AUKUS. No se trata de submarinos. Se trata de Software

Por muy importantes que sean los submarinos AUKUS en el equilibrio militar, la nueva forma de disuasión dependerá de la fuerza, la velocidad y la resistencia del software.

La alianza de seguridad entre Australia, Reino Unido y Estados Unidos, o AUKUS, es mucho más que submarinos. Es un anticipo de un compromiso aún más trascendental de Estados Unidos y sus aliados, para desarrollar tecnologías avanzadas y ampliar capacidades como la inteligencia artificial y otras áreas críticas en las que se enfrentan ahora a competidores estratégicos como China.

El presidente Joe Biden lo hizo explícito el mes pasado cuando anunció que Estados Unidos y el Reino Unido ayudarían a Australia a construir submarinos de propulsión nuclear, afirmando que ello contribuiría a «ampliar nuestra ventaja en capacidades militares y tecnologías críticas, como la cibernética, la inteligencia artificial (IA), las tecnologías cuánticas y los dominios submarinos».

Nueve días más tarde, Biden recibió en la Casa Blanca a los líderes de los países del Quad (Estados Unidos, India, Japón y Australia) en su primera reunión en persona: hablaron de colaborar en materia de ciberseguridad e inteligencia artificial. Dos semanas más tarde, el Consejo de Comercio y Tecnología Estados Unidos-UE celebró su reunión inaugural en Pittsburgh, con el Secretario de Estado Antony Blinken al frente de la delegación estadounidense. Uno de los puntos principales del orden del día: Sistemas de IA «que respeten los derechos humanos universales y los valores democráticos compartidos».

Por muy importantes que sean los submarinos en el equilibrio militar, la nueva forma de disuasión tendrá que ver menos con plataformas como portaaviones, bombarderos o submarinos, y mucho más con la fuerza, la velocidad y la resistencia del software.

El gobierno chino ya está anticipando esta evolución de una fuerza centrada en las plataformas a una fuerza centrada en los datos, invirtiendo fuertemente en IA y computación cuántica para prepararse para lo que Pekín llama «guerra inteligente». Para ello, China está recurriendo a la inversión dirigida por el Estado, al acceso ilimitado a los datos de sus 1.400 millones de habitantes y a su doctrina denominada Military Civil Fusion, que obliga al sector comercial a ayudar a desarrollar la tecnología militar.

China ha declarado su intención de dominar el mundo en inteligencia artificial para 2030. Para contrarrestarla será necesario que las democracias fuertes aúnen sus esfuerzos, tanto en la investigación de la IA como en la recopilación de los mayores conjuntos de datos posibles con los que entrenar su IA. Como señala el reciente informe de la National Security Commission on Artificial Intelligence, o NSCAI, la cooperación entre Estados Unidos y sus aliados será fundamental en el esfuerzo por dar forma al futuro de la IA.

Una enorme ventaja que China aún no ha reproducido es la alianza de inteligencia de los Five Eyes (Cinco Ojos), establecida desde hace mucho tiempo, formada por los tres socios de AUKUS más Canadá y Nueva Zelanda.

La colaboración en materia de tecnología es la clave. Basado en el intercambio de inteligencia entre Estados Unidos y el Reino Unido que ayudó a derrotar a Adolf Hitler en la Segunda Guerra Mundial y perfeccionado durante la lucha para contener a la URSS durante la Guerra Fría, los Five Eyes están encontrando ahora un nuevo propósito en la competencia con los regímenes autoritarios sobre el futuro de la democracia. La recopilación y el análisis de inteligencia se llevan a cabo cada vez más en el ámbito digital, mediante el uso de sensores en red y datos procesados por algoritmos de IA que operan a velocidad de máquina. Para ser eficaces, todos los aliados deben ser capaces de compartir datos en tiempo real.

Se requiere vigilancia. Si no se aprovecha, la IA aumentará el daño que los ciberataques y las campañas de desinformación de los adversarios autoritarios pueden causar a los sistemas democráticos relativamente abiertos del mundo. Sin protección, la propiedad intelectual de la IA será transferida, comprada o robada por los adversarios.

Sin duda, Estados Unidos y sus aliados democráticos deben demostrar al mundo que se puede confiar en que la IA sea una fuerza para el bien, no para la represión. Deben demostrar que sus ejércitos cumplen el principio de » Trusted AI » para garantizar que ésta no opera al margen de una cadena de mando humana. Como dice el informe del NSCAI: «Esta nueva era de confrontación promete cambiar el mundo en el que vivimos y cómo vivimos en él. Podemos dar forma al cambio que se avecina o dejar que nos arrastre».

La alianza entre Estados Unidos y Reino Unido se basó en la Carta del Atlántico firmada por Franklin D. Roosevelt y Winston Churchill en agosto de 1941. En junio, el Primer Ministro del Reino Unido, Boris Johnson, se reunió con Biden para firmar una versión actualizada de aquella original, en la que se reafirmaban los valores de las sociedades abiertas y democráticas con derecho a la autodeterminación, y se añadía la necesidad de proteger la propiedad intelectual tecnológica y defenderse de las ciberamenazas. El acuerdo sobre los submarinos AUKUS, anunciado dos meses después, no se limitaba a proteger el tráfico marítimo. Procedía de una tradición de 80 años de compartir tecnología para proteger las libertades humanas.

Fte. Defense One (Nicole Camarillo y Oliver Lewis)

Nicole Camarillo es cofundadora de Rebellion Defense junto a Chris Lynch. Anteriormente, fue jefa de estrategia del Mando Cibernético del Ejército de Estados Unidos.

Oliver Lewis es cofundador de Rebellion Defense junto a Chris Lynch. Anteriormente, fue subdirector del Servicio Digital del Gobierno del Reino Unido. Camarillo y Lewis trabajan en sus sedes de Estados Unidos y Reino Unido, respectivamente.