¿Por qué Putin necesita a Wagner? La lucha de poder oculta que sostiene a la brutal milicia rusa

A principios de mayo, estallaron las tensiones entre el Ministerio de Defensa ruso y Wagner, la empresa militar privada cercana al Presidente ruso Vladimir Putin. Durante meses, los soldados de Wagner habían desempeñado el papel protagonista en el asedio ruso a Bajmut, al  este de Ucrania, con un enorme coste humano.

Ahora, Yevgeny Prigozhin, el combativo líder de Wagner, está harto. En un espeluznante vídeo que ha hecho público, aparece rodeado de los cadáveres de sus soldados en Bajmut, profiriendo improperios contra Sergei Shoigu, Ministro de Defensa ruso, así como contra los jefe del Estado Mayor y de las fuerzas rusas en Ucrania. Prigozhin amenazó con retirar sus fuerzas de Bajmut si no se les proporcionaba inmediatamente más munición.

Para muchos observadores, parecía estar surgiendo una grieta importante entre Wagner y el Kremlin. Otros especularon con que los días de Prigozhin podrían estar contados, ahora que aparentemente se había enemistado con toda la cúpula militar rusa. Pero dos días después, Prigozhin se retractó de su amenaza de sacar a Wagner de Bajmut e intentó presentar la situación como resuelta satisfactoriamente a su favor. Más tarde, en un nuevo vídeo, reprendió a un «abuelo feliz» anónimo que «se cree bueno», levantando muchas cejas en Moscú sobre a quién estaba apuntando. Al final, el melodrama parecía un intento desesperado de Prigozhin por salvar la reputación de Wagner como la única unidad rusa capaz de realizar operaciones ofensivas, a pesar de sus catastróficas pérdidas en Bajmut.

Sin embargo, en esta visión falta saber la razón por la que Putin tolera esas payasadas y dónde encaja realmente Wagner dentro de la jerarquía militar y de inteligencia rusa. De hecho, el ascenso de Wagner a la prominencia es solamenta el más reciente desarrollo en una larga historia de dependencia rusa y soviética de las fuerzas no oficiales, que se remonta hasta la era de Stalin. Además, el Grupo tiene un importante legado en Ucrania, donde surgió por primera vez durante la anterior guerra de Rusia en el Donbass, hace ocho años. Para Putin, Wagner también se ha convertido en un medio crucial para frenar a los militares, a los que considera desde hace tiempo como amenaza potencial para su gobierno. Contrariamente a las suposiciones occidentales, el destacado papel de Wagner en la guerra tiene que ver con la dinámica del poder en Moscú y con lo que está ocurriendo en el campo de batalla en Ucrania.

La fuerza secreta de Stalin

Para entender la fuerza relativa de Prigozhin y Wagner en Rusia, es necesario considerar cómo ven la empresa al menos cuatro partes diferentes del Estado ruso: la agencia de inteligencia militar, conocida como GRU; los militares en general; la agencia de seguridad del Estado, conocida como FSB; y el propio Putin.

La GRU desempeñó un papel destacado en los orígenes de Wagner, y las razones residen en gran medida en las tumultuosas reformas que sufrió la inteligencia militar a finales de la década de 2000 y principios de 2010. Bajo el mandato del predecesor de Shoigu, Anatoly Serdyukov, que fue ministro de Defensa de 2007 a 2012, el Ministerio había intentado reducir el papel del GRU dentro de las Fuerzas Armadas. Sin embargo, poco después de asumir el cargo, Shoigu cambió de rumbo y destinó nuevos recursos al GRU. Como resultado, la Agencia se reforzó con nuevos efectivos, muchos de los cuales fueron reclutados de las fuerzas especiales militares Spetsnaz, tradicionalmente supervisadas por el GRU. Para los generales que dirigían la Agencia, la incorporación de más Spetsnaz tenía sentido: el Ejército ruso estaba por entonces muy implicado en el conflicto de Siria, así como en Crimea y el este de Ucrania, y el GRU estaba cambiando su enfoque hacia lo que denominaba «inteligencia activa»: llevar a cabo operaciones armadas en lugar de limitarse a cultivar fuentes como en el espionaje tradicional. En los años siguientes, esta mentalidad Spetsnaz creció dentro de la agencia, y el General Vladimir Alexeev, que estaba a cargo de los Spetsnaz, fue ascendido a primer jefe adjunto del GRU.

