Regreso al futuro: La historia como preparación para futuras guerras

historiaNinguna previsión puede proponerse con absoluta certeza, por muy sólido que sea el análisis subyacente. El futuro es siempre algo incierto. De hecho, la historia está repleta de ejemplos de visionarios que han intentado adivinar la naturaleza del cambio sin conseguirlo. No obstante, se trata de un esfuerzo necesario, ya que el coste de la guerra actual es tal que las implicaciones de un fracaso pueden ser de gran alcance, incluso existenciales.

Desde el Oráculo de Delfos hasta la aplicación moderna de la analítica de datos, los planificadores militares de todos los tiempos han buscado la mayor claridad respecto a la futura conducción de la guerra [1]. Sin embargo, no existe una bola de cristal para la guerra futura. En su lugar, este ensayo sostiene que la historia proporciona lecciones que son el mejor medio para determinar su forma, pero sólo si se usan.

Los planificadores militares que tratan de aprender del pasado deben tener muy en cuenta el contexto que subyace a cada estudio de caso, de modo que las observaciones recogidas puedan extrapolarse con precisión a la situación actual y las lecciones resultantes puedan aplicarse con sentido.

Aprender del pasado

El valor de la historia como medio de informar sobre la futura conducción de la guerra no es nuevo. James Mattis sostiene que «la verdadera comprensión de la historia significa que no nos enfrentamos a nada nuevo bajo el sol» [2]. La razón fundamental de ello radica en el adagio clausewitziano de que no importa la época, todas las guerras se ajustan a un conjunto de principios universales que constituyen su naturaleza [3]. Por tanto, los grandes capitanes del pasado no encontrarían los conflictos de hoy conceptualmente más extraños que los que ellos mismos vivieron. La lucha que tendrían que superar consistiría más bien en adaptarse a los nuevos medios disponibles para librarlos [4].

Otra razón por la que es esencial aprender de la historia proviene de la realidad práctica de que muchos ejércitos no participan en guerras con frecuencia. Ya sea debido a la escasez de recursos o a un enfoque centrado en la seguridad, estos ejércitos sólo entran en guerra como último recurso. En consecuencia, es posible que la mayoría de sus miembros, incluido el cuerpo de oficiales profesionales, no tengan experiencia personal alguna de guerra a lo largo de toda su carrera profesional.

La historia, por tanto, como sostiene el influyente historiador militar Sir Michael Howard, representa la mejor alternativa a la experiencia real para que la institución militar perfeccione su oficio y, por extensión, se prepare para la próxima guerra [5]. El grado de éxito de este proceso puede ser, a su vez, la diferencia entre la victoria y la derrota.

Por ejemplo, aunque el carro de combate era un invento totalmente nuevo que se introducido durante la Primera Guerra Mundial, el desarrollo de la guerra blindada alemana en el período de entreguerras vio su empleo de una manera que reflejaba la doctrina básica del ejército, que a su vez había sido refinada a través de un estudio objetivo de la experiencia bélica de Alemania, centrándose en los principios de iniciativa, explotación y maniobra [6].

Por el contrario, los franceses adoptaron un estudio más limitado de sus propias experiencias, influenciados en parte por el fracaso de su doctrina más ofensiva en los primeros años de la guerra, y el posterior éxito de un enfoque operativo más controlado en 1918 que hacía hincapié en la potencia de fuego sobre la maniobra [7]. Como resultado, la guerra blindada francesa se desarrolló bajo parámetros más estrechos, impidiendo que se aprovechara en todo su potencial. Esta divergencia en el aprendizaje culminaría finalmente en los asombrosos éxitos de Alemania contra Francia en las primeras fases de la Segunda Guerra Mundial, mediante su de guerra de maniobra con blindados, que ha llegado a conocerse popularmente como blitzkrieg [8].

Sin embargo, hay que señalar que los alemanes no fueron los pioneros en el tema de la guerra blindada. Ese honor debería corresponder a los británicos, que habían empleado por primera vez el tanque en el Somme. Como era de esperar, durante un tiempo estuvieron a la vanguardia del desarrollo de la guerra acorazada, y sus ideas ayudarían a perfeccionar la doctrina de la guerra acorazada alemana [9]. Aunque las razones por las que los británicos no consiguieron mantener su ventaja van más allá del alcance de este ensayo, sí pone de relieve que aprender de la historia no es tan sencillo como parece. De hecho, hay dos escollos principales que dificultan el estudio objetivo de la historia en la conducción de la guerra: no comprender el contexto y no extrapolar correctamente.

