Un puesto de gobierno. Tifariti

tifaritiEl destino de Gobierno era singular pues, a diferencia de Tropas Nómadas o de cualquier otra unidad militar del Territorio, el oficial de Gobierno jefe de una Oficina Gubernativa estaba físicamente solo: come, vive, pasea y resuelve solo. Su horario de trabajo no se ajusta a ninguno preestablecido; sus dudas y preocupaciones no las puede compartir con nadie a lo que se añade la dificultad de que los asuntos que debe resolver en su mayoría son ajenos a la milicia, de modo que sus recursos para decidir eran su experiencia en el cargo, conocimiento del territorio y sus habitantes, prestigio y ascendencia sobre ellos, prudencia no exenta de autoridad y siempre ajustándose a las normas dictada por el Gobierno.

localización del Puesto:

Tifariti se encontraba en la zona de la saguia, al Este del Territorio, a unos 17 km. de la frontera con Mauritania, que junto con Bir Leh-lu era el camino regular hacia la hamada, Tinduf (Argelia) y Marruecos.

Descripción:

Los Puestos del Gobierno eran todos iguales: blancos, de una sola planta rectangular, azotea y patio interior holgado. Los ángulos de las esquinas estaban sustituidos por cubos geométricos habilitados para el uso pertinente. En la pared exterior las ventanas tradicionales estaban sustituidas por unas pequeñas troneras verticales cerradas con un grueso cristal sin posibilidad de abrirlo. La edificación era compacta y armoniosa, cómoda y ajustada a las necesidades de un establecimiento representativo del Gobierno que, ante la población nativa, desea dar una imagen acogedora y agradable.

La escuela, el dispensario y un gran almacén de víveres y combustible, junto a una caseta con el generador eléctrico completaban los edificios dependientes del Puesto, sin olvidar una huerta vallada. Algo más alejado, se encontraba el poblado, hecho con casas prefabricadas donde se alojaban las familias de los policías nativos y de aquellos otros que lo hubieran pedido.

Guarnición:

Una sección de la Policía Territorial de unos veinte hombres, nativos y españoles. Constituía la guarnición del Puesto, que destacaba a Bir Lehlú una escuadra compuesta exclusivamente por policías nativos. En esta actividad, el oficial de Gobierno no tenía ninguna competencia, correspondía por completo al mando natural de la Policía Territorial, generalmente un suboficial.

Seguridad:

El Puesto era en realidad un organismo civil por lo que no existía ningún plan organizado de defensa, salvo el plantón de la puerta de entrada que se constituía en puesto de centinela al anochecer y, en caso de hostigamiento, se preveía ocupar la azotea desde donde repeler el ataque con el armamento individual, único existente.

Enlaces.  Aéreo, terrestre y radio:

Como en todos los destacamentos saharianos el enlace radio era esencial, y en Tifariti se mantenía reglamentariamente tres veces al día y esporádicamente cuando fuera preciso. La emisora, fija, estaba servida por un agente de reemplazo.

El enlace aéreo se efectuaba una vez por semana mediante una avioneta L-9 que servía de correo de la correspondencia oficial y particular.

El suministro por tierra se efectuaba quincenalmente con un camión Berlier de gran tonelaje, que traía los suministros de gran peso o volumen y que no podían traerse por vía aérea.

Trato con la población saharaui:

En contra de la opinión más extendida que niega toda acción benéfica de España en el Sahara, no está de más recordar que además de proteger la actividad pesquera en la zona y dar seguridad a las islas Canarias que justificaba su ocupación, otra de no menor importancia y tan primordial como la anterior, era el empeño de elevar el nivel de vida de su población mediante una acción política, social y administrativa adecuada para tal fin. Uno de los medios empleados fueron los Grupos de Policía Nómada que, al menos hasta 1959, para muchos saharauis constituyeron la única referencia de la administración española.

Por medio del jefe de Puesto, el Gobierno General del Sahara ejercía su acción política, social y administrativa en su zona de responsabilidad que la de Tifariti alcanzaba hasta el hito 39. El oficial de Gobierno era el encargado de resolver o dar curso a todas las peticiones, propuestas, reclamaciones y ayudas de la población saharaui (y de la europea si se diera el caso), formuladas bien personalmente o a través de los chiuj. Había dos aspectos importantes que se deben destacar: el social y la justicia. Dado que España respetó íntegramente la organización social saharaui podía darse la circunstancia de un posible choque entre intereses de españoles y saharauis que, aunque en la práctica nunca se dio el caso, o al menos no se tiene conocimiento de alguno, se resolvía la cuestión mediante unas sencillas reglas prácticas: Un conflicto entre españoles, se aplican siempre las leyes españolas. Entre saharauis, la ley cheránica, salvo duda de su equidad según la legislación española, o que alguno de los contendientes solicitara la aplicación de nuestras leyes. Entre español y saharaui, siempre la legislación española.

El cadi (juez) anotaba en un libro de registro bilingüe español-hasanía todas las resoluciones y actos judiciales que realizaba, que eran enviados a El Aaiún para su supervisión y aceptación si procedía.

Dentro de las lógicas limitaciones que imponían las normas e instrucciones de la Delegación Gubernativa, era en el campo social donde el jefe de Puesto era verdaderamente resolutivo. Colaboraba en el funcionamiento de la escuela y de su cocina en la que algunos niños comían; y a pesar de no ser la enseñanza primaria obligatoria para los niños saharauis, intentaba que asistieran a clase. Esta presión solía surtir efecto entre los habitantes del poblado, pero desgraciadamente el influjo desaparecía en zonas más alejadas y los niños de los frigs y jaimas aisladas quedaban sin escolarizar.

En el aspecto administrativo correspondía al oficial de gobierno el pago de las nóminas de los chiuj, maestro de Corán, pensiones al personal civil, indemnizaciones, etc., de todo aquel que figurara como residente en su demarcación. También entraba dentro de sus competencias la autorización de la salida del territorio a los países limítrofes. Además de lo anterior, también le competía el control de armas de caza y requisa de las indocumentadas; control de la caza de gacelas especialmente prohibida por el Gobierno y alguna otra medida como imposición de multas de pequeña cuantía por faltas leves.

Para las familias más necesitadas el Gobierno tenía establecido una ayuda mensual de alimentos cuya distribución correspondía a las Oficinas Gubernativas dentro de su demarcación. La mayoría de los beneficiarios residían en el poblado o en sus proximidades lo que facilitaba la difusión del día y hora en que se procedería al reparto. Por lo general la ayuda consistía en arroz, azúcar prensada (pilón), té, aceite y harina, productos por los que los mismos saharauis mostraban preferencia. Al margen de la ayuda establecida, solía sacrificar un camello con el que ampliar la ayuda, camello que pagaba la mitad el Puesto y la otra mitad los comerciantes del poblado y quