Robots para «coger a los rusos por el pescuezo»

Tras el fracaso de la guerra relámpago en toda Ucrania, el Ejército del Presidente ruso Vladimir Putin está probando la guerra de desgaste en el Este con cierto éxito.

Infantería y tanques rusos han mostrado notable reticencia a entrar en combate cuerpo a cuerpo con los ucranianos, que han desarrollado considerable habilidad en el uso de sofisticadas armas antitanque y en el de drones de ataque. En consecuencia, los rusos han vuelto a su enfoque tradicional del empleo de la artillería pesada para eliminar a la infantería contraria antes de ocupar el terreno con sus vacilantes tropas. En este momento, los rusos tienen mucha más artillería y munición que su oponente.

Los rusos están mejor preparados para llevar a cabo una campaña de desgaste, al menos hasta que se puedan proporcionar suficientes cohetes estadounidenses y británicos de largo alcance; a los ucranianos, que hasta la fecha únicamente han recibido cuatro, mientras consideran que necesitan diez veces más.

Sin embargo, eso no significa que los ucranianos no puedan adoptar tácticas innovadoras para compensar la superioridad de la potencia de fuego rusa.

Hacia el final de la Primera Guerra Mundial, franceses y británicos empezaron a emplear la potencia de fuego, cuando tenían ventaja en el abastecimiento, para despejar las trincheras alemanas de primera línea en sus intentos de abrirse paso. Los alemanes aprendieron a cronometrar estas andanadas, que se lanzaban con regularidad. Se retiraban a posiciones secundarias y contraatacaban cuando cesaba la descarga, cuando las tropas aliadas intentaban ocupar las líneas de vanguardia alemanas. Ante el contraataque alemán, la mayoría de las veces las tropas aliadas se retiraban a sus posiciones originales. Aunque era menos costosa para los alemanes que para los aliados, esta táctica seguía produciendo bajas alemanas. Este flujo y reflujo se mantuvo hasta el final de la guerra, cuando los alemanes empezaron a quedarse sin reservas. Prolongó la guerra, pero finalmente el desgaste se impuso.

Durante las guerras de Corea y Vietnam, los chinos, los norvietnamitas y el Viet Cong desarrollaron la táctica de intentar anular la potencia de fuego y la superioridad aérea de los estadounidenses infiltrándose por la noche hasta muy cerca de sus posiciones antes de lanzar un ataque. Llamaron a esta táctica «agarrarlos por el pescuezo». Estaba diseñada para obligar a sus oponentes a no emplear armas de apoyo o a no pedir apoyo por el fuego peligrosamente cerca de sus propias posiciones. Una vez más, era muy costoso para las fuerzas comunistas, pero a menudo anulaba un multiplicador de fuerza estadounidense clave.

Los ucranianos han usado eficazmente los primeros contraataques, pero carecen de los números y la cantidad de munición rusos, por lo que deben ahorrar cuidadosamente sus recursos humanos y materiales. En consecuencia, una repetición del enfoque alemán o comunista no es factible a nivel operativo, a menos que se encuentre una forma de sustituir alguna forma de poder de combate que no sea la infantería o los escasos vehículos blindados tripulados.

Aquí es donde la innovación podría ayudar. A mediados de la década de 1990, el Cuerpo de Marines de EE.UU. comenzó a experimentar con la conversión de vehículos para operar sin conductor en misiones demasiado peligrosas para las tropas humanas. La teoría consistía en emplear vehículos obsoletos prescindibles controlados remotamente como vehículos terrestres (Unmanned Ground Vehicles, UGV) durante las primeras fases de un asalto anfibio para despejar campos de minas, reducir las defensas de la playa y allanar el camino para las fuerzas humanas.

Después del 11 de septiembre, el Cuerpo de Marines se enfrentó a diferentes retos en Irak y Afganistán y se concentró en UGV más pequeños para limpiar trampas y artefactos explosivos improvisados. Como resultado, la idea del uso de vehículos más grandes se dejó de lado. Sin embargo, los primeros experimentos fueron prometedores.

Nos preocupaba que el enemigo interfiriera nuestras señales de control radio de los UGVs , así que experimentamos con el control por fibra óptica, que resultó ser bastante factible. Si las tropas rusas ya son reacias a enfrentarse a las tropas de asalto ucranianas, es menos probable todavía que se enfrenten a los intrépidos vehículos terrestres no tripulados.

El fuego de artillería es letal para las tropas sobre todo por la metralla, menos por las explosiones directas. Los vehículos blindados, tripulados o no, son mucho menos vulnerables a la metralla, pero sí a un impacto directo. Incluso entonces, si se trata de un UGV, el ataque puede no inutilizar totalmente al vehículo. Como defensores, los robots podrían mantener una posición importante durante una descarga de artillería. Cuando se detenga el bombardeo, pequeños equipos de infantería pueden unirse a ellos en la defensa. Si los rusos reanudan el bombardeo, la infantería puede retirarse, dejando a los UGVs para mantener el terreno.

Este juego de ajedrez es exactamente lo que los rusos no pueden permitirse. En la ofensiva, los UGV pueden proporcionar las tropas de asalto para un ataque. Una vez tomada una posición, se puede repetir la técnica defensiva. El concepto ruso de desgaste quedaría anulado si se minimizan las bajas humanas ucranianas.

Al parecer, Moscú estaba experimentando con tanques controlados por inteligencia artificial antes de que comenzara la guerra, pero aparentemente no ha empleado estos sistemas, ya sea por falta de desarrollo o por su coste. La IA todavía tiene muchos fallos y es extremadamente cara, mientras que el control remoto existe desde hace mucho tiempo.

Los generales de Putin carecen de imaginación, pero creen haber encontrado una manera, aunque sea gravosa, de alcanzar los limitados objetivos que se han fijado. Los vehículos blindados robotizados serían poco prácticos en grandes batallas de tanques como las de Kursk o El Alamein, pero podrían ser muy eficaces en el tipo de partidas de ajedrez a pequeña escala que caracterizan el enfoque operativo ucraniano de una «defensa de área móvil».

Hay muchos tanques y vehículos blindados obsoletos en Estados Unidos y Europa. Transformar  cualquier en un UGV es fácil y barato.

Merece la pena intentarlo.

Fte. Military.com (Gary Anderson)

Gary Anderson fue jefe de personal del Warfighting Lab del Cuerpo de Marines.