Europa entre tres liderazgos fuertes

Trump, Putin, Xi JimpingEs necesario admitir que la importancia práctica de Europa en el concierto geopolítico que se ha abierto en 2025, de una manera determinante, es irrelevante, y que el nivel de potencia política de su liderazgo, en relación con los líderes mundiales, Putin, Trump y Xi Jinping, es de franca inferioridad.

La irrupción del Presidente Trump el 20 de enero pasado, día de su “entronización”, ha sido como la rotura de una presa colmada a la que se la ha abierto una grieta que se ensancha cada vez más con un caudal difícil de detener; su diplomacia de empresario/comerciante, inestable, amenazador, con su doble herramienta de aranceles y fuerza militar, está revolucionando el ambiente internacional; además su desconsideración hacia Europa ha sido relevante desde aquel momento en que su Vicepresidente Vance pronunció su famoso discurso.

También es patente que para Estados Unidos, y no es de ahora, Europa ha sido un glacis para apoyar la contención, por el oeste del antiguo expansionismo soviético, y que a partir de los Acuerdos de Paris de 1991, con la desaparición de la URSS, la pieza estratégica que para los norteamericanos significaba Europa ha rebajado su valor y el mantenimiento de la OTAN, a pesar de las reducciones en su estructura de mandos y fuerzas, es onerosa para ellos; lo venían advirtiendo varios Presidentes de  distintos credos políticos, no solo Trump, que ha sido el más resolutivo, pues para “hacer América más grande, otra vez” necesita reducir gastos, no olvidemos que el Presidente es un empresario.

Pero Europa tiene un gran problema actualmente, no solo en el ámbito económico, que de momento no está cercano, tiene un conflicto en su territorio continental con una Rusia expansionista al más puro estilo imperial, y es muy posible que en este conflicto esté cada vez más sola, pues Estados Unidos está alejándose de su sistema de protección de los últimos 80 años, lo que conocíamos como el vínculo trasatlántico.

En este sentido, la agresión de la Federación Rusa a Ucrania ya puede ser considerada como una agresión a Europa, y así lo siente la UE y el Reino Unido, que incrementan sus gastos de Defensa y los presupuestos necesarios, porque se admite que Europa, sin Estados Unidos, no está suficientemente preparada para sostener y rechazar las posibles agresiones rusas; el siguiente escenario, para los europeos, debe ser la alternativa, la autodefensa.

Sin embargo, la aproximación a China, el otro poder con liderazgo fuerte, Xi Jinping, parece una buena alternativa de carácter económico, pues el antiguo Imperio es un mercado inmenso para Europa, aunque desequilibrado en el balance a favor de los asiáticos, merced a las cesiones manufactureras de las empresas e industria europeas en el pasado, pero el alineamiento estratégico de Europa con China es una mala opción por variadas razones, en especial porque apoya de facto la agresión de Rusia contra Ucrania, posee un tratado de amistad y cooperación con los rusos y rompería para el futuro la entidad occidental que polariza con la de Rusia, China y Corea del Norte, básica para estabilidad del Indo Pacífico.

Xi recibe con cordialidad, muestra su poder y organización, negocia con paciencia y promete, amenaza con los mayores logros militares, en desfiles perfectos, al rearme de sus vecinos, “el temible Japón”, reúne a sus” proxies” que le rinden pleitesía, muestra su capacidad relacional en las reuniones regionales y en los BRICS, extiende su red comercial por el Mundo, incluido el SAHEL e Hispanoamérica, y promete paz, con la excepción de Taiwan, que puede provocar una guerra mundial.

Europa, con la hipoteca de Ucrania, tiene suficientes frentes abiertos, al que se une la falta de unanimidad en la propia UE, en el que el derecho de veto, o la falta del consenso necesario, impide decisiones más profundas sobre China, en una competición donde el acceso a tecnología punta tiene una especial relevancia; la posición de Europa con respecto a China, no definida completamente, fluctúa entre la solidaridad con el criterio estadounidense y la necesaria política estratégica propia, la famosa autonomía; mientras tanto “se le escapan” estados miembro que pueden tener una estrategia distinta; en cualquier caso, el liderazgo de la Presidencia de la Comisión, desprovisto de la posibilidad de coincidir exactamente con la responsable de la política exterior de la UE, es más que discutible y desde luego frágil en relación con el de Xi en China.

El Presidente Putin viene despreciando a Europa desde que comenzó la Guerra de agresión de la Federación Rusa contra Ucrania, acusándola de estar detrás de la situación inicial de los “sucesos del Maidan”, originadores del conflicto; esto es un argumento repetido por los amplificadores del relato ruso en Occidente que emiten en la misma frecuencia que el Kremlin.

La Presidencia de la Comisión nunca se ha medido con Putin, y aquella apenas cuenta para el autócrata ruso que solo está pendiente de la OTAN , y de Estados Unidos como poder antagónico; existe por tanto una disimetría de tratamiento notable con Europa, cuyo liderazgo no despunta ante su principal amenaza en estos momentos.

Ni siquiera el Presidente de la República francesa, que se arroga representar a la UE, y su política de defensa es coherente con este sentimiento, ha conseguido gran cosa en sus citas con el Presidente Putin, y eso que es una potencia nuclear con un dispositivo mínimo suficiente para su disuasión que apunta directamente a Rusia.

Gran Bretaña, con fuerza nuclear, cada vez más independiente de Estados Unidos, sí que es considerada por Putin, sobre todo por el carácter de su resiliencia como nación, pero la distancia actual entre líderes es grande.

Europa ,a 27, y con una defensa a construir, en los márgenes de la OTAN, que no tiene un carácter supranacional, como lo es la justicia, los asuntos sociales, la economía, etc, con alguna disensión interna, con una estructura de paz, adecuada a los asuntos descritos, con el poder muy repartido, se enfrenta a Xi y Vladimir, líderes autocráticos, con deseos imperiales, y esto último se puede atribuir también a Donald, con ausencia de oposición aquellos y con procedimientos expeditivos este, que hacen de Europa un polo geoestratégico potencialmente muy potente pero poco efectivo.

La unión política de la UE, con instituciones elegidas directamente por los europeos, incluida una Presidencia, aumentaría exponencialmente el valor de Europa y lo que es vital, su disuasión ante las amenazas que se ciernen sobre ella.

Ricardo Martínez Isidoro 
General de División, r
Presiente de la Asociación Española de Militares Escritores