Fue en medio de este cambio en las prioridades del GRU cuando los medios de comunicación rusos informaron por primera vez de la existencia de Wagner. En 2015, el sitio de noticias independiente Fontanka.ru, con sede en San Petersburgo, informó de que miembros de la empresa militar privada estaban activos en el este de Ucrania. Fontanka también fue el primero en informar de que Prigozhin era uno de los principales patrocinadores de Wagner y que Dmitry Utkin, que había servido como comandante de Spetsnatz, estaba a cargo de las operaciones militares de Wagner. De hecho, aunque se desconocía en ese momento, se había formado un nuevo departamento dentro del GRU para supervisar las actividades de las empresas militares privadas, incluida Wagner. Unos meses después de que se informara por primera vez de la existencia de Wagner, un funcionario del GRU nos confirmó la existencia de este nuevo departamento, cuyo personal estaba compuesto, como era de esperar, por veteranos de los Spetsnaz. Para el GRU, Wagner proporcionaba una conveniente negación de sus operaciones, en un momento en que Rusia negaba públicamente su implicación directa en el este de Ucrania.

A primera vista, el uso de empresas militares privadas encajaba en un nuevo modelo de guerra del siglo XXI. Estados Unidos había recurrido a contratistas militares en Irak, por ejemplo, y Wagner presentaba algunas similitudes con Blackwater, el contratista militar estadounidense. Pero para el GRU, Wagner era también la continuación de una tradición mucho más antigua que se remontaba a la época soviética, cuando el Kremlin recurría a fuerzas interpuestas para intervenir en conflictos en todo el mundo. «Es como cuando teníamos militares disfrazados en España durante la Guerra Civil española», nos dijo un funcionario del GRU en 2017, cuando le preguntamos por qué la Agencia necesitaba una empresa militar privada como Wagner.

Aunque el Gobierno soviético nunca confirmó oficialmente su intervención, está demostrado que Stalin envió asesores militares para apoyar a las fuerzas republicanas en España en la década de 1930. A todos los soldados que fueron se les dio nombres falsos que sonaban españoles. (Uno de estos asesores fue el legendario oficial soviético Haji Mamsurov, conocido en España como Coronel Xanti y que pudo ser uno de los posibles prototipos del personaje de Robert Jordan en la novela de Ernest Hemingway “Por quién doblan las campanas”). En 2015, una localidad española cercana a Madrid inauguró un monumento al coronel Xanti en una ceremonia a la que asistieron descendientes de Mamsurov y funcionarios del Gobierno ruso.

Los oficiales soviéticos y rusos consideraron durante mucho tiempo a la Guerra Civil española como una «guerra buena»: Los soldados soviéticos habían estado en el bando correcto y la lucha era innegablemente antifascista, ya que los republicanos luchaban contra las fuerzas nacionalistas del general Francisco Franco, aliado tanto de Mussolini como de Hitler. En la historiografía oficial rusa, la intervención soviética en España se considera la precursora directa de la Gran Guerra Patria, la monumental lucha de Rusia contra la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial.

Para el GRU, la experiencia rusa en la Guerra Civil española se convirtió en una cómoda justificación de su apoyo a las fuerzas de Wagner en Ucrania, donde el Kremlin insistía en que estaba luchando de nuevo contra los fascistas. Y Wagner tenía incluso su propio coronel Xanti: al igual que el famoso oficial soviético, Dimitry Utkin usaba un nombre de guerra -Wagner- y sus hazañas incluían dirigir a mercenarios rusos, en su caso en Siria.

El juego de los generales

Sin embargo, una cuestión mucho más complicada es el alcance del apoyo de Wagner dentro del estamento militar y el FSB. En los años transcurridos desde su aparición en 2015, y especialmente desde el inicio de la actual guerra de Rusia en Ucrania, el carácter de las operaciones militares de Wagner ha evolucionado considerablemente. Comenzó como una fuerza mercenaria proxy secreta y negable, y evolucionó gradualmente hasta convertirse en una gran unidad militar con operaciones en varios países, su propia artillería y fuerza aérea y, finalmente, enormes vallas publicitarias de reclutamiento en las calles de las ciudades rusas, su propia producción cinematográfica glorificando sus hazañas y una gran torre brillante en San Petersburgo para su sede corporativa. También se dio a conocer como la fuerza más brutal rusa, jactándose abiertamente de matar a los «traidores» de la forma más horrible.

