A principios del siglo XXI, las relaciones entre EE.UU. y China se transformaron rápidamente, al sobrepasar esta última a la primera en el liderazgo de la escena económica y política mundial. El papel de China en el rápido desarrollo de tecnologías, el desarrollo del poder duro, blando e inteligente y la inteligencia artificial son pilares clave en la configuración de la seguridad y la política exterior de las naciones. El orden internacional imperante determina la dinámica de la política mundial. El mundo contemporáneo se enfrenta a amenazas no tradicionales a la seguridad, como el sectarismo étnico, el calentamiento global, las cuestiones de migración transnacional y los recursos.
La rivalidad chino-americana en la nueva era es una lucha por la dominación de la política internacional. La principal arquitectura de América, el orden mundial del siglo XIX y el establecimiento de su hegemonía, se enfrenta a la amenaza de la creciente potencia China del siglo XXI. La naturaleza actual del sistema internacional refleja la competencia más que la cooperación, sin embargo, existe una idea cada vez más extendida de que el mundo está convergiendo como resultado de la globalización.
Históricamente, la relación sino-americana está en feroz competencia, por la política, la ideología y la preservación de las identidades culturales. Aunque la República Popular China se estableció en 1949 en la época de la Guerra Fría, las relaciones formales se establecieron después de que Richard Nixon visitara China en 1972. La naturaleza de la competencia varía de vez en cuando. En la era de la interdependencia, en la que los estados dependen unos de otros en un complejo mecanismo de seguridad, economía, tecnología y recursos que son variables interrelacionadas, encuentra a las dos potencias en un estado de ánimo de dominación mundial.
Tradicionalmente, la política de los americanos era de proteccionismo, pero tras el final de la Segunda Guerra Mundial, esta política cambió para abordar los problemas globales. Mientras tanto, los chinos se retratan a sí mismos «Esconde tu fuerza y esconde tu momento», pero después de la reunión del 18º Congreso Nacional del Partido con Xi Jinping como nuevo presidente, guiando una nueva ideología llamada «Pensamientos Xi Jinping» afirmó que «La mayor fuerza del sistema de socialismo con características chinas es el liderazgo del Partido Comunista de China; el Partido es la mayor fuerza de liderazgo político». Esta política refleja las ambiciones chinas en el futuro escenario internacional y ése es el desafío de Estados Unidos para contrarrestar esta aspiración mundial.
Es evidente que China al convertirse en la segunda mayor economía del mundo, compitiendo con Estados Unidos en la economía mundial, tomando la delantera en tecnología, con un sistema efectivo de producción de armas y equipo militar altamente modernizado, se muestra como una potencia alternativa en el mundo. Estos desarrollos han provocado que Estados Unidos adopte la política ofensiva, que la administración de Donald Trump anunció en la Primera Estrategia de Seguridad Nacional en 2017, que define a China como una amenaza «Competidora» para los intereses nacionales y estratégicos de los estadounidenses en todo el mundo.
Consecuentemente, el actual péndulo de la asociación Washington-Pekín fluctúa en torno a múltiples cuestiones y crisis. La competencia económica es la línea divisoria de la crisis, Washington muestra su preocupación por el modelo económico de China, que tiene un desarrollo liderado por el Estado, no un mecanismo de libre mercado. Además de eso, este modelo crea un malentendido entre los dos estados.
Esta competencia condujo a la guerra comercial en 2018, que intensificó la rivalidad económica y finalmente, impuso un enorme arancel sobre el acero y el aluminio, que ocasionó las represalias de China en el intercambio de suministros y bienes. De manera similar, los chinos establecieron un nuevo patrón de alineación internacional, al proporcionar préstamos blandos a los países en desarrollo, por ejemplo, a Pakistán, en términos del China Pakistan Economic Corridor (CPEC) y construyendo una infraestructura de conectividad bajo el estandarte de la «Belt Road Initiative», para conectar Asia, Asia Central, Europa y África que amenaza la ambición americana de poder global.
El segundo impedimento en la relación bilateral es la competencia tecnológica. En el mundo globalizado, los países con avances tecnológicos establecen reductos para competir por nuevos desafíos multifacéticos. En una fase anterior de su desarrollo, China se basaba en la tecnología occidental para la construcción de equipo militar y otros dispositivos de telecomunicaciones. Pero los recientes desarrollos reflejan su capacidad para superar este problema, mediante el establecimiento de un centro de innovación e investigación independiente, para evitar cualquier futuro bloqueo por parte de los americanos. Esta lucha tecnológica se vio el año pasado cuando América prohibió a la compañía china Huawei construir una tecnología 5G y transferirla a otros países. Estados Unidos actuó rápidamente sintiendo que eso era una amenaza a la seguridad nacional, puso a la compañía en una lista negra y emitió una advertencia denunciando que China usaría esta tecnología para espiar.
Por último, el ex Secretario de Estado Henry Kissinger dijo una vez, «el conflicto es una elección, no una necesidad». Esta expresión ilustra las relaciones chino-americanas en las tensiones actuales. En una era de compleja interdependencia, siempre hay opciones y posibilidades para resolver los problemas mundiales, estabilizar el orden internacional, compartir la prosperidad económica o abordar el problema del calentamiento global.
La política de Washington-Pekín para controlar los asuntos mundiales dañan el orden internacional. La pretensión americana de contener la influencia china en la región indo-pacífica, especialmente en el Mar de la China Meridional, le hizo estacionar miles de tropas marítimas para evitar la presencia de los chinos, desestabilizando así la región. Respecto a la política americana de apoyo a la cuestión de Taiwán, las autoridades chinas muestran su desagrado reclamando que se trata de un asunto interno propio. Los crecientes cambios de imagen de China representan la opción de un líder mundial para tratar los asuntos mundiales conflictivos, mediante el uso de una imagen de poder blando y de no interferencia en los asuntos internos de ningún estado, mientras que la imagen americana disminuye en la promoción de la democracia y la protección de los Derechos Humanos. Como muestra, los políticos estadounidenses denunciaron la estricta política de regulación estatal china hacia sus ciudadanos y los musulmanes uigures en nombre de la radicalización.
El futuro de la relación Chino-Americana es incierto, no está claro que alguien pueda predecir la situación actual, la evolución de las circunstancias y el cambio de paradigma en el sistema internacional que determine quién liderará el mundo.
Fte. Modern Diplomacy (Wajih Ullah)
Wajih Ullah es graduado en Relaciones Internacionales en la Universidad de Bahria, Islamabad, y escritor independiente con un gran interés en los asuntos de actualidad, la política de Pakistán y la política exterior de Pakistán.
Sé el primero en comentar