La importancia del contexto

Uno de los errores más comunes a la hora de extraer lecciones sobre la guerra a partir de la historia es no apreciar plenamente el contexto del caso estudiado. Como sugirió Clausewitz, cada época tiene «su propio tipo de guerra, sus propias condiciones limitantes y sus propias ideas preconcebidas peculiares» [10]. En consecuencia, cada periodo tiene su correspondiente teoría de la guerra, derivada de las condiciones específicas del momento. Esto significa que, si bien es cierto que los principios universales de la guerra confieren a la historia un valor perenne como herramienta de instrucción, sigue siendo necesario discernir los factores singulares que definen cada conflicto.

Por ejemplo, aunque la construcción de la Línea Maginot por parte de Francia se ha convertido desde entonces en sinónimo de fracaso, uno de los factores clave de su construcción fue el descenso de la tasa de natalidad de Francia en el periodo de entreguerras, una debilidad estratégica que había que tener en cuenta frente a la fuerza demográfica relativa de su enemigo más probable, Alemania [11], lo que hizo que la construcción de un sistema de fortificaciones fuera una necesidad práctica para contrarrestar la ventaja numérica de Alemania en caso de un futuro conflicto: Francia sencillamente no podía permitirse igualar cuantitativamente el crecimiento del poder militar alemán.

Así pues, dejando a un lado cualquier evaluación de la utilidad final de la Línea Maginot, la decisión de construirla sólo puede entenderse plenamente si se tienen en cuenta los factores militares y los no militares. Ignorar cualquiera de ellos daría lugar a una apreciación problemáticamente estrecha del enigma estratégico de Francia en aquel momento. Y aunque no excusa otros fallos estratégicos de Francia, es necesario evitar que se saquen conclusiones demasiado simplistas y a menudo erróneas, como despreciar demasiado el uso de fortificaciones estáticas, que siguen teniendo una gran importancia en la actual guerra entre Rusia y Ucrania [12].

La necesidad de una perspectiva más holística es especialmente pertinente hoy en día, dado lo profundamente que la guerra y sus factores causales se han entrelazado con lo social. Un ejército no puede funcionar al margen de las estructuras y limitaciones impuestas por la sociedad en la que está inmersob[13], por lo que el estudio de los conflictos del pasado no puede desvincularse de las fuerzas sociales que les dieron forma. Además, la forma subjetiva en que se define cada vez más el éxito o el fracaso militar exige una introspección más profunda en el contexto de la propia victoria para aproximarse a cómo puede lograrse el éxito en una guerra futura [14]. Las plataformas de armamento no ganan guerras por sí solas. Deben emplearse en consonancia con las fuerzas sociales imperantes en cada momento.

Un ejército no puede funcionar al margen de las estructuras y limitaciones impuestas por la sociedad en la que está inmerso. Por lo tanto, el estudio de los conflictos del pasado no puede disociarse de las fuerzas sociales que le dieron forma.

Los riesgos de la extrapolación

Dado que no hay dos acontecimientos idénticos, la extrapolación es inherente al intento de aplicar las lecciones de guerras pasadas. Por tanto, el planificador militar debe discernir lo que resulta útil del caso estudiado y proyectar su relevancia hacia el futuro. Sin embargo, paradójicamente, como el futuro está tan lleno de incertidumbre, los resultados extrapolados y los reales son propensos a desviarse unos de otros. La probabilidad y el grado de desviación aumentan aún más cuando la distancia temporal entre el caso estudiado y el futuro punto de referencia es grande.

Tomemos como ejemplo a Giulio Douhet, uno de los primeros teóricos de la fuerza aérea. Se basó en sus experiencias en la Primera Guerra Mundial y en sus observaciones sobre cómo se había empleado la fuerza aérea para componer su tratado sobre la potencia aérea [15]. Sin embargo, aunque muchas de sus ideas siguen siendo relevantes hoy en día, la potencia aérea contemporánea nunca ha estado totalmente a la altura de las promesas que él vio en ella.

A diferencia de las predicciones más comedidas de sus colegas intelectuales, como William «Billy» Mitchell y Hugh Trenchard, Douhet veía la potencia aérea como la herramienta definitiva para ganar guerras en el futuro, y defendía su potencial estratégico. Sin embargo, sus conclusiones se formularon en una época en la que la potencia aérea estaba en pañales y asumía el inexorable progreso de sus tecnologías de apoyo.

Los avances en los sistemas de defensa antiaérea, que él no había previsto, hicieron que la famosa máxima «el bombardero siempre pasará» no se cumpliera en la Segunda Guerra Mundial, moderando el impacto decisivo que él predijo que tendría la fuerza aérea [16]. El tiempo tampoco ha sido benévolo con las ideas de Douhet, ya que los ataques contra centros civiles que él creía que aportarían una rápida resolución a la guerra están cada vez peor vistos por la comunidad internacional [17].