A medida que Prigozhin se volvió más audaz en sus críticas a la cúpula militar, muchos observadores empiezan a preguntarse durante cuánto tiempo podrá salirse con la suya. Por el momento, el GRU ha mantenido su apoyo a Wagner, según funcionarios con los que hemos hablado dentro de las fuerzas Spetsnaz de la Agencia. El GRU parece creer que Wagner sigue siendo útil.

Pero este respaldo no da mucha seguridad a Prigozhin. Durante el mandato de Putin, ha habido ocasiones notables en las que el apoyo del GRU no contaba demasiado. En los primeros años de este siglo, por ejemplo, el GRU y sus fuerzas Spetsnaz supervisaron un batallón militar en Chechenia llamado Vostok, dirigido por Ruslan Yamadayev, un poderoso señor de la guerra checheno. Vostok era una fuerza eficiente, y Yamadaev era leal al GRU. Pero esto no bastó para protegerle cuando su clan entró en conflicto abierto con Ramzan Kadyrov, el Presidente de Chechenia. En septiembre de 2008, Yamadaev fue asesinado a tiros desde un coche sentado en su Mercedes en un semáforo a unos cientos de metros de la Casa Blanca de Moscú (sede del Gobierno ruso). Muchos creen que el asesinato fue ordenado por Kadyrov.

Por el momento, Prigozhin conserva cierto apoyo entre los militares, a pesar de sus cáusticas críticas al Ministerio de Defensa. Desde septiembre de 2022, cuando Rusia perdió gran parte de su territorio ante la ofensiva ucraniana en el noreste, Prigozhin ataca abiertamente a la cadena de mando militar rusa. No obstante, los medios de comunicación, fuertemente controlados, incluidos los llamados voenkors, reporteros de guerra rusos integrados en el Ejército, han recibido la orden de promocionar a Wagner y sus actividades en Ucrania. Como resultado, los periódicos pro-Kremlin han seguido publicando entrevistas con oficiales de Wagner que glorifican el espíritu de combate del Grupo.

Incluso ahora, la cobertura pro-Wagner de los medios rusos no ha disminuido. Además, el propio Ejército parece seguir apoyandolo. Según Prigozhin, tras la publicación de su vídeo Bakhmut, la cúpula militar encargó al General Sergey Surovikin, antiguo jefe de las fuerzas rusas en Ucrania y todavía uno de los generales más respetados de Rusia, que supervisara el suministro de munición y recursos a Wagner.

Para Prigozhin, una ventaja es que, aparte de él, Wagner ha permanecido sin rostro, y la cúpula militar rusa no lo ve como competencia. Aunque Prigozhin ha promocionado incesantemente a sus combatientes como la fuerza de combate más capaz del bando ruso, también ha hecho un esfuerzo especial por mantener en el anonimato a sus oficiales y comandantes de campo. Ninguno de sus nombres, ni siquiera el de Utkin, es familiar para los rusos de a pie, y cuando los soldados y oficiales de Wagner son entrevistados por los voenkors, permanecen en el anonimato. La tolerancia de la cúpula militar hacia Wagner es importante, pero podría retirarse en el momento en que el Ejército o el Kremlin lo consideren oportuno. Los generales rusos no son conocidos por su lealtad a sus compañeros de armas.

Igual de importante para Wagner es la postura del FSB, la principal agencia de inteligencia rusa. Tras los tropiezos iniciales del FSB al comienzo de la guerra, la Agencia ha recuperado recientemente su posición e influencia dentro de la clase dirigente rusa. En la propia Rusia, el FSB se ha vuelto cada vez más agresivo en la represión de cualquier signo de disidencia. Pero también es muy activo en Ucrania, especialmente su Departamento de Contrainteligencia Militar, que supervisa al Ejército y tiene la misión de reprimir toda forma de resistencia en los territorios ocupados por Rusia. Wagner, como unidad militar, cae bajo la responsabilidad de esta rama del FSB, y esto ofrece poco consuelo a Prigozhin.

La utilidad de la maldad

Sin embargo, el factor más importante para que Prigozhin siga desempeñando su papel en Ucrania es el propio Putin. De hecho, los repetidos ataques de Prigozhin a los dos principales jefes militares parecen tan fuera de lugar que sólo el apoyo personal de Putin parece poder explicar que el líder de Wagner siga desempeñando un papel en la guerra. Pero, ¿por qué Prigozhin es valioso para Putin?

