La renovacion del New START: el primer triunfo internacional de Biden

Las negociaciones sobre la prórroga del tratado sobre armas nucleares estratégicas entre Estados Unidos y Rusia, denominado New START (Tratado de Reducción de Armas Estratégicas), que fue firmado en 2010 por los presidentes de Estados Unidos y de Rusia, Barak Obama y Dimitri Medvedev, y expira el próximo 5 de febrero, constituye el primer gran reto al que se debe enfrentar la nueva Administración estadounidense del presidente Joe Biden. Dicho Tratado regula el límite de armas nucleares estratégicas de Rusia y Estados Unidos, estableciendo los techos en 1550 cabezas nucleares y en 700 sistemas balísticos en tierra, mar y aire, con un alcance de más de 5.500 kilómetros de alcance.

Los principales tratados sobre control de armamento entre la URSS/Rusia y Estados Unidos, a saber: Tratado de Misiles Antibalísticos (ABM), desde 1972 a 2002; Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF), desde 1987 a 2019; Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START I), desde  1991 a 2009; Tratado de Reducción de Armas Estratégicas Ofensivas (SORT), desde 2002 a 2011; y el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (New START), desde 2010 hasta un plazo desconocido, han sido un instrumento esencial para el mantenimiento de las relaciones ruso-estadounidenses en un nivel aceptable y sostenible de estabilidad y equilibrio estratégico global.

Sin embargo, desde agosto del año 2019 en que se denunció el Tratado INF, por parte de Estados Unidos, al quedar solo el Tratado New START como único compromiso nuclear ruso-estadounidense, las negociaciones para su renovación han estado caracterizadas por cierta incertidumbre y desasosiego internacional como consecuencia de que el citado tratado afecta profundamente a la seguridad y estabilidad geopolítica mundial y su denuncia crearía una falta de confianza y credibilidad,  especialmente entre los 9 países que actualmente poseen armas nucleares.

En efecto, en un principio, la Administración Trump insistía en que China debía sumarse y participar en unas negociaciones que durante décadas ha sido bilateral. Pekín la rechazó aduciendo que su arsenal atómico es menor que el de Moscú y Washington. Estados Unidos y Rusia se han mantenido cautelosos sobre la posibilidad de extenderlo, pero si las conversaciones no llegaran a un acuerdo, el New START sería el segundo y último tratado de control de armas nucleares clave que se liquida en menos de dos años, cuando las relaciones ruso-estadounidenses se hallan en uno de los peores momentos de su historia.

En cuanto a los europeos, muy inquietos desde la ruptura del Tratado INF, existe un consenso en prolongar el New START. De hecho, el Ministro de Relaciones Exteriores alemán, Heiko Maas, pidió el mes de febrero de 2020 a Rusia y Estados Unidos que “muestren liderazgo y extiendan el Acuerdo New START”. Al mismo tiempo el citado ministro declaró que la estructura del control de armas debe preservarse y reformarse de forma conjunta.

Desde la lógica de las relaciones de poder, parece obvio que China participe también en esta tratado de control de armas nucleares estratégicas ya que en poco tiempo dispondrá de la capacidad de triada nuclear de lanzar sus ojivas desde tierra, mar y aire, una vez entre en servicio el bombardero supersónico Xian H-20, además de disponer de 6 submarinos de propulsión nuclear de clase 094, capaces de lanzar hasta 12 misiles  y de contar, en un corto plazo, con la tercera generación de misiles balísticos lanzados desde submarinos JL-3, con un alcance de 12.000 kilómetros.

De acuerdo con Arms Control Association, las estimaciones del número de armas nucleares en el mundo, en el mes de junio de 2019, era el siguiente: Rusia 6.490; Estados Unidos 6.185; Francia 300; China 290; Reino Unido 200; Pakistán 160; India 140; Israel 90; y Corea del Norte 30. Como se puede apreciar, más del 90% de las cabezas atómicas pertenecen a Rusia y a Estados Unidos.

