Los carros de combate M1 Abrams y Leopard 2 de Ucrania no son una bala de plata

carros de combateEl Presidente Joe Biden anunció formalmente el miércoles que Estados Unidos enviará 31 de los temidos tanques M1 Abrams a Ucrania, despejando el camino para que Berlín envíe a Kiev sus formidables tanques Leopard 2. El Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, saludó la decisión, afirmando que ayudarán a Ucrania a «ganar y prevalecer» sobre Rusia. Este artículo, el último de una serie de tres partes, examina el funcionamiento de la guerra de carros de combate moderna y hace notar que, probablemente no será hasta finales de 2023, cuando Ucrania pueda esperar de forma realista emplear eficazmente sus nuevos blindados.

Para las Fuerzas Armadas ucranianas resultará mucho más difícil de lo que muchos creen convertir estos modernos carros de combate de la OTAN en una fuerza ofensiva eficaz lo bastante potente como para expulsar de Ucrania al Ejército de Putin. Dejando a un lado las emociones, el análisis militar frío y minucioso de los factores en juego nos lleva a la conclusión de que las probabilidades de que Ucrania sea capaz de desplegar una fuerza eficaz, posiblemente antes de este otoño, son muy escasas. Existen razones muy prácticas para llegar a esta conclusión.
La defensiva es la forma más fuerte de guerra y requiere un nivel de adiestramiento mucho menor para llevarla a cabo con eficacia. Mantener una línea de trincheras o defender obstáculos naturales como ríos, montañas y lagos requiere valor y voluntad de luchar duro, y disponer de un número significativo de artillería y armas de fuego directo, para que el atacante pague un alto coste, pero requiere un nivel de coordinación comparativamente modesto.

Ucrania lleva casi nueve años librando una u otra forma de guerra defensiva, y se ha vuelto bastante hábil a la hora de impedir los avances rusos. Desde que se detuvieron sus ataques iniciales en marzo del año pasado, Rusia también ha tenido que centrarse en construir fuertes defensas y, especialmente desde las debacles del otoño pasado, las fuerzas rusas también se han vuelto expertas en defender su lado de la actual línea de contacto.

Ofensiva frente a defensiva

La guerra ofensiva, por el contrario, requiere gran potencia de fuego, valor y tenacidad, pero también mayores niveles de destreza, adiestramiento y experiencia de los oficiales y suboficiales. También requiere capacidad de maniobra a gran escala y altamente coordinada con grandes grupos de combate. Este tipo de operaciones requiere formación, experiencia y tiempo considerables para realizar ensayos reales (ejercicios sobre el terreno). Pero para vencer en batallas acorazadas, no siempre es necesario derrotar directamente a los carros enemigos en combate directo.

La forma más eficaz de derrotar a un ataque acorazado o mecanizado puede ser destruir o inutilizar su cola logística. Los alemanes perdieron la famosa Batalla de las Ardenas de la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, en gran medida porque sus tanques se quedaron sin gasolina; flotas enteras de tanques tuvieron que ser abandonadas en el campo de batalla porque los aliados habían destruido los suministros de combustible de Hitler. Del mismo modo, el famoso «Thunder Run» de tanques estadounidenses en Bagdad en 2003 estuvo a punto de ser destruido por las tropas iraquíes cuando los tanques casi se quedaron sin combustible; sólo una heroica carrera de combustible a través de carreteras infestadas de enemigos salvó a los tanques.

Para sorpresa de muchos, en la guerra de Ucrania, que ha durado casi un año, se han documentado muy pocos enfrentamientos tanque contra tanque, más allá de un puñado de duelos. Por eso, no está claro cómo van a conseguir las unidades acorazadas ucranianas, aunque estén perfectamente entrenadas y sean muy competentes, que la presencia de los carros de combate de la OTAN cambie las reglas del juego, como afirman muchos occidentales. Parece que en Occidente existe la creencia de que los tanques alemanes y estadounidenses no pueden ser derrotados por los blindados rusos. Se podría perdonar a algunos por pensar así, pues las pruebas parecen sugerir que los carros occidentales han sido casi insensibles a los blindados de la era soviética.

Enfrentamientos históricos tanque contra tanque

En la Tormenta del Desierto, los tanques iraquíes T72 no destruyeron ningún Abrams M1A1, mientras que las fuerzas de Saddam perdieron más de 3.000 tanques en total. Se observaron disparidades similares en las fases de maniobras de la Operación Libertad Iraquí. Pero esos grandes desequilibrios se debieron a dos factores: la superioridad de los equipos estadounidenses, operados por individuos y unidades altamente entrenados, y la incompetencia de los tripulantes iraquíes, lastrados por un sistema de mantenimiento casi inexistente. Pero lo cierto es que incluso los modernos tanques estadounidenses, alemanes, británicos y franceses no son a prueba de balas y pueden ser destruidos en combate.

Los misiles guiados antitanque (ATGM) rusos, los proyectiles de cañón de 125 mm (de los tanques T72 y superiores), los cohetes, los potentes drones y la artillería pesada tienen la capacidad de inutilizar o destruir los tanques de la OTAN. Igualmente, importante es el hecho de que los requisitos logísticos y de mantenimiento de los carros de combate modernos requieren un sistema robusto y bien abastecido para mantener los vehículos llenos de combustible, abastecidos de munición y de la gran cantidad de piezas de reparación necesarias para mantener en funcionamiento a estos colosos.

El general retirado Mark Hertling, ex comandante de la 1ª División Blindada, explicó detalladamente en un hilo de Twitter los verdaderos retos que cualquier país debe dominar si quiere disponer de una fuerza eficaz de tanques M1 Abrams estadounidenses.

Se trata de un proceso extenso y complejo. La conclusión es que disponer de una fuerza de carros de combate de la OTAN del calibre de un «game changer» es mucho más complejo que simplemente poseer vehículos blindados modernos. Si Ucrania quiere poseer un puño blindado equivalente al que empleó Estados Unidos en 1991 y 2003, tendrá que pagar el precio necesario para construirlo, y eso requerirá tanto activos como capital humano de calidad y, sobre todo, tiempo.

Cuando luche en el combate de tanques 73 Easting en 1991, nuestra unidad había realizado más de un año de intenso entrenamiento a nivel de pelotón, sección y compañía; a eso se sumó otro mes de adiestramiento de campo a escala de regimiento en Arabia Saudí antes de cruzar la frontera para atacar a las unidades blindadas iraquíes. Contábamos con todas las ventajas, teníamos el Ejército con la tecnología más avanzada del planeta en aquel momento y una cantidad prácticamente ilimitada de munición, combustible y piezas de repuesto.

El enemigo iraquí contra el que combatíamos carecía de armada, fuerza aérea y su material er soviético anticuado y en mal estado. Habían sido desmoralizados por el inepto liderazgo militar de Saddam Hussein, dirigidos en el campo por comandantes mal entrenados, y cuyos tripulantes tenían pésimas habilidades artilleras, por no mencionar que habían sido sometidos a bombardeos prácticamente las veinticuatro horas del día por nuestras fuerzas aéreas aliadas durante más de un mes.

Combinado con el hecho de que los campos de batalla estaban muy abiertos y no ofrecían prácticamente nada tras lo que esconderse, el resultado estaba predestinado antes de que se disparara el primer tiro. Ucrania, en cambio, no tiene ninguna de las ventajas que tuvimos nosotros.

Fte. 19fortyfive