2,6 millones de muertos en 3 horas, el precio para Europa de la retirada de Trump del tratado INF (simulación)

Foto publicada por el Departamento de Defensa de EE. UU. Muestra el lanzamiento de un misil de crucero de lanzamiento convencional configurado en tierra en la isla de San Nicolás, California. Foto by: US DoD

La retirada unilateral por parte de los Estados Unidos del Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio (INF) pone en el punto de mira a Europa y España convirtiendo el viejo continente en el blanco de una respuesta nuclear por parte de Rusia.

La caída de unos de los últimos pilares que sostenían el equilibrio alcanzado tras la Guerra Fría marca el punto de partida para una carrera nuclear armamentista que eleva la tensión, a la vez que marca una nueva era en la confrontación de occidente con Rusia y China.

Europa corre el riesgo de albergar de nuevo misiles nucleares de medio alcance, como en la era Reagan, convirtiéndose en atacante y objetivo a su vez. Según el SGS el plan táctico dejaría 2.6 millones de muertos en tres horas sólo en Europa.

La ruptura del INF trae consigo una agenda oculta que EE.UU ha comenzado con Corea del Norte como pretexto, con el fin de rodear a China como hizo con Rusia tras ampliar la OTAN hasta la propia frontera del país eslavo.

Iván Martín y Ladera.

En medio de una guerra de declaraciones, acusaciones y reproches mutuos entre la Casa Blanca y el Kremlin, el acuerdo INF que limitaba el uso de misiles balísticos y de crucero con un rango operativo entre 500 y 5,500 kilómetros, como los que propiciaron la crisis de los misiles de Cuba, ha dejado de estar en vigor tras la retirada unilateral por parte de Estados Unidos y la posterior prueba quince días más tarde de un nuevo misil con alcance superior a los 500 kms.

Pese a no ser Trending Topic en las redes sociales ni la Insta Story de moda, el riesgo de una guerra nuclear ha aumentado exponencialmente en los últimos dos años a medida que Estados Unidos y Rusia han abandonado los tratados de control de armas nucleares, retomado el desarrollo de nuevos tipos de armamentos de destrucción masiva.

El aspecto más dramático de esta nueva realidad viene dado por la línea de pensamiento, especialmente en el Pentágono, donde se comienza a aceptar el uso de armas nucleares de baja potencia tácticas en un campo de batalla convencional que tendría como escenario Europa.

La introducción de esta nueva línea de actuación produce un efecto dominó a través de la consiguiente represalia simétrica que dispara la tensión y garantiza la destrucción del teatro de operaciones que, una vez más, tendría a Europa como epicentro donde según la estimación de la Universidad de Princeton, en tan sólo tres horas perderían la vida de forma inmediata 2.6 millones de personas.

¿Qué significa este escenario para Europa?

El derrumbe del tratado con más de tres décadas de vigencia compromete la seguridad europea aumentando la posibilidad de que la región regrese a la inestabilidad vivida durante la década de los ochenta.

La retirada de Rusia del INF, 24 horas después que los Estados Unidos, permite a Moscú ampliar el rango de sus misiles Iskander o poner en producción su polémico misil 9M729, con los que llegar a todos los puntos claves de Europa (incluida España) neutralizando en minutos los centros operativos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), así como las bases que almacenan y operan los misiles norteamericanos como las de Rumanía, Alemania, Turquía y otras naciones.

Esta nueva escalada sitúa a las naciones europeas frente a un nuevo riesgo contra el que no disponen de los medios defensivos adecuados, obligando a aumentar el gasto de defensa y la dependencia de los Estados Unidos para garantizar una seguridad de la que la Unión Europea carece y por la que Donald Trump reclama mayores pagos vía aumento del gasto en defensa. Todo ello  para garantizar la ‘protección’ ante un riesgo provocado por la decisión de la Casa Blanca de abandonar el tratado INF unilateralmente sin consultar a sus socios.

La última simulación realizada por el Science Global Security de la Universidad de Princeton reproduce «una posible guerra creciente entre los Estados Unidos y Rusia utilizando posturas realistas de fuerza nuclear, objetivos y estimaciones de mortalidad. Se estima que habría más de 90 millones de personas muertas y heridas en las primeras horas del conflicto».

El vídeo publicado por el SGS muestra claramente a Europa como el inicio y epicentro de millones de víctimas de un conflicto que escala paulatinamente a escala global que costaría la vida, en horas, a 95.1 millones de personas.

¿Qué tienen que ver esto con España?

En los peores tiempos de la guerra fría España era consciente de que los misiles de la URSS apuntaban a Madrid, Rota y Sevilla entre otros puntos estratégicos. Tras la caída del régimen soviético, la península podía respirar tranquila hasta  que de nuevo el paraguas de los tratados de los ochenta han puesto a las bases  en la península de la OTAN y principalmente de los Estados Unidas como objetivo prioritario.

El sur de España vuelve a estar en peligro con Rota a la cabeza al ser uno de los pilares del despliegue militar americano en el mundo y base de los destructores encargados de sustentar el escudo antimisiles. Sevilla sufriría las consecuencias de un ataque a la base de Morón y Madrid tampoco saldría ilesa, dada su proximidad a la base Torrejón de Ardoz ubicada en medio de un importante núcleo de población del área metropolitana de la capital. España, por tanto no escapa a las consecuencias de una escalada de las tensiones como las que vive el mundo en los últimos años que recuerda a los peores momentos de la guerra fría.

China; El objetivo real de la retirada del INF por parte de EE.UU

Cuando Ronald Reagan y Mikhail Gorbachev firmaron el tratado INF en 1987 el mundo era bipolar, con los EE.UU y la URSS luchando por la hegemonía mundial. Tres décadas más tarde vivimos en un mundo multipolar con China rivalizando económica y militarmente con occidente. Hace 32 años hubiera sido impensable contemplar la imagen de un portaaviones norteamericano rodeado de modernos buques de guerra chinos como muestran las imágenes vía satélite tomadas el pasado 28 de septiembre.

Desde el Pentágono son conscientes que el desafío no está en el este de Europa sino en Asia, por lo que Washington necesita disponer de sus propias bases de lanzamiento terrestres con misiles de alcance intermedio para disuadir a Beijing que, mientras se desentendía del INF, ha desarrollado una nueva generación de misiles hipersónicos que dejan atrás aquellos prohibidos por un tratado que ha pasado a la historia.