Una «OTAN» en el horizonte de Oriente Medio

El Ministro de Exteriores de Bahrain Khalid bin Ahmed Al Khalifa, el Primer Ministro de Israel Benjamin Netanyahu, el Presidente de Estados Unidos Donald Trump, y el Ministro de Exteriores de Emiratos Árabes Unidos Abdullah bin Zayed al Nahyan durante la firma del acuerdo en la Casa Blanca el 15 de septiembre de 2020

La mutación de Oriente Medio que se está produciendo en los últimos años marca el rumbo de una región capaz de inferir en la política y equilibrios internacionales.

El plan de paz promovido por Donald Trump está cambiando el equilibrio de las alianzas moldeando una nueva división de bloques en una de las zonas más conflictivas y problemáticas para la seguridad mundial.

Los acuerdos entre Israel, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin, con el visto bueno tácito de Arabia Saudita, marcan un antes y un después en el desarrollo de una región que pese a los acuerdos dista mucho de garantizar la paz.

Los avances son entendidos también como una respuesta al avance de Irán en la región, el retorno de la influencia rusa en la región a través de Siria y el neo-otomanismo expansivo turco.

De entre todas las naciones de la región, Israel y las monarquías del Golfo salen como las grandes beneficiadas de un acuerdo que resta apoyos al pueblo palestino, que no acepta el futuro de Gaza y Cisjordania que la letra pequeña predice.

La unión de las monarquías con Israel es la simiente de la deseada OTAN de Oriente Medio, la alianza ambicionada por la Casa Blanca para hacer frente al aumento de influencia que Irán ha protagonizado gracias a las guerras estadounidenses que desestabilizaron toda la región: Afganistán, Iraq, Libia, Yemen y Siria, que fueron aprovechadas por Teherán para expandir sus tentáculos e área de influencia.

Las declaraciones de Rashid bin Abdalá al Khalifa, ministro de Interior de Bahréin, dejan clara esta línea de pensamiento al aforar que el acuerdo está orientado a formar «alianzas sólidas frente a peligros potenciales» con la mirada dirigida al Este de la región.

Las monarquías firmantes del tratado con Israel son, junto con Arabia Saudita, los mejores clientes de la industria armamentística norteamericana. Países que han disparado sus presupuestos de defensa adquiriendo lo mejor de la industria made in USA a través de contratos multimillonarios que garantizan la viabilidad de un sector en pleno auge.

De hecho, este acuerdo abre la posibilidad a Lockheed Martin para suministrar el F-35, el avión más caro del mundo, a los Emiratos Árabes Unidos siempre y cuando Israel otorgue su ‘permiso’.

Con este acuerdo Estados Unidos copia la política de expansión hacia el Este desplegada en Europa, donde no disminuye su presencia sino que la relocaliza hacia a la frontera rusa, con el fin de desplegar lo más cerca de su rival (Irán) la mayor cantidad de armamento de última generación.

La estabilización de Oriente Medio puede no se tal, puesto que no resuelve la rivalidad con Irán y no cierra las heridas abiertas en Iraq, Afganistán y especialmente Siria. Este aspecto deja muchos interrogantes en el aire y enturbia las buenas noticias puesto que la inestabilidad de la región no abandona la zona roja.

El pacto une a las naciones más estables y ricas de la región dividiendo el mundo árabe en dos bloques definidos y enfrentados, en una región demasiado próxima a las fronteras de la Unión Europea que conoce, de primera mano, los efectos del terrorismo islámico que ha sembrado de muertos las ciudades europeas, crisis de refugiados y migrantes, inestabilidad y surgimiento de los movimientos populistas más radicales que han llegado a tener representación parlamentaria en muchas naciones.

Prof. Iván Martín y Ladera

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