Programas planteados con urgencia, como el Sistema Lanzacohetes de Alta Movilidad (SILAM), el Vehículo de Apoyo al Combate (VAC), el misil Mistral 3 o el Vehículo Militar Todo Terreno (VMTT) tardarán años en incorporarse a las unidades.
Para analizar las expectativas de la industria militar española en 2024, empecemos echando unos números. El PIB de la Unión Europea en 2022 fue de 13.424.177 millones de euros, frente a los 11.224.918 de 2017, lo que ha supuesto un incremento del 19,6 %.
La renta per cápita media pasó, en el mismo periodo, de 32.970 a 38.960 euros, es decir, un incremento también del 19,6 %.
El PIB español pasó, de 2017 a 2022, de 1.162.422 a 1.346.377 millones de euros, con un incremento del 18,2 %. Sin embargo, la renta per cápita sólo creció, durante el mismo periodo, un 13,2 %, pasando de 24.980 a 28.280 euros.
Entre los 196 países que recogen las estadísticas del Banco Mundial o el Fondo Mundial Internacional, España ocupa el puesto 14º por PIB y el 36º en renta per cápita. Las diferencias entre PIB y su reparto entre los ciudadanos representa una anomalía difícil de explicar en términos económicos.
España ocupa el puesto 14º por PIB y el 36º en renta per cápita
De los números anteriores se deduce que España está creciendo por debajo de la media europea y, lo que es más preocupante, el nivel de riqueza de la población va perdiendo posiciones en el entorno internacional. Relativamente, de 2017 a 2022 los españoles nos hemos empobrecido respecto al resto de ciudadanos de la Unión Europea. A ello contribuye de manera incontestable la pérdida de casi un millón de talentos que han tenido que emigrar por razones sociales y económicas durante la última década (aunque su formación la hemos pagado entre todos).
Qué ha ocurrido con las inversiones de Defensa en España
Veamos lo que ha ocurrido con las inversiones de Defensa en España: mientras en 2017 el presupuesto fue de 8.623 millones de euros, es decir, un 0,66 % del PIB, con un gasto en personal de 4.530 millones de euros (52,5 % del presupuesto) y un gasto por español de 185 euros al año, en 2022 subió hasta 11.338 millones de euros (un 0,8 % del PIB), con un gasto en personal de 5.061 millones de euros (44,6 % del presupuesto) y un gasto por español de 235 euros al año.
Si tenemos en cuenta los programas especiales de modernización, el presupuesto de 2022 ascendió a 19.748 millones de euros (1,4 % del PIB; 415 euros al año por habitante). En 2023, el presupuesto de Defensa se elevó a 12.834 millones de euros (1% del PIB), con un gasto en personal de 5.375 millones de euros (41,9 % del presupuesto).
El gasto en Defensa por habitante en Reino Unido es de 967 euros
A título comparativo, el gasto en Defensa por habitante en 2022 fue de 747 euros en Francia; 643 euros en Alemania; 967 euros en Reino Unido; 545 euros en Italia; 2.512 euros en EE. UU.; o los 590 euros de Rusia.
El presupuesto español dedicado a Defensa, el menor de la OTAN
Primera conclusión: el esfuerzo de los españoles en Defensa sigue siendo muy débil y el incremento del presupuesto sigue sin considerar la equiparación de las retribuciones de sus profesionales con otros cuerpos similares, manteniendo unos sueldos sumamente bajos si se consideran las exigencias de la profesión (renuncia a derechos civiles, código penal militar, peligrosidad, disponibilidad, evaluación continua, movilidad geográfica, pruebas físicas, etc.).
Segunda conclusión: entre el año 2000 (0,92 % del PIB) y el 2022 (0,8 %), el presupuesto español dedicado a Defensa ha sido el menor de la OTAN y muy alejado del 2 % que exigen nuestros aliados (aunque tan solo el 30 % de los aliados lo cumplen). El objetivo de llegar al 2 % en 2029 parece utópico a la vista de la inmensa deuda pública (1.577.000 millones de euros en septiembre de 2023; 32.500 euros por español).
Ello ha implicado unas Fuerzas Armadas tradicionalmente infradotadas en salarios e inversiones que, sin embargo, se han visto empujadas a misiones en el extranjero desproporcionadas (con relación a las inversiones, las plantillas y los medios disponibles) con el fin de «salvar la cara» frente a los aliados para compensar el paupérrimo esfuerzo inversor. Aunque duela decirlo, los gobiernos españoles han antepuesto los euros al sacrificio y bienestar de sus soldados.
El objetivo de llegar al 2 % en 2029 parece utópico
Consecuencia de la cumbre de la OTAN en Madrid, el abrupto incremento del presupuesto de Defensa se ha comenzado a dedicar a la sustitución de sistemas obsoletos, la actualización de algunos y la incorporación de nuevas capacidades; pero no se ha visto reflejado en los organigramas y recursos disponibles, saturando organizaciones y planteando lagunas evidentes desde el punto de vista de la gestión y la capacidad productiva.
Algunas fábricas han sido adquiridas por capital extranjero; otras, cerradas; varios sistemas se han obtenido sin un retorno tecnológico claro; y no pocos fondos se han usado políticamente para tomar posiciones en empresas de las llamadas «estratégicas».
La influencia política en la adjudicación de expedientes de obtención es patente, como lo es la compensación por el apoyo a las maniobras gubernamentales de algunas empresas punteras, aún a costa de lastrar el cumplimiento de los objetivos (coste, plazo, prestaciones) de algunos programas de adquisición.
Estado de los programas de adquisición
Programas planteados con urgencia, como el Sistema Lanzacohetes de Alta Movilidad (SILAM), el Vehículo de Apoyo al Combate (VAC), el misil Mistral 3 o el Vehículo Militar Todo Terreno (VMTT) tardarán años en incorporarse a las unidades.
Mientras, otros sistemas cuya eficacia se ha constatado tras la invasión de Ucrania, como la artillería de campaña autopropulsada cañón y cohete sobre ruedas, los misiles antibuque de costa o los vehículos protegidos 6×6 (dado que el 8×8 es un sistema de combate que, por su complejidad y nivel de ambición, NO sustituye a los obsoletos BMR,s) han quedado para más adelante.
Programas planteados con urgencia tardarán años en incorporarse a las unidades
Todo ello plantea serias dudas sobre la viabilidad de los programas previstos, pues algunos suponen la adquisición de tecnologías en países con los que España no mantiene hoy buenas relaciones diplomáticas, o suponen la puesta en valor de un ‘mix’ de subsistemas dispares en un mismo expediente (cohetes, radares, vehículos de reconocimiento…) que dificultarán la gestión y el cierre de hitos y fases, tal y como ya ocurrió con los demostradores del 8×8.