CSIS: La futura guerra de misiles necesita un nuevo tipo de mando y control

Barcos Aegis de la Navy haciendo fuegoIntegrar la defensa antimisiles, derribo de los misiles atacantes, con la ofensiva para destruir los lanzadores, mediante misiles, antes de que vuelvan a disparar, requiere cambios importantes en la forma de combatir.

No intentes disparar cada flecha a medida que se acerca; dispara al arquero. Ese es un principio militar consagrado, que las Fuerzas Armadas de EE.UU. tendrían dificultades para implementar en una guerra real con China, Rusia, Corea del Norte, o Irán, advierte un nuevo informe del think tank CSIS (Center for Strategic International Studies).

Nuevas tecnologías, como la red de mando IBCS del Ejército, que ahora está iniciando una importante prueba de campo, pueden ser parte de la solución, pero es sólo una parte, escribe Brian Green, un veterano con 30 años en el Pentágono, el Capitolio y la industria aeroespacial. Igualmente, importantes y problemáticos son los protocolos de mando y control que determinan quién toma la decisión de disparar qué, contra qué y cuándo.

Hoy en día, las fuerzas armadas cuentan con unidades, sistemas de mando, doctrinas y autoridades legales/reguladoras, completamente diferentes para la defensa contra misiles, que trata de derribar las armas que el enemigo ya ha lanzado que, para los ataques ofensivos propios de largo alcance, que podrían impedir que el enemigo dispare en primer lugar, o al menos que haga una segunda salva, destruyendo sus lanzadores, puestos de mando y sistemas de puntería. Aunque los generales y los redactores de doctrinas han hablado de «integración ofensiva-defensiva» durante casi dos décadas, dice Green, el concepto sigue siendo superficial e incompleto.

«Una implementación exhaustiva de la ODI tocaría casi todos los aspectos, incluyendo política, doctrina, organización, adiestramiento, material y personal», escribe Green. «Requeriría un replanteamiento fundamental de términos como ‘ataque’ y ‘defensa’ y de cómo combate la Fuerza Conjunta». De hecho, fácilmente se desdibuja en el problema aún más grande de coordinar todas las fuerzas de los cinco dominios de la guerra, tierra, mar, aire, espacio y ciberespacio, en lo que se conoce como Joint All-Domain Operations.

La separación entre ataque y defensa va desde el nivel estratégico más alto hasta el táctico:

  • En el nivel más alto, el US Strategic Command (STRACOM) manda la disuasión nuclear y la defensa contra misiles del territorio nacional. Pero estas funciones se dividen entre tres subcomandos diferentes dentro del STRATCOM, uno para los ICBM y bombarderos de la Fuerza Aérea (ofensiva), uno para los submarinos de misiles balísticos de la Armada (también ofensiva), y uno para la Integrated Missile Defense.
  • En los teatros de operaciones, el Ejército proporciona una defensa antimisiles basada en tierra, pero esas unidades, baterías Patriot, THAAD, y radares Sentinel, pertenecen a brigadas distintas de la artillería de misiles de largo alcance del propio Ejército, y están aún menos conectadas con los ataques aéreos ofensivos de la Fuerza Aérea, la Marina y el Cuerpo de Marines.
  • Se puede decir que el sistema AEGIS de la Armada hace el mejor trabajo de integración de la ofensiva y la defensiva en tiempo casi real, dice Green, pero incluso en ese caso, «las diferentes capacidades a bordo de un buque determinado pueden estar bajo diferentes comandantes», uno con la autoridad de lanzar los interceptores Standard Missile contra las amenazas entrantes y el otro con la autoridad de disparar misiles Tomahawk contra los lanzadores enemigos.
Visión general simplificada de la red de mando y control IBCS del Army para la defensa aérea y antimisiles

Esta división del trabajo podría haber funcionado cuando la guerra era más lenta. Pero China y Rusia han invertido masivamente en sus arsenales de misiles guiados de largo alcance y precisión, junto con los sensores y redes de mando para dirigirlos a sus objetivos. En menor escala y de la misma forma tenemos a Corea del Norte e Irán. El ex subsecretario de defensa, Bob Work, advirtió de futuros conflictos en los que «intercambios de salvas» de cientos de misiles, con suerte no nucleares, podrían dispararse en cuestión de horas.

Es evidente desde hace más de una década, que los actuales sistemas de defensa contra misiles simplemente no pueden hacer frente a una gran cantidad de misiles atacantes, lo que llevó a los jefes del Ejército y la Armada a firmar un famoso «memorándum de ocho estrellas» a finales de 2014, en el que se pedía, entre otras cosas, que se detuvieran los misiles enemigos «a la salida del lanzador». Pero ese enfoque requeriría una coordinación en tiempo real entre las armas ofensivas, responsables de destruir los lanzadores, los puestos de mando y los sistemas de puntería enemigos, y las defensivas, responsables de derribar cualquier misil que llegue al aire.

Mientras que el Aegis de la Marina y el IBCS del Ejército muestran alguna posibilidad, Green escribe, ninguno de los dos es todavía capaz de mover los datos requeridos entre todos los usuarios que los necesitarían: de hecho, el IBCS está todavía a años de distancia de conectar todos los sistemas defensivos del Ejército, mientras que Aegis sólo recientemente adquirió una opción ofensiva anti-buque, un SM-6 modificado, junto con sus misiles defensivos.  Como dos generales del Ejército advirtieron en una reciente entrevista con Breaking Defense, la defensa y la ofensiva contra misiles tienen requisitos técnicos claramente diferentes, que limitan el potencial de usar un solo sistema para hacer funcionar ambos. También hay diferentes restricciones legales: Incluso los sistemas de autodefensa operan bajo límites estrictos, no sea que accidentalmente derriben aeronaves amigas o aviones civiles, y los ataques ofensivos pueden fácilmente escalar un conflicto.

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