó y el 5 de marzo de 1894 se firmaba un convenio que ponía fin al conflicto. El 28 del mismo mes se declaraba disuelto el Ejército del Norte de África. Las Unidades reembarcaron entre esa fecha y el mes de septiembre.
Consecuencias del conflicto
… Hay que destacar la contestación a una agresión injustificada contra la dignidad nacional… Y para Melilla, en lo moral, el conflicto sirvió para que España volviese los ojos hacia la ciudad, tan abandonada por centurias, y los españoles de aquel entonces conociesen que allí, al otro lado del mar, había unas tierras tan españolas como las que ellos pisaban en la Península. En lo material, la presencia de las Unidades llevó al levantamiento de muchos otros fuertes, los caminos que los unían entre sí y con el recinto antiguo y, sobre todo, a que se diseñaran los primeros planes para la expansión de la ciudad nueva sobre los terrenos que, aunque eran nuestros desde hacía más de 30 años, no se habían utilizado por falta de decisión política. Además, empezaba a acudir gente de la Península y, en consecuencia, la población sufrirá un importante incremento.
Miguel Garat Ojeda
Capitán de Navío (G ) (R)
Asociación Española de Militares Escritores (AEME)
[1] Nota del autor: He creído conveniente entresacar párrafos de la conferencia sobre “Las guerras de Melilla” pronunciada por D. Emilio Abad Ripoll en la Universidad de las Palmas el 30 de septiembre del 2.010, pues no es objeto de este libro el narrar las batallas realizadas en tierra por el Ejército.
[2] Había ascendido a Contralmirante el 30 de octubre del 1.889. Tomó el mando de la Escuadra de instrucción el 17 de febrero del 1.892. Fue relevado por el Contralmirante D. José María Heras y Donesteve el 11 de abril del 1.894. El 25 de octubre de ese año fue nombrado Subsecretario del Ministerio de Marina
[3] Crucero no protegido. Su armamento: 4 cañones G. Hontoria de 120 mm.; 4 cañones Hotchkiss de 37 mm.; 2 cañones Nordenfelt de 25 mm.; 1 ametralladora de 11 mm.; 2 tubos lanzatorpedos de 356 mm.