El verdadero riesgo de la extrapolación reside en llevar las expectativas al extremo. Cuando se sobreestima el valor de un objeto, puede que se le conceda más importancia de la que merece, con el consiguiente despilfarro de valiosos recursos. Lo contrario se traduce en una lenta adopción de lo que puede ser una reforma militar esencial. Esto tiene un efecto descendente sobre la capacidad de las fuerzas armadas para vencer en un conflicto futuro, ya que la doctrina, el adiestramiento y la adquisición de activos quedan atrapados en la visión extrapolada.

La extrapolación no se ve facilitada por el ritmo acelerado del cambio tecnológico actual. El ritmo actual de sus avances significa que es probable que un profesional militar tenga que adaptarse a varios sistemas de armamento a lo largo de su carrera [18]. Debido a ello, el planificador militar dispone de una gama más reducida de ejemplos históricos a los que recurrir, y su proyección sólo será válida durante una década en el mejor de los casos, lo que exigirá una revisión constante. También será necesario extrapolar entre dominios, ya que algunos vectores emergentes de conflicto, como el ciberespacio, no tienen precedentes en la historia. Para ello, es fundamental apreciar los hilos conductores que se remontan a la naturaleza inmutable de la guerra.

Mirando al futuro

El discurso sobre la guerra del futuro gira hoy en torno a cuestiones como la amenaza de la guerra híbrida, los ciberataques, el uso de sistemas de armas autónomos, la militarización del espacio, entre otras muchas tendencias emergentes. Y al igual que hizo Douhet en los primeros días del poder aéreo, los planificadores militares de hoy deben evaluar el impacto potencial de estos desarrollos y extraer las lecciones apropiadas, mediante observaciones del pasado cercano y lejano para validar sus conclusiones.

Ya hay ejemplos de actores que han hecho predicciones audaces. Por ejemplo, a pesar de que el poder cibernético está en su relativa infancia, la creación en Singapur del Servicio Digital y de Inteligencia lo ha convertido en uno de los primeros ejércitos del mundo en establecer una fuerza cibernética independiente para operar junto a sus homólogos más tradicionales desde los dominios del aire, la tierra y el mar, lo que sugiere que tiene un potencial estratégico propio [19].

Aunque no existe un enfoque único sobre cómo debemos extraer lecciones históricas, los escollos mencionados sugieren dos puntos de precaución. En primer lugar, la historia no debe tratarse como un espejo para el futuro. Aunque es mucho lo que puede enseñar, existe el peligro de asumir que los acontecimientos históricos se repiten de forma cíclica. Por ejemplo, se han hecho muchas comparaciones entre la actual rivalidad entre Estados Unidos y China y la Guerra Fría, pero considerar la primera como una mera repetición de la segunda ignora las muchas diferencias contextuales que requieren un conjunto de respuestas distintas [20]. Hay que ejercer el discernimiento a la hora de extrapolar las lecciones históricas al futuro, teniendo en cuenta los factores contextuales únicos [21].

En segundo lugar, la historia debe estudiarse en profundidad [22]. Estudiar el conflicto más reciente suele ser atractivo porque su actualidad podría sugerir una mayor relevancia futura y existe una mayor familiaridad con los medios utilizados. Sin embargo, lo reciente del acontecimiento también implica la escasez de sus datos, ya que las fuentes oficiales no suelen estar disponibles hasta años, o incluso décadas, después de su conclusión. Aunque se pueden consultar datos de fuentes abiertas como alternativa, la omnipresencia de la desinformación la convierte en una fuente poco fiable, por lo que es necesario tener cuidado para discernir los hechos de la ficción [23]. Además, si el conflicto aún está en curso, sacar conclusiones puede ser prematuro, ya que los acontecimientos siguen desarrollándose, a veces con giros inesperados.

La guerra entre Rusia y Ucrania es un buen ejemplo de ello, ya que en menos de un año ya ha sido testigo de drásticas fluctuaciones en la suerte de ambos contendientes [24]. Por tanto, es probable que cualquier lección significativa de la guerra entre Rusia y Ucrania sólo pueda extraerse a posteriori, a medida que surja una imagen más matizada tras un análisis minucioso [25]. Aún mejor sería comparar las observaciones extraídas del conflicto con las extraídas de muestras a lo largo de un marco temporal más amplio, lo que permitiría una apreciación más completa de las tendencias relevantes y su impacto. La paciencia y la humildad son, por tanto, rasgos necesarios para quienes pretenden escudriñar en el pasado los secretos del futuro. Nada de lo que está por venir es inevitable y, aunque la historia puede ayudar a iluminar los caminos futuros, los sabios la consultan con prudencia.

