Los tres grandes desafíos intelectuales de la US Navy

La Marina y el Cuerpo de Marines de Estados Unidos están desarrollando una agresiva estrategia de educación naval para profundizar las capacidades intelectuales de su Fuerza. El objetivo, siguiendo el liderazgo del Secretario de Marina en funciones Thomas B. Modly, es construir un equipo altamente educado con un profundo conocimiento de la estrategia, la geopolítica, las tecnologías emergentes, la gestión de recursos y la adquisición de armas. Este enfoque en la educación es vital para la seguridad nacional porque durante los próximos 25 años, tres de los mayores desafíos estratégicos de la Marina serán de carácter intelectual, no operacional o táctico.

1- Diseñar la futura fuerza naval

El mayor reto de la Marina es diseñar una estructura de fuerza para afrontar una nueva era de gran incertidumbre.

Desde 1989, los Estados Unidos han disfrutado de un incuestionable dominio de los mares; su fuerza naval ha sido diseñada con eso en mente. Su tarea no ha sido establecer el control sobre las rutas marítimas, sino emplear suo control total para proyectar la fuerza lejos en el interior, usando aviones de transporte, misiles de crucero lanzados desde el mar y brigadas de la Marina. Pero esa era ha terminado, debido al resurgimiento del poder naval chino y ruso y la difusión de la tecnología avanzada de misiles.

Para las próximas décadas, necesitan diseñar y desplegar una flota que pueda hacer frente a gran multiplicidad de amenazas sin la presunción de disponer del control marítimo. Esa flota debe, por supuesto, ser capaz de luchar una guerra marítima convencional contra adversarios iguales. Sin embargo, una flota diseñada exclusivamente para ese propósito podría dejar a Estados Unidos sin la posibilidad de cumplir otras misiones críticas, como derrotar a las potencias regionales rebeldes, mantener la disuasión nuclear, proyectar el poder hacia el interior, contrarrestar las insurgencias, salvaguardar la libertad de los mares y librar una constante guerra cibernética.

Aún más desafiante, esa flota debe ser diseñada para enfrentar desafíos que no se pueden identificar actualmente. Como el Secretario de Defensa Robert Gates señaló una vez, «Cuando se trata de predecir la naturaleza y la ubicación de nuestros próximos compromisos militares, desde Vietnam, nuestro récord ha sido perfecto. Ni una sola vez lo hemos hecho bien, desde Mayagüez hasta Granada, Panamá, Somalia, los Balcanes, Haití, Kuwait, Irak, y más, no teníamos ni idea un año antes de ninguna de estas misiones de que estaríamos tan comprometidos». La flota debe ser, entonces, lo suficientemente flexible para enfrentarse a lo inesperado e impredecible, ya que la próxima guerra puede traer sorpresas en la ubicación y las tácticas.

2- Afrontar el cambio tecnológico

Su Armada también debe entender cómo las nuevas tecnologías cambiarán el campo de batalla, y ajustar la estructura de fuerzas y tácticas para adaptarse. Ganar en el futuro requerirá excelencia operacional, pero averiguar cómo prepararse es en gran parte un problema intelectual. ¿Cómo cambiarán las tácticas de la flota los avances en el espacio y la guerra cibernética? ¿Qué nuevas opciones, y nuevos peligros, plantean la robótica, la IA, el aprendizaje automático, la informática cuántica, la tecnología de los drones, la guerra espacial y la piratería informática cibernética? ¿Qué armas se están volviendo obsoletas y qué otras nuevas están surgiendo? ¿Cómo avanzarán estas nuevas tecnologías y tácticas basadas en la tecnología o dificultarán nuestros planes de batalla?

3- Comprar y mantener naves

Finalmente, la Armada debe crear nuevas clases de naves de superficie, construirlas en grandes cantidades a un costo razonable y mantenerlas en condiciones de combate. Este no es el lugar para repetir los muchos argumentos sobre los méritos relativos de los tres programas de naves de superficie más recientes: los destructores Zumwalt, las naves de combate del litoral, y los portaaviones de clase Ford. Basta con señalar que nadie, ni siquiera los más sinceros defensores de esos buques, afirmarán que estos programas vitales han cumplido las más altas esperanzas y expectativas de la Marina. Tampoco los programas de mantenimiento han cumplido con los estándares de velocidad, efectividad y excelencia. Todo el mundo está de acuerdo en que pueden hacerlo mejor.

Estos desafíos críticos de adquisición y mantenimiento son, de nuevo, principalmente problemas intelectuales. No se puede continuar haciendo lo que siempre se ha hecho, sólo un poco mejor. En cambio, se necesita rediseñar y reinventar loss programas de adquisición y mantenimiento para el siglo XXI.

El camino a seguir

La Navy está abordando estos tres problemas de forma agresiva. Está llevando a cabo una Naval Force Structure Assessment, para diseñar una flota que satisfaga las necesidades futuras, empleando la ciencia de los datos y las técnicas de gestión del sector privado para mejorar el mantenimiento de las aeronaves, y creando una nueva Warfighting Development Directorate, bajo la dirección del Vicealmirante Stuart Munsch, para integrar la educación, la estrategia, la investigación de operaciones, la lucha contra la guerra y las últimas ideas sobre la tecnología y la guerra.

Estos son pasos significativos. Pero las tres cuestiones mencionadas no son problemas que deban resolverse a corto plazo, sino desafíos a largo plazo que deben ser constantemente evaluados y abordados. La capacidad para avanzar con éxito no dependerá de una sola decisión que se tome hoy, sino de la claridad, el rigor y la creatividad de pensamiento sobre miles de puntos de decisión a lo largo de las dos próximas décadas.

Vivimos en una época de cuasi paz. Aunque el combate naval podría estallar en cualquier momento, hay una pausa ahora que debería permitir pensar rigurosamente en el futuro. Ese futuro se definirá por la medida en que se logre superar con éxito los tres grandes desafíos intelectuales antes mencionados.

No se puede dar por sentado el éxito. En lugar de ello, se tiene que pasar ahora a crear equipos de pensadores de talla mundial, que puedan evaluar procesos actuales y definir un nuevo camino a seguir. Es de esperar que se pueda reclutar a algunos de estos nuevos pensadores del sector privado, pero en realidad, se necesita hacer un mejor trabajo para desarrollar talento propio, liderado por oficiales y líderes civiles de la Marina que han sido educados para pensar de manera diferente, imaginativa y creativa sobre el poder marítimo.

Los tres desafíos a los que se enfrentan son problemas intelectuales de primer orden. Resolverlos requerirá de las mentes mejor educadas que su país tiene para ofrecer. Necesitan que los pensadores y los responsables de la seguridad nacional reconozcan este hecho y presten su apoyo, así como sus ideas, al esfuerzo por construir las capacidades intelectuales de la fuerza.

Fte. Defense One

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