Lockheed Martin ha ganado un contrato de 339 millones de dólares del Ejército de Tierra de EE.UU., para montar dos misiles de Raytheon, ahora empleados por la Armada, sobre camiones para el año 2023.
En lugar de elegir un solo misil, para cubrir su necesidad Mid Range Capability (MRC) de 1.000 millas de alcance, el Ejército ha optado por mezclar dos armas muy diferentes: el nuevo SM-6 supersónico de gran altitud y el venerable Tomahawk subsónico de vuelo bajo.
«Tras un amplio examen de las tecnologías disponibles y potencialmente aplicables al MRC, el Ejército ha seleccionado versiones de los misiles navales SM-6 y Tomahawk para que formen parte del prototipo inicial», según una declaración de la Rapid Capabilities & Critical Technologies Office (RCCTO).
Lockheed Martin ganó el contrato por un valor de hasta 339,4 millones de dólares con todas las opciones, para integrar los dos misiles, ambos construidos por Raytheon, en los sistemas de control de fuego del Ejército, vehículos y equipo de apoyo necesarios para una batería de artillería en pleno funcionamiento. Lockheed construye los actuales HIMARS de ruedas y lanzadores MLRS de orugas, que pueden manejar una amplia variedad de armas actuales y futuras del Ejército, pero ni el Ejército ni la compañía podrían afirmar si podrían disparar el SM-6 o el Tomahawk, alegando preocupaciones de seguridad. No obstante, se prevé que entren en servicio en 2023.
Preguntado el Ejército si modificaría alguno de los dos misiles para mejorar sus capacidades: la respuesta fue no. «El Ejército no modificará los misiles de la Armada», dijo un oficial en un correo electrónico a Breaking Defense. Eso significa que el Ejército va a comprar exactamente lo mismo que la Marina.
Sin embargo, la mención de » versiones» en el anuncio le da al Ejército la libertad de comprar los últimos y más actualizados modelos.
El misil de crucero subsónico Tomahawk es el pilar de los ataques de largo alcance. Lanzado por primera vez en la era Reagan, se ha mejorado mucho desde entonces, con más de 2.000 disparos en combate desde 1991. Antes, existía toda una familia con diferentes versiones, pero las versiones nuclear, terrestre, aérea y anti-buque se retiraron después de la Guerra Fría. Solamente se mantuvo el misil de ataque a tierra Tomahawk de cabeza convencional de la Armada (TLAM), que sólo se puede lanzar desde buques y submarinos, y sólo a objetivos estacionarios en tierra.
Por qué la mezcla de misiles
Pero en los últimos años, la preocupación por la creciente flota china llevó al Pentágono a construir un nuevo modelo anti-buque, el Maritime Strike Tomahawk (MSM). Tanto el Ejército como la Armada están interesados en convertir las islas del Pacífico en puestos avanzados, erizados con misiles antibuque, por lo que es probable que compren el modelo Maritime Strike.
El supersónico SM-6 es la última y más atractiva versión de la familia de Standard Missile de la Armada, cuyo papel principal es defensivo, construido para disparar a los aviones y misiles enemigos. Pero el nuevo SM-6 también es capaz de alcanzar objetivos de superficie en tierra y mar.
La elección del SM-6 sorprendió al principio, porque sus alcances declarados son muy inferiores a las 1.000 millas que el Ejército quiere para la Mid-range-Capability, Mientras que el alcance real está clasificado, las estimaciones alcanzan hasta 290 millas (250 millas náuticas).
Sin embargo, la Armada está desarrollando ahora un modelo de alcance extendido del SM-6, el Block 1B. (Usará el cohete de refuerzo de otra variante de misiles estándar, el anti- ICBM SM-3, que se sabe que tiene un alcance superior a 1.000 millas). Es más, mientras que el SM-6 actual alcanza un máximo de 3,5 Mach, el Block 1B del SM-6 alcanzará velocidades hipersónicas, por encima de Mach 5. Mientras que la Armada planea que el Block 1B termine su desarrollo en 2024, no sería una exageración tener un puñado de misiles disponibles antes del despliegue del MRC del Ejército a finales de 2023.
¿Por qué mezclar el SM-6 y el Tomahawk en la misma unidad? Parte de la respuesta es probablemente el precio. El Tomahawk es relativamente asequible a unos 1,4 millones de dólares cada uno, o quizás 2,5 millones para la versión anti-buque. El modelo actual del SM-6 cuesta casi 5 millones de dólares, y el hipersónico SM-6 1B de alcance ampiado sin duda costará más. Eso permite al Ejército comprar más Tomahawks que SM-6 y reservar los misiles más rápidos y caros para objetivos más difíciles o de mayor prioridad.
El otro beneficio es táctico: los Tomahawks vuelan relativamente bajos y lentos, tratando de pasar desapercibidos, mientras que los SM-6 vuelan alto y rápido. Una defensa con misiles que detenga a uno no puede detener al otro, complicando las contramedidas del enemigo.
Ambos misiles estarán disponibles a corto plazo, una consideración crucial dada la urgencia del Ejército de desplegar la capacidad de alcance medio para finales de 2023. A largo plazo, sin embargo, el Ejército podría desarrollar una nueva arma para el papel de la MRC, tal vez derivada del experimento OpFires hipersónico de DARPA.
¿Por qué debería el Ejército disponer de misiles de largo alcance?
Eso es algo que no se hace desde que se retiró al Pershing, y algunos críticos lo consideran redundante con los arsenales existentes de la Armada y la Fuerza Aérea. Pero el Ejército necesita demostrar su relevancia para futuras guerras contra adversarios de alta tecnología, especialmente en el vasto Pacífico, y argumenta que los misiles lanzados desde camiones son más baratos de desplegar y más fáciles de esconder que las armas montadas en barcos y aviones.
Fte. Breaking Defense
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