Después de un año largo de conversaciones entre Estados Unidos y Rusia, las negociaciones se habían estancado en los días previos a las elecciones presidenciales del pasado 3 de noviembre. Con independencia de que China no vaya a participar ahora en dichas negociaciones, las posturas de los dos grandes poderes nucleares ha sido la que se expone a continuación.

Por parte de Rusia, su última posición consistía en prorrogar durante un año el tratado, estando lista para un congelamiento conjunto con Estados Unidos del número de ojivas nucleares que posee cada una de las dos potencias nucleares. Este congelamiento no debiera de ir acompañado de más demandas adicionales de Estados Unidos. De esta forma, se permitiría ganar tiempo para continuar las conversaciones bilaterales sobre el control de las armas nucleares estratégicas y llegar a un nuevo acuerdo.

En cuanto a Estados Unidos, su última postura pretendía que el tratado también incluyera las armas nucleares tácticas, así como los nuevos tipos de armamento nuclear que ha desarrollado Rusia. Putin ha dejado claro que, aunque Rusia tiene nuevos sistemas de armamento que no tienen los estadounidenses, los rusos se niegan a que se incluyan en el tratado. Entre ellos se halla el misil de crucero 9M729 y el primer misil hipersónico intercontinental, el sistema estratégico AVANGARD.

A Rusia no le interesa que China participe en las negociaciones sobre la prórroga del Tratado New START, fundamentalmente, por dos razones. La primera, porque entiende que el conflicto que enfrenta a China con EEUU en el Mar de China Meridional, donde están implicadas también armas nucleares, prefiere que lo resuelvan ambos países de forma bilateral. La segunda, porque el esfuerzo dedicado por Estados Unidos en solucionar las discrepancias con China, le produce un desgaste político y estratégico que beneficia claramente al Kremlin.

La entrada de Biden en las negociaciones, ha dado un impulso al acercamiento de posiciones. El nuevo presidente estadounidense se ha decantado siempre por el desarme y ha manifestado claramente durante la campaña presidencial su deseo de prolongar el New START durante cinco años sin condiciones previas mientras se negocia la mejor forma de reducir el arsenal armamentístico.

En este sentido, la conversación entre Biden y Putin, el pasado lunes, día 25, en la que ambos líderes acordaron extender por cinco años el último tratado de desarme nuclear entre Rusia y Estados Unidos, supone un éxito para los dos países, especialmente para Biden ya que ha superado su primer reto internacional que se le presenta, y un gran alivio y tranquilidad para la comunidad mundial.

Es verdad que ahora falta por determinar en qué condiciones se firmará la renovación del New START antes del 5 de febrero, en el que los dos países, con una gran probabilidad harán concesiones mutuas, aunque sin muchos cambios. En dicha prórroga de 5 años, dispondrán del tiempo suficiente para elaborar un moderno Tratado New START sólido y creíble que satisfaga no solo los intereses de ambos países sino a la seguridad y estabilidad de toda la comunidad internacional.

En definitiva, esta renovación ha supuesto un triunfo para Biden, a nivel internacional, lo que permite la vuelta de Estados Unidos al escenario mundial con cierta posición de liderazgo a lo que suma su retorno al Acuerdo del Clima de París. Lo importante es que el formato de la renovación posibilite extender este Tratado a los chinos para que se integren en el mismo cuando al final sean llevados a la mesa de negociaciones antes de estos 5 años de prórroga.

General de División (r) Jesus Argumosa Pila,
Jefe de la Escuela de Altos Estudios de la Defensa (EALEDE) del CESEDEN desde el 2005 al 2009.
Presidente de la Asociación Española de Militares escritores (AEME)

 

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General de división (R). Jefe de la Escuela de Altos Estudios de la Defensa (EALEDE) del CESEDEN de 2005 al 2009

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