La religión no debería condicionar las decisiones políticas

La religión y la política están entrelazadas y han sido objeto de debates en la escena internacional, conformando sociedades y sistemas de gobierno de los estados a lo largo de la historia.

En la época contemporánea, el debate ha pasado del vínculo entre religión y política al impacto de la religión en las decisiones políticas. Algunos opinan que la religión tiene un papel importante que desempeñar en las decisiones políticas, mientras que otros sostienen que la política debería estar separada de la influencia de la religión. Los valores y creencias religiosos son importantes para unos individuos, y estos valores religiosos afectan a sus decisiones políticas, pero éstas pueden tener resultados negativos. En mi opinión, la religión debe separarse de la política, y los valores religiosos de los responsables políticos no deben influir en sus decisiones políticas.

Una de las principales ventajas de excluir el impacto religioso de la toma de decisiones políticas es el avance de la inclusividad en la sociedad.  Hoy en día, casi todos los países tienen ciudadanos con distintas creencias religiosas, por lo que es importante para la representación equitativa de todos los ciudadanos que la toma de decisiones políticas y las afiliaciones religiosas se mantengan separadas. Los países en los que esto no ocurre se enfrentan a problemas de derechos humanos. En India, el partido gobernante, el BJP, se inspira en la ideología del grupo extremista de inspiración religiosa RSS, que destaca en sus tratos y decisiones respecto a los musulmanes de India. En muchos estados, las leyes se dirigen contra la comunidad musulmana. Estas acciones del gobierno aumentan la polarización en la sociedad. Las decisiones políticas por motivos religiosos socavan los principios democráticos de pluralismo y equidad en la sociedad. Cuando un gobierno adopta un enfoque integrador basado en el laicismo, dicho sistema político puede proporcionar una representación justa a todas las comunidades, independientemente de su afiliación religiosa. Esto fomentará aún más la participación activa y la coherencia social de la sociedad, lo que a su vez reforzará los valores democráticos de los países.

La religión no debe influir en las decisiones políticas porque socava los principios democráticos, y la democracia no puede prosperar en una sociedad en la que las decisiones se toman en función de la religión. El ejemplo de Irak tras la intervención estadounidense pone de manifiesto la importancia del gobierno laico en un país. Tras la intervención estadounidense, cuando se formuló su nueva constitución, se decidió que el Presidente del Consejo de Representantes de Irak sería suní, el Primer Ministro sería chií y el Presidente sería kurdo. Este sistema basado en la afiliación religiosa del pueblo no pudo prosperar en Irak, y el país sigue enfrentándose a la agitación política y al terrorismo. La democracia se basa en el principio de igualdad, y cuando no se concede a los ciudadanos igualdad de oportunidades y derechos, se socavan los cimientos mismos de la democracia. Las estructuras políticas y sus cargos no deben seleccionarse en función de la religión. Cuando los ascensos se basan en afiliaciones religiosas, los responsables políticos no tomarán decisiones basadas en consideraciones éticas y racionales, sino que sus decisiones se ajustarán a las doctrinas religiosas. Esto creará el dominio de un grupo religioso en un país, por lo que las demás comunidades minoritarias sufrirán a manos de la mayoría. Del mismo modo, al incorporar la religión a las decisiones políticas, el país quedará desprovisto de perspectivas diversas. Es importante para el fortalecimiento de la democracia y de las instituciones democráticas mantener las creencias religiosas separadas de la política.

En un país en el que las decisiones políticas se ven influidas por las creencias religiosas, hay más posibilidades de sesgos o prejuicios políticos. Si las decisiones se basan en opiniones religiosas, se impondrá un marco determinado a las personas que no sigan esa interpretación concreta de cualquier religión o subsecta de esa religión. Esta imposición de decisiones políticas por motivos religiosos limitará la libertad de conciencia y la autonomía individual de los ciudadanos, que es la base de toda democracia. Por ejemplo, en Pakistán, si las decisiones del gobierno se basan en sus afiliaciones religiosas, provocará el aumento de los conflictos sectarios. Pakistán ha sido testigo de conflictos sectarios durante la era de Zia ul Haq. En la década de 1980, el gobierno de Pakistán aplicó la política de islamización, y el surgimiento de diferentes grupos militantes con motivaciones religiosas en Pakistán dio lugar a conflictos sectarios. En aquella época, las decisiones del gobierno se ajustaban a la interpretación de una secta del islam, el islam sunní, lo que afectaba negativamente a los musulmanes chiíes del país. Las decisiones del gobierno relacionadas con los impuestos basados en la religión fueron protestadas por la comunidad chií del país. Asimismo, el auge de grupos religiosos de una secta que atacaban a otras dio lugar al extremismo.

El gobierno no debe estar afiliado a ningún grupo religioso. Cuando no es así, y el gobierno toma decisiones de aacuerdo con su religión, otras comunidades se sentirán marginadas y perderán el compromiso y la lealtad al estado. Los musulmanes de India muestran rechazo hacia el gobierno porque sus decisiones violan la autonomía individual, como la imposición de leyes sobre el hiyab y la prohibición de sacrificar vacas, que son consideradas por los musulmanes decisiones políticas respaldadas por la ideología religiosa del hinduismo. Tales decisiones no son aceptadas de todo corazón por los ciudadanos de otras religiones. Del mismo modo, la ley de ciudadanía de India también marginó a los musulmanes procedentes de países vecinos. Estas decisiones del gobierno por motivos religiosos socavan la democracia. Hay muchos problemas en los países que pueden resolverse si el gobierno adopta un enfoque integrador al respecto.

En Pakistán, la economía está al borde del colapso. Hay informes de instituciones económicas internacionales que indican que podría incumplir sus pagos exteriores. Mientras que los sucesivos gobiernos paquistaníes no han dejado de cambiar de ministro de economía, ninguno ha sido capaz de resolver esta cuestión. Por otra parte, Atif Mian es un economista paquistaní de renombre mundial de quien el gobierno no acepta ayuda debido a su ideología religiosa. Pakistán, como nación, está desperdiciando este talento. Si el proceso de toma de decisiones estuviera libre de creencias religiosas, podría aportar valiosas ideas para mejorar la situación económica del país. Éste es un ejemplo en como las creencias religiosas y su impacto en la toma de decisiones políticas afectan a todo el país. También es un ejemplo de la exclusión de diversas perspectivas e ideas valiosas de los sistemas políticos del mundo. Muchos gobiernos desprecian las ideas únicas e innovadoras que aportan los ciudadanos debido a sus creencias religiosas. La política de exclusión es el resultado del impacto de la religión en la toma de decisiones políticas.

Para concluir, la religión debe separarse de la toma de decisiones políticas en todos los países. En los que la religión influye en las políticas y decisiones de los actores políticos, conduce a la polarización y marginación de otras comunidades religiosas, lo que afecta al desarrollo general de los países. Esto va en contra de los principios básicos de la democracia, que se basan en la autonomía individual y la inclusión de todos los ciudadanos en el sistema político. La exclusión de determinados grupos en función de su religión conduce al desaprovechamiento de perspectivas e ideas valiosas. Además, el sistema político no puede fortalecerse si un grupo impone su ideología religiosa a los demás y el gobierno en el poder está afiliado a una ideología concreta.

Fte. Modern Diplomacy (Maryam Habib)

Maryam Habib es estudiante de Estudios sobre la Paz y los Conflictos en la National Defence University de Islamabad.