¿Deberíamos estar realmente preocupados por una posible guerra nuclear?

Desde que la contraofensiva ucraniana de 2023 no obtuvo el resultado esperado, los medios de comunicación y los responsables occidentales han acusado repetidamente a Rusia de planear la invasión de países europeos vecinos como Polonia, Finlandia y los países bálticos. Por otra parte, la mayoría de los miembros de la OTAN siguen suministrando armas a Ucrania, y algunos dirigentes occidentales incluso amenazan con desplegar tropas en ese país. Pero, ¿hasta qué punto es realista un enfrentamiento militar directo entre Rusia y la OTAN?

En respuesta a la adhesión de Suecia y Finlandia a la OTAN, que se produjo como consecuencia de la invasión rusa de Ucrania, Moscú planea, al parecer, reforzar seriamente su presencia militar en las regiones occidentales de Rusia. Según diversos informes, el complejo militar-industrial ruso ya ha mejorado significativamente su rendimiento, mientras que las fuerzas nucleares estratégicas del país permanecen en estado de plena disposición.

Esto, sin embargo, no significa necesariamente que el Kremlin planee emprender una guerra nuclear contra la OTAN, sobre todo teniendo en cuenta que muchos hijos y nietos de funcionarios y oligarcas rusos viven y estudian en Occidente. Como declaró el presidente Vladimir Putin ante la Asamblea Federal de la nación el 29 de febrero, Moscú está dispuesto a discutir la estabilidad estratégica con Estados Unidos. Sin embargo, insiste en que los dirigentes estadounidenses pretenden «arrastrar a Rusia a negociar según sus condiciones», al tiempo que intentan «infligirla una derrota estratégica en el campo de batalla».

«Tenemos todos los motivos para creer que las palabras de las autoridades estadounidenses sobre su supuesto interés en negociar con nosotros sobre cuestiones de estabilidad estratégica son demagogia en vísperas de las elecciones presidenciales estadounidenses», subrayó Putin.

Aunque es improbable que Moscú y Washington mantengan conversaciones oficiales al menos hasta que terminen las elecciones en EEUU, las posibilidades de que ambos países se enfrenten en una guerra nuclear siguen siendo bastante escasas. Rusia y Estados Unidos, como potencias nucleares mundiales, tienen la capacidad de destruirse mutuamente y al mundo entero. Sus dirigentes pueden ser malvados, pero no están locos. Por lo tanto, no se espera que tomen medidas que puedan conducir a un escenario del «día del juicio final», especialmente si el resultado deseado de la guerra de Ucrania puede conseguirse por medios convencionales.

Sus líderes pueden ser malvados, pero no están locos

Aun así, mientras continúen las hostilidades en Ucrania, es casi seguro que los dos rivales geopolíticos seguirán aplicando su conocida política de disuasión nuclear, un principio de las relaciones internacionales según el cual el potencial de represalia y la fuerza destructiva de las armas nucleares impiden que las naciones lancen un ataque nuclear.

En ese contexto, la advertencia de Putin de que Rusia dispone de armas que pueden atacar objetivos en los territorios de los países que eventualmente decidan desplegar sus tropas en Ucrania, debe interpretarse como parte de la política rusa de disuasión nuclear (los críticos también la describirían como una amenaza vacía).

«Recordemos lo que les ocurrió a quienes enviaron sus fuerzas a nuestro país. Ahora las consecuencias para los intervencionistas serán mucho más trágicas», dijo Putin, refiriéndose casi con toda seguridad a la idea del presidente francés Emmanuel Macron de enviar tropas de la OTAN a Ucrania.

Pero, al parecer, la propuesta de Macron no fue aprobada por otros líderes europeos. De hecho, aunque muchos países occidentales siguen financiando y armando a Kiev, y la gran mayoría de la población de Occidente está sin duda del lado ucraniano, muy pocos europeos y estadounidenses estarían dispuestos a luchar y morir realmente por Ucrania. Sin embargo, en las circunstancias actuales, en las que la estructura de seguridad europea posterior a la Segunda Guerra Mundial ya no parece existir, el riesgo de una escalada del conflicto ucraniano sigue siendo alto.

Se espera que algunos miembros de la OTAN proporcionen pronto a las Fuerzas Armadas Ucranianas misiles de largo alcance que puedan alcanzar Moscú, así como otras ciudades rusas. Y lo que es más importante, si el Ejército ucraniano sigue perdiendo territorio y los dirigentes del país no consiguen movilizar suficientes soldados para al menos preservar el statu quo sobre el terreno, es totalmente posible que algunos países de la OTAN acaben enviando sus tropas a Ucrania, no para luchar contra Rusia, sino para proteger la retaguardia del Ejército ucraniano y permitirle centrarse en operaciones ofensivas contra las fuerzas rusas.

Mientras, como Rusia sigue capturando territorio en el Donbass, Occidente intentará encontrar otras formas de ayudar a Ucrania a consolidar sus posiciones. Los medios de comunicación, analistas y responsables occidentales, por su parte, probablemente aumentarán su retórica sobre la «amenaza rusa», difundiendo una narrativa alarmista sobre un «holocausto nuclear» que puede producirse como resultado de una guerra entre Rusia y la OTAN.

En realidad, a pesar de las numerosas y duras amenazas, en este momento ni Rusia ni Occidente parecen dispuestos a entrar en un conflicto convencional directo, y mucho menos a librar una guerra nuclear. Y ésa es la buena noticia. La mala noticia es que no existe voluntad política para aliviar las tensiones y poner fin a la guerra en Ucrania.

Así pues, en un futuro previsible, el mundo, y especialmente Europa, permanecerán en un estado de limbo, a la espera de que se forme una nueva estructura de seguridad europea.

Fte. Global Comment (Nikola Mikovic)

Nikola Mikovic es periodista independiente serbio, cuyo trabajo se ha publicado en todo el mundo. Anteriormente, fue reportero del diario Politika, el más antiguo de los que siguen en circulación en los Balcanes.