¿Deshacerse de los europeos?. EE.UU. nunca pretendió que su guarnición en Alemania fuera permanente

EEUU AlemaniaMientras América lucha con el creciente número de víctimas de COVID-19 y su desastroso impacto en la economía, la agitación causada por el asesinato sin sentido de George Floyd, y las respuestas del Presidente Trump a esos problemas, se filtran algunas buenas noticias: Trump ha ordenado al Pentágono que retire 9.500 tropas de Alemania, cerca de un cuarto de la fuerza estadounidense acuartelada allí.

La sugerencia de Trump provocó una previsible alarma bipartidista en el Congreso y en las páginas editoriales, pero en realidad es un paso modesto y tardío que debería ser un anticipo hacia una mayor retirada en Europa.

Por supuesto, con Trump, siempre es posible que uno esté debatiendo chanchullos: escenarios que nunca se convierten en realidades, como la supuesta retirada de fuerzas de Siria o el acuerdo de paz con Corea del Norte. De todas formas, esta es una idea sólida que merece ser defendida, y es mucho más consistente con la política exterior tradicional americana de lo que la reacción sugiere.

En un momento dado de la década de 1960, Estados Unidos tenía casi 275.000 combatientes en Alemania. Ese número cayó a alrededor de 200.000 al final de la Guerra Fría y, desde entonces, de manera constante, a 34.500. La reducción refleja la disminución de la amenaza soviética/rusa. Una nueva disminución no sería de extrañar.

La guarnición en Alemania no estaba originalmente destinada a ser permanente. EE.UU. desplegó tropas en Alemania a principios de la Guerra Fría por dos razones bien conocidas: para mantener fuera al Ejército Soviético (es decir, para disuadirlo de conquistar Alemania Occidental y de usar su territorio como trampolín para amenazar a EE.UU.) y para mantener a Alemania Occidental a raya, lo que significaba evitar su remilitarización y su conversión en una potencia nuclear. Eso habría alarmado a los socios europeos y potencialmente asustado a la URSS, como para iniciar la Tercera Guerra Mundial.

El despliegue de EE.UU. en Alemania, y la OTAN a la que sirvió, tuvieron un éxito notable. No sólo la Alianza ganó pacíficamente la Guerra Fría, sino que Europa se enriqueció en gran medida. De hecho, la presencia de tropas de EE.UU. fue un éxito tan rotundo para mantener a Alemania a raya que, como otros aliados de la OTAN, Alemania ahora, deja gustosamente que EE.UU. pague una parte de la defensa colectiva de Europa, mientras gasta su dinero en otras prioridades.

Mientras, el concepto de la élite de EE.UU. sobre la OTAN cambió. En lugar de traer a todas las tropas estadounidenses a casa después del final de la Guerra Fría, las nuevas generaciones de líderes estadounidenses vieron el estacionamiento de las tropas en Europa, como una palanca para dirigir su política. La nueva idea, rara vez articulada por miedo a molestar a los aliados, era mantenerlos dependientes de nuestra protección, para que no se convirtieran en una potencia unificada que pudiera resistirse al liderazgo de Estados Unidos.

Comparada con la Unión Soviética, Rusia no es una gran amenaza. Tiene la mitad de la población de la URSS y una economía más pequeña que la de Italia. Los aliados europeos, mientras, son tan ricos como nosotros. Sus economías son colectivamente más de diez veces más grandes que la de Rusia, y tienen cerca de tres veces su población. Los países de la OTAN, EE. UU excluido, también gastan más de cuatro veces lo que Rusia en defensa.

Lo que falta en Europa es la capacidad de usar este poder colectiva e independientemente de la mano de EE.UU.

Incluyendo las fuerzas en Alemania, tenemos más de 70.000 combatientes bien adiestrados y equipados en Europa. Decenas de miles más están en casa, comprometidos con la defensa de Europa. Las guerras en Libia y Afganistán muestran lo dependientes que son los aliados europeos de la ayuda de EE.UU. para el apoyo de inteligencia y logística.

Mucho antes de que Donald Trump accediera al cargo, los presidentes de EE.UU. conminaban a los europeos para que gastaran más en defensa (aunque normalmente de forma más educada).

Los europeos se comprometen a hacer más pero nunca lo hacen. El objetivo de la OTAN es que cada miembro gaste el dos por ciento de su PIB en defensa, aunque casi ninguno de los principales países europeos lo cumple. EE.UU. gasta el 3,5 por ciento del PIB en defensa. Alemania, la nación más grande y rica de Europa, gasta el 1,2%, aunque ahora planea alcanzar el 2 por ciento para el 2031 más o menos. ¿Por qué apresurarse, cuando EE.UU. suministra el músculo militar necesario prácticamente gratis y Rusia sigue ladrando más que mordiendo?

Retirar las tropas de Alemania es una manera mejor de abordar este problema, que simplemente quejarse más fuerte. Si el cambio significa que los aliados dedican más esfuerzo a la defensa, eso es bueno. Si no lo hacen, eso también está bien, ya que el contribuyente de EE.UU. ahorra de cualquier manera.

Columnistas indignados saludan cualquier sugerencia de disminuir la presencia militar de EE.UU. en Europa, pero suena un poco hueco. Las advertencias se centran en el simbolismo y en herir los sentimientos de los aliados, pero nadie sostiene que la seguridad de EE.UU. dependa de un incremento de 10.000 soldados en Alemania. Que Alemania está esencialmente segura de cualquier manera no está en discusión.

A menudo se nos dice que las bases en Europa son clave para las actividades militares de EE.UU. en el Medio Oriente. La experiencia reciente de EE.UU. sugiere que es mejor cerrar las bases europeas que mantenerlas. En cualquier caso, los europeos seguirán buscando la amistad de EE.UU. y proporcionarán bases si se necesitan después de una reducción de nuestra presencia. Las buenas relaciones no tienen por qué depender de guarniciones permanentes.

Es hora de eliminar nuestras subvenciones a los países europeos ricos a través de la OTAN. Esto no significa abandonarlos por completo, al menos no inmediatamente. Significa reducir el compromiso de defensa de EE.UU. en Alemania y en otros lugares de Europa, considerando la capacidad del continente, a pesar de las recientes travesuras rusas.

Podemos decir a los europeos que estaremos allí si realmente nos necesitan, en la segura suposición de que eso no sucederá. Volvamos al antiguo esquema, en el que su capacidad de cuidarse a sí mismos significa que deben hacerlo.

Fte. Defense One

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