Lo que la guerra de Ucrania enseña sobre las guerras terrestres modernas (Parte I)

Es difícil aprender las lecciones correctas de las guerras del pasado. Más difícil aún es poner en práctica esas lecciones de forma útil. Es ciertamente arriesgado, entonces, buscar lecciones sobre la guerra en un conflicto que aún está en curso, pero vamos a intentarlo.

En esta serie de tres partes, nos esforzaremos por extraer algunas lecciones de la conducción de la guerra entre Rusia y Ucrania hasta este momento.

Ucrania: La maniobra ofensiva no ha desaparecido

La guerra comenzó con una espectacular maniobra rusa destinada a tomar Kiev y obligar al gobierno ucraniano a capitular. Esa maniobra, que también incluía un asalto aéreo, fracasó estrepitosamente y condujo a una retirada desordenada en las semanas siguientes. En el transcurso de esa retirada, la infantería, la artillería y la aviación ucranianas eliminaron vehículos blindados rusos aparentemente a voluntad. La llegada del «Santo Javelin» hizo que se cuestionara si el tradicional equipo de infantería y blindados podría sobrevivir en un contexto definido por armas de infantería de mayor alcance y más letales. Esto evolucionó hacia discusiones sobre si el carro de combate, el venerable líder de los blindados en el campo de batalla, se ha quedado finalmente obsoleto.

Las ofensivas ucranianas en Kherson y Kharkiv, junto con las incesantes peticiones de Ucrania de más y más modernos carros de combate, deberían poner fin a estos argumentos. Aunque el éxito ucraniano ha dependido de factores idiosincrásicos de cada frente, sus dos principales avances hicieron uso de la tradicional tríada blindaje-infantería-artillería. Sigue siendo posible que una ofensiva cuidadosamente estructurada conquiste territorio, al menos cuando todas las piezas funcionan juntas como deberían.

La Artillería sigue siendo la diosa

Las aceleradas campañas militares de los años 90 y 2000 parecieron devaluar la contribución de la artillería. Aunque los sistemas de artillería móvil complementaban las operaciones centradas en las maniobras, la potencia aérea y las municiones «standoff» parecían sustituir a lo que se consideraba el lento y pesado brazo de la artillería.

No es necesario destruir masas de tropas enemigas cuando se las puede paralizar o rodear. Se pensaba que la potencia aérea podía hacer el trabajo que antes se dejaba a los torpes tubos de artillería.

Ya no. Los tubos de artillería ucranianos y rusos han tenido un efecto devastador sobre las fuerzas enemigas descubiertas, y la artillería ha restablecido su primacía. Las demoledoras descargas han tenido un impacto destructivo sobre la infantería en posiciones fortificadas, y las batallas en el Donbás a menudo se convierten en duelos de artillería. La infantería atrincherada está sufriendo niveles de devastación que habrían sido bien comprendidos en 1916. La masa, al parecer, sigue teniendo calidad propia.

Logística y Abastecimiento

Como ha señalado Lawrence Freedman, casi todas las guerras largas comienzan con la ambición de librar una guerra corta. El fracaso de la ofensiva inicial de Rusia para tomar Kiev significó que una guerra que casi todos esperaban que fuera corta ahora no tiene un punto final claro. Ello ha supuesto ei uso de reservas de equipo y municiones que ninguno de los dos bandos esperaba emplear. Tanto Ucrania como Rusia han consumido, en ocasiones, municiones a un ritmo insostenible.

El ritmo de los combates ha obligado a Rusia a buscar suministros en Bielorrusia, Corea del Norte e Irán. Por su parte, Ucrania se ha visto obligada a mendigar equipos y municiones a Occidente, gran parte de los cuales ya han sufrido tal uso que se están degradando más por el uso que por la acción directa del enemigo.

Por desgracia, los ejércitos de la OTAN han descubierto que sus arsenales carecen de la munición necesaria para combatir una guerra de alta intensidad, y ahora se esfuerzan por satisfacer las necesidades de Ucrania. En resumen, todos los países deben prepararse para el hecho de que su guerra, aparentemente corta, pueda alargarse.

Comunicaciones

Uno de los contrastes más importantes entre la conducción de la guerra actual y la de guerras pasadas tiene que ver con las extensas y superpuestas redes de gestión de la información de ambos bandos. La red de satélites Starlink de Elon Musk ha contribuido a mantener al Ejército ucraniano conectado y consciente de su entorno, lo que ha permitido no sólo construir intrincadas defensas autosuficientes, sino también realizar operaciones ofensivas móviles.

Por su parte, los rusos sufrieron mucho en los primeros días de la guerra por una red de comunicaciones incompleta, con varios sistemas en servicio incapaces de comunicarse entre sí, y usando tecnología comercial (teléfonos móviles) que a menudo permitía el éxito de los ataques de artillería ucranianos.

La tecnología, por supuesto, no es determinante. La cultura de la información de las fuerzas rusas es muy diferente a la de las ucranianas. En el lado ruso, la disponibilidad de drones y de comunicaciones en tiempo real ha dado lugar a un sistema de mando y control aún más jerarquizado. Los mandos a distancia se apoyan en el vídeo para supervisar el cumplimiento de las órdenes por parte de sus propias tropas, lo que cambia la naturaleza del viejo problema del agente principal.

En el lado ucraniano, la disponibilidad de información ha hecho posible un sistema disperso de mando y control que les ha favorecido frente a las debilidades rusas.

La guerra de Ucrania: ¿retorno a la Primera Guerra Mundial?

En conjunto, la guerra hasta ahora demuestra que todavía seguimos los fundamentos de la guerra establecidos en la Primera Guerra Mundial. Las tecnologías, desde la balística hasta la electrónica, todavía no han deshecho la tríada infantería-armadura-artillería, aunque podrían inclinar la balanza en una u otra dirección. No hay duda de que los ejércitos que luchan hoy en Ucrania están más avanzados tecnológicamente que los que lucharon en el Frente Occidental en 1917.

Al mismo tiempo, hay pocas cosas en el Donbás que no entendiera un capitán de infantería o artillería de 1917.

Fte. 19FortyFive (Dr. Robert Farley)

El Dr. Robert Farley ha impartido cursos de seguridad y diplomacia en la Escuela Patterson desde 2005. Licenciado en la Universidad de Oregón, se doctoró en la Universidad de Washington en 2004. Es autor de Grounded: The Case for Abolishing the United States Air Force (University Press of Kentucky, 2014), The Battleship Book (Wildside, 2016) y Patents for Power: Intellectual Property Law and the Diffusion of Military Technology (University of Chicago, 2020).