Notas
[1] Jane Butler, Ross Coffey, Kathryn Pegues y John Salvador, «Data Analytics in the Combatant Command: Improving the Approach to Decision-Making», Strategy Bridge, 6 de septiembre de 2021, https://thestrategybridge.org/the-bridge/2021/9/6/data-analytics-in-the-combatant-command-improving-the-approach-to-decision-making.
[2] Jill R. Russell, «Con rifle y bibliografía: El general Mattis sobre la lectura profesional», Strife, 7 de mayo de 2013,
http://www.strifeblog.org/2013/05/07/with-rifle-and-bibliography-general-mattis-on-professional-reading/.
[3] Carl Von Clausewitz, Sobre la guerra, eds. y trans. Michael Howard y Peter Paret (Princeton: Princeton University Press, 1989), 85-89.
[4] Alex Roland, «War and Technology», Foreign Policy Research Institute, 27 de febrero de 2009, https://www.fpri.org/article/2009/02/war-and-technology/.
[5] Michael Howard, «The Use and Abuse of Military History», Parameters, Journal of the US Army War College 11, No. 1 (1981): 14.
[6] Williamson Murray, «Armored warfare: The British, French, and German experiences», en Military Innovation in the Interwar Period, eds. Williamson Murray y Allan R. Millett (Cambridge: Cambridge University Press, 1996), 37-39.
[7] Ibídem, 29-32.
[8] «The German ‘Lightning War’ Strategy Of The Second World War», Imperial War Museums, consultado el 15 de diciembre de 2022, https://www.iwm.org.uk/history/the-german-lightning-war-strategy-of-the-second-world-war.
[9] Azar Gat, «La influencia británica y la evolución del brazo panzer: ¿Mito o realidad? Part I,» War in History 4, No. 2 (abril de 1997); Azar Gat, «British Influence and the Evolution of the Panzer Arm: ¿Mito o realidad? Parte II», War in History 4, nº 3 (julio de 1997).
[10] Von Clausewitz, Sobre la guerra, 593.
[11] De hecho, el diccionario Merriam-Webster la define como «una barrera o estrategia defensiva que inspira una falsa sensación de seguridad»; Enno Kraehe, «The Motives behind the Maginot Line», Military Affairs 8, nº 2 (verano de 1944): 112-113.
[12] Stephen Biddle, «Ucrania y el futuro de la maniobra ofensiva», War on the Rocks, 22 de noviembre de 2022, https://warontherocks.com/2022/11/ukraine-and-the-future-of-offensive-maneuver/.
[13] Ian Li, «The Importance of Context for Military History and Education,» POINTER: Journal of the SAF 46, No. 2 (2020): 57-58.
[14] J. Boone Bartholomees, «Teoría de la victoria», Parameters 38, núm. 2 (verano de 2008): 31-33.
[15] Giulio Douhet, El mando del aire, trad. Dino Ferrari (Washington, D.C.: Air Force History and Museums Program, 1998).
[16] David Berkland, «Douhet, Trenchard, Mitchell y el futuro de la potencia aérea», Defense & Security Analysis 27, nº 4 (diciembre de 2011): 389-390.
[17] Neta C. Crawford, «Targeting Civilians and U.S. Strategic Bombing Norms: Plus ça change, plus c’est la même chose?», en The American Way of Bombing: Changing Ethical and Legal Norms, from B-17s to Drones, eds. Matthew Evangelista y Henry Shue (Ithaca y Londres: Cornell University Press, 2014), 64-68.
[18] Roland, «Guerra y tecnología».
[19] «Hoja informativa: El Servicio Digital y de Inteligencia», MINDEF Singapur, modificada por última vez el 28 de octubre de 2022,
https://www.mindef.gov.sg/web/portal/mindef/news-and-events/latest-releases/article-detail/2022/October/28oct22_fs.
[20] Ian Li, «The U.S.-China Rivalry as Seen in the Cold War’s Rear-View Mirror», Strategy Bridge, 1 de octubre de 2019, https://thestrategybridge.org/the-bridge/2019/10/1/the-us-china-rivalry-as-seen-in-the-cold-wars-rear-view-mirror.
[21] Frank Hoffman, «Learning Large Lessons from Small Wars», War on the Rocks, 5 de febrero de 2014, https://warontherocks.com/2014/02/learning-large-lessons-from-small-wars/.
[22] Howard, «El uso y abuso de la historia militar», 14.
[23] Julie Jargon, «How to Tell News Fact from Fiction, Even During a War», The Wall Street Journal, 5 de marzo de 2022, https://www.wsj.com/articles/how-to-spot-fake-news-even-during-a-war-11646434626.
[24] Biddle, «Ucrania y el futuro de la maniobra ofensiva».
[25] William Leben, «Let’s hold our horses on drawing lessons from war in Ukraine», The Strategist, Australian Strategic Policy Institute, 19 de mayo de 2022, https://www.aspistrategist.org.au/lets-hold-our-horses-on-drawing-lessons-from-war-in-ukraine/.

Fte. Real Clear Defense (Ian Li)

Ian Li es investigador asociado del Programa de Estudios Militares de la Escuela de Estudios Internacionales S. Rajaratnam, NTU, Singapur.