Irán y la Unión Europea tras la ruptura del acuerdo nuclear

Photo by Atta Kenare / AFP

El Plan Integral de Acción Conjunta desarrolla el Acuerdo Nuclear firmado con Irán en 2015 que garantiza el desarrollo con carácter pacífico y civil del programa nuclear iraní, a cambio de levantar las sanciones y restricciones de todo tipo que la comunidad internacional había impuesto a Irán. El acuerdo nuclear fue firmado por los Estados Unidos, Rusia, China, Francia, Alemania y Gran Bretaña y además la UE. Como vemos lo firmaron los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, más Alemania, que no para de intentar forzar su entrada como miembro permanente, la Unión Europea y naturalmente Irán.

Sin embargo, Irán se ha salido del acuerdo nuclear de forma definitiva tras la muerte en ataque aéreo norteamericano del número dos del régimen, a los cinco años largos después de su firma. Los esfuerzos de la comunidad internacional por llegar a firmar con Irán el Plan Integral de Acción Conjunta parecen que ahora se han volatilizado de un bombazo el 3 de enero de 2020.

Estados Unidos se había retirado ya unilateralmente del acuerdo en mayo de 2018 imponiendo sanciones unilaterales, lo que llevó al acuerdo nuclear a una crisis importante de la que no ha podido salir desde entonces, seguida además, de un ataque sin precedentes de Estados Unidos a Irán, que eliminó en enero de 2020 a uno de los líderes de la Fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria, General Qasem Soleimani, aumentando con ello la tensión a extremos máximos. Los americanos aseguraron que el líder iraní estaba detrás de la mayoría de las acciones terroristas o extremistas en Oriente Medio, Siria e Iraq y de ataques contra ciudadanos norteamericanos, quizá pretendían otra cosa, no hay que quedarse con lo que se ve en el escenario, sino en los artificios de la tramoya.

Irán no ha querido responder a la eliminación del segundo hombre fuerte del régimen iraní porque le ha resultado más que verosímil la amenaza de Trump de atacar y destruir totalmente y de forma selectiva 57 objetivos esenciales de Irán, quizá entre ellos la propia presidencia de la República Islámica. Ese ataque habría dejado inerme a Irán frente a su adversario permanente, Arabia Saudí, que se habría frotado las manos de satisfacción. Irán se conformó con lanzar unos cuantos misiles sobre instalaciones militares norteamericanas en Iraq sin mayores daños.

Según informa la Organización Internacional de la Energía Atómica, tiempo después de la retirada norteamericana del acuerdo y del ataque mencionado, Irán ha puesto en marcha de nuevo las centrifugadoras de uranio que tenía desmanteladas o paradas y los procesos de enriquecimiento de uranio a pesar de la presión internacional. Cada vez resulta más complicado convencer a Irán de que respete las restricciones sobre enriquecimiento de uranio, sobre todo ante la actitud beligerante de los Estados Unidos en relación con el acuerdo firmado.

El posible desarrollo de las capacidades nucleares de Irán ha puesto en tensión a otros países de la zona como Arabia Saudí que se plantean también el desarrollo de las mismas, en el caso de que Irán continúe con su programa nuclear. La posición estratégica de los EEUU en esa tensión nuclear entre el líder del mundo chií musulmán, el persa Irán, y el líder del mundo sunní musulmán, el árabe saudí será determinante. De momento los saudíes no han desarrollado capacidad nuclear por la presión norteamericana.

Desde el punto de vista estadounidense el presidente Trump no ha engañado a nadie, desde enero de 2017 se ha opuesto diametralmente al plan acordado por su antecesor en el cargo. Un año después en enero de 2018 Trump anunció que dejaría de implementar el acuerdo hasta que las “desastrosas imperfecciones” del mismo se pudieran abordar y discutir de nuevo. La UE fracasó en sus esfuerzos para explicar y calmar sus preocupaciones.

No obstante, la UE continúa defendiendo el Acuerdo Nuclear con Irán, asegurando que está sometido a unas estrictas inspecciones por la Organización Internacional de la Energía Atómica, agencia que ha declarado que Irán cumpliría con sus compromisos en virtud del acuerdo. Inicialmente parecía que esa era la intención de Irán hasta el aumento de la puesta en funcionamiento de centrifugadoras de uranio fuera de los límites del acuerdo nuclear tras el ataque de EEUU.

