El escudo antidrón de Indra, probado en los entornos de más riesgo y listo para proteger aeropuertos

La presencia de drones obligó a cerrar el aeropuerto de Gatwick durante días las pasadas Navidades, situación que se repitió recientemente por una hora en Heathrow. Indra es una de las pocas empresas del mundo que dispone de una solución integral, específicamente preparada y probada para proteger un aeropuerto o cualquier otro espacio frente a drones que vuelen sin autorización.

Se trata de un escudo inteligente, denominado ARMS (Anti RPAS Multisensor System), que detecta la presencia de estas aeronaves a kilómetros de distancia y las neutraliza si invaden el espacio a proteger.

La compañía ha probado su solución en países en los que este tipo de amenaza es mucho más habitual y peligrosa que en Europa. Los extraordinarios resultados obtenidos han convertido a Indra en una de las primeras empresas del mundo que ha cerrado acuerdos firmes con clientes gubernamentales, tras superar criterios de gran exigencia.

La solución es tan eficaz que se puede utilizar de forma dirigida para dejar fuera de juego un solo dron, en una intervención ‘quirúrgica’, o todo un enjambre de aeronaves completo, aplicando medidas más agresivas. El sistema puede llegar a activar incluso una cúpula de protección completa.

Proteger un aeropuerto resulta muy complejo, ya que no se puede alterar el tráfico ni interferir con los equipos de las aeronaves. La capacidad del sistema de Indra para modular la respuesta es por tanto clave. Se puede integrar además con los sistemas de la torre de control para cruzar información y detectar cualquier objeto que vuele sin autorización de forma inmediata.

La situación que viven los aeropuertos de Londres no es nueva. En agosto de 2017, el de Arlanda, en Estocolmo, también se vio obligado a cerrar por el mismo motivo durante una hora. Dubái es otro de los aeropuertos que ha vivido un evento de este tipo. Pilotos de todo el mundo reportan de forma habitual casos de menor gravedad, pero que generan una gran incertidumbre.

El riesgo afecta sin embargo a muchos otros ámbitos y tipos de instalaciones. Plantas industriales, centrales nucleares, infraestructuras, edificios oficiales, centros penitenciarios, estadios deportivos o cualquier lugar en el que se celebre un evento público pueden enfrentarse al mismo problema.

Un dron puede utilizarse para invadir la intimidad de las personas, espiar, perpetrar un atentado, o simplemente provocar un accidente de forma no intencionada, al colisionar contra un vehículo o persona.

Frenarlos es sin embargo muy difícil, ya que llegan a medir unos pocos centímetros y vuelan a baja altura y velocidad. Pueden aparecer además de forma sorpresiva, despegando desde cualquier punto y dejando muy poco margen de reacción.

Desarrollar una solución eficaz exige disponer de un profundo conocimiento en distintas áreas: tecnología radar, defensa electrónica, comunicaciones y mando y control, entre otras. Dominarlas es imprescindible para entregar a cada cliente el ‘escudo’ que necesita, ya que no hay dos espacios a proteger iguales.

El sistema ARMS de Indra está diseñado con la flexibilidad y adaptabilidad en su ADN. Dispone de un abanico de sensores posibles para la detección, incluyendo radares, cámaras infrarrojas o sensores de radiofrecuencia de diversas características y capacidades, que llevan a cabo las tareas de detección e identificación.

El operador supervisa toda la operación desde su puesto de control y gestionará —o dejará que el propio sistema reaccione automáticamente— los equipos de perturbación, que cortan la comunicación con el piloto y saturan los sistemas de navegación del aparato, ‘cegándolo’ e impidiendo que complete su misión. Puede emplear, además, técnicas de engaño o spoofing para distorsionar los sistemas de autoguiado del aparato y poder dirigirlo hacia el lugar seguro que se desee.

La solución de Indra emplea los métodos de soft-killing más eficaces para proteger entornos civiles y neutralizar cualquiera de los modelos de dron disponibles en el mercado. Puede asimismo adaptarse para incorporar elementos de hard-killing, que abaten la aeronave, aunque estos métodos son más propios del ámbito militar, en el que hay que hacer frente a drones más avanzados y potencialmente más peligrosos.

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