La financiación de las FAS en la nueva Directiva de Defensa Nacional

Directiva Defensa NacionalLa Directiva de Defensa Nacional aprobada ayer por el Presidente del Gobierno recoge los nuevos escenarios estratégicos, habida cuenta de los grandes cambios sufridos en la escena internacional desde que fuera aprobada la anterior Directiva en 2012.

Incide la idea de la política de defensa común, junto con nuestros aliados, y en especial en la Alianza Atlántica, buscando un componente europeo más fuerte y cohesionado.

Además del entorno geopolítico, recoge lo influido que va a estar este por las nuevas tecnologías que ya son una realidad y que afectan directa o asimétricamente a nuestra defensa: el internet de las cosas, la inteligencia artificial, la computación cuántica, la ingeniería genética, la robotización o la utilización del espacio ultraterrestre.

En lo que respecta a la industria, la Directiva mantiene que para mantener la capacidades de las Fuerzas Armadas se debe fomentar y proteger una industria de Defensa innovadora que busque la excelencia tecnológica.

El último párrafo de la nueva Directiva hace mención, menos mal, a que para poder llevar a cabo las directrices marcadas será precisa la financiación necesaria para la renovación y el sostenimiento de las capacidades militares.

Esta financiación, tan demandada en los últimos años desde todos los estamentos de Defensa, hace necesaria una ley de estabilidad presupuestaria para la Defensa, que los principales partidos siempre han defendido mientras gobiernan, pero que nunca se ha llevado a cabo por el riesgo electoral que esta medida tan necesaria representa.

Aunque esta Directiva no es el documento para concretar un compromiso en financiación, sí podría haber sido un poco más explícita en lo referente a la estabilidad presupuestaria necesaria, después de tantos años de reducción en las partidas de nuevos programas y sostenimiento.

Esperemos que veamos algún paso para cumplir el objetivo de la Cumbre de Gales de alcanzar el 2% de PIB en Defensa. Evidentemente no lo alcanzaremos, y menos en la actual situación creada por el coronavirus, por la crisis económica que esta pandemia va a representar, y por las probables desavenencias de los socios de gobierno para abordar un incremento en los gastos de Defensa o siquiera, en asegurar por ley la financiación del departamento y sus programas. No debemos perder de vista las presiones de Washington para incrementar este presupuesto, y la oportunidad que representa el Brexit para que España adopte un papel más protagonista en la participación de los consorcios para llevar adelante las plataformas que configurarán el eje de la Defensa europea de las próximas décadas.

 

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