La UE ha pedido disminuir las tensiones y la vuelta a la calma y Alemania, Francia y Gran Bretaña han instado a Irán en declaración conjunta a volver a los compromisos del acuerdo nuclear. Para la UE el asesinato del General Soleimani fue una violación del derecho internacional y una forma de añadir combustible a la candente situación en el Oriente Medio. La UE se postula como moderador en la crisis entre Irán y los EEUU tratando de que ambos vuelvan a los términos del acuerdo nuclear, pero la UE poco tiene que ofrecer a las dos partes del conflicto. La Comisión Europea solo lanza a Irán globos sonda positivos y ha materializado acuerdos que permiten relaciones comerciales con ese país sin provocar las sanciones norteamericanas. De esa forma intentan que la política de “palo y zanahoria” pueda tener efecto, aunque en el fondo la UE se comporta como un comerciante en apuros.

La Resolución 2231 del Consejo de Seguridad de la ONU describe el acuerdo nuclear como elemento clave de la arquitectura global de no proliferación nuclear y crucial para la seguridad y estabilidad de Oriente Medio, por otro lado la declaración conjunta de mayo de 2018 de Alemania, Francia y Gran Bretaña relativa a su compromiso con el acuerdo nuclear y por último la declaración de la UE expresando su profunda preocupación por la situación y llamando al respeto por el acuerdo, de nada han servido. Desde el 2018, año del principio del fin del acuerdo nuclear hasta este año 2020, con el definitivo golpe de gracia, la UE no ha podido avanzar ni un solo paso en ninguna dirección.

El juego de alianzas y tensiones en Oriente Medio hacen que en el tablero de ajedrez se muevan las piezas de Rusia y su aliado Siria, Estados Unidos y su aliado saudí y también Iraq. Turquía que quiere protagonismo, en un quiero y no puedo, está limitado por su pertenencia a la OTAN siendo un país con más del 90% de población musulmana sunní cada vez más radicalizada. Además, Arabia Saudí sigue luchando contra Irán en Yemen, a través de proxis, e Irán está intentando tomar ventaja de la situación Iraquí apoyando a la minoría chií, no por casualidad la muerte de Soleimani tuvo lugar en Bagdag. Ademas teniendo en cuenta que la mayoría musulmana en Iraq es Chií, siempre dominada por la minoría sunní, ese tablero no hace más que tambalearse.

Sobrevolando ese escenario de alianzas y tensiones está la única potencia militar nuclear de Oriente Medio que utilizará sin contemplaciones bombas nucleares tácticas si ve amenazada su existencia, Israel. En esa decisión ni los EEUU pueden influir. Israel reaccionaría incluso con ataque preventivo como ya hizo en 2007 sobre un reactor nuclear en Siria como clara advertencia a Irán.

El año pasado, Israel pidió un mayor esfuerzo de la comunidad internacional sobre Irán y no descartaba lanzar un ataque preventivo sobre infraestructura nuclear iraní si continúa acumulando reservas de uranio enriquecido. Quizá el ataque y eliminación del número dos del régimen iraní sirvió para calmar a Israel, reducir la agresividad de Irán y hacer que las aguas vuelvan a su aun turbulento cauce.

En todo este entramado, las declaraciones de los portavoces de los partidos políticos en el Parlamento europeo, la inoperancia de la Comisión y el Consejo Europeo y el nulo protagonismo de la UE en Oriente Medio hace parecer a la organización europea una marioneta manejada por hilos que no controla en mitad de un escenario que no termina de descubrir. Además, Alemania, Francia y Gran Bretaña, con grandes intereses en el área van absolutamente por su cuenta dejando a la UE para las grandes declaraciones sin efecto práctico.

La UE sigue siendo un actor internacional con nula o mínima influencia en Oriente Medio y desde luego fuera del juego de alianzas, de influencias, del tablero de juego que podría restablecer en el futuro otro acuerdo nuclear. El del 2015 parece estar muerto y habrá que reinventar el acuerdo quizá en el 2025 y mientras tanto solo queda cruzar los dedos y esperar a que nadie mueva la ficha equivocada al lugar del tablero inadecuado.

Una de las lecciones aprendidas de esta crisis es que el empleo de la fuerza letal con resultados definitivos y la amenaza creíble junto con la voluntad decidida del empleo masivo de la fuerza consigue objetivos, paraliza y limita las reacciones en determinados casos y otra es que las declaraciones grandilocuentes pero vacías de contenido y de medidas eficaces sirven solo para rellenar hemerotecas. Esto debería ser un aviso urgente a navegantes despistados de los muchos que pululan por Bruselas y Estrasburgo.

GB Luis Feliú Bernárdez
Asociación Española de Militares Escritores

 

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