La explicación está en la complicada relación de Putin con los militares rusos. Durante sus primeros años en el poder, uno de los mayores retos de Putin fue mantenerlos bajo control. Como uno de los ejércitos más grandes del mundo en un vasto país donde todo se hace internamente, los militares tienen la tradición de asegurarse de que el mundo exterior sepa lo menos posible sobre sus actividades. Eso significa que las formas habituales de gobierno y supervisión pública, ya sea a través del Parlamento, las fuerzas del orden o los medios de comunicación, simplemente no tienen lugar en Rusia. Durante su primera década en el poder, Putin trató de reforzar su control sobre las Fuerzas Armadas nombrando ministro de Defensa al ex general del KGB y su amigo de confianza Sergei Ivanov. Pero Putin se vio obligado a sustituirle en 2007 cuando quedó claro que sus esfuerzos por iniciar una reforma militar de mayor envergadura habían fracasado. Más tarde, con Shoigu, otro extraño al estamento militar, Putin volvió a intentar ganar más influencia.

En la Rusia de Putin, cuanto más actúe Prigozhin como un malvado bufón de la corte, mejor.

Pero ahora, tras más de un año de guerra en Ucrania, hay pocas pruebas de que Putin haya tenido más éxito con Shoigu que con Ivanov. Además, Putin entiende que en tiempos de guerra los militares tienden a ganar más poder dentro del Estado. Sabe que cuanto más dure la guerra, más crecerá ese poder y más difícil le resultará ejercer el control. Y como tiende a ver el mundo en términos de amenazas, el poder relativo de los militares es algo que le preocupa, en cierto modo incluso más que su actuación en el campo de batalla.

En consecuencia, Putin ha recurrido a métodos cada vez menos ortodoxos para controlar a los generales. A partir del otoño de 2022, por ejemplo, animó a los voenkors a hacer públicos los problemas del Ejército. Pero aún más importante ha sido el papel de Wagner como fuerza de contrapeso. Para Prigozhin, a pesar de las extraordinarias bajas sufridas por sus soldados, se trata de una situación en la que todos salen ganando. Reconoce que nunca supondrá una amenaza política para Putin porque no cuenta con ningún otro respaldo dentro de la élite dirigente rusa aparte del patrocinio del propio Putin. Y Putin se ha cuidado de mantenerlo así.

Con su estatus especial, dirigido por el GRU, tolerado por los militares y protegido por Putin, Prigozhin espera mantener su posición única en la cada vez más medieval corte del Kremlin. Y en esta situación, incluso los escandalosos ataques de Prigozhin pueden ser parte del diseño: cuanto más actúe como un malvado bufón de la corte, mejor. Se trata de un tipo conocido en la historia rusa. En el siglo XVIII, el zar Pedro el Grande convirtió a Alexander Menshikov, su propia versión de un bufón de la corte, en el príncipe más poderoso del país por una razón muy parecida: Menshikov, de origen modesto, carecía de prestigio entre la aristocracia rusa y era brutal, despiadado y totalmente leal al Zar, que tenía la costumbre de golpearle con un palo.

Lo que Prigozhin parece no entender, sin embargo, es que la Rusia de Putin no es la de Pedro el Grande, por mucho que él y Putin hayan intentado que lo sea. Muchos sectores de la sociedad rusa, en particular la burocracia del país, observan con horror y repugnancia las salidas de tono del jefe de Wagner. En estos momentos, Wagner está gastando más munición que cualquier otra unidad rusa, lo que sólo puede justificarse mientras esté haciendo lo que Prigozhin prometió: avanzar en Bajmut. Si las cosas se tuercen en el campo de batalla, esta enorme campaña de un mes de duración, en la que Wagner ha sacrificado miles de vidas humanas y destruido enormes cantidades de material de guerra, podría empezar a parecer un colosal despilfarro de recursos escasos. Pero que Putin considere un serio revés de Wagner como una ofensa capital es otra cuestión. El Presidente ruso tiene un largo historial de recurrir de manera eficaz a burócratas, políticos y otros secuaces fracasados, como el ex presidente y primer ministro Dmitri Medvédev. Prigozhin podría ser el siguiente.

Fte. Foreing Affairs (Andrei Soldatov e Irina Borogan)

ANDREI SOLDATOV es investigador principal no residente del Center for European Policy Analysis y cofundador y editor de Agentura.ru, un observatorio de las actividades de los servicios secretos rusos.

IRINA BOROGAN es investigadora principal no residente del Center for European Policy Analysis y cofundadora y directora adjunta de Agentura.ru. Es coautora de The Compatriots: Los exiliados rusos que lucharon contra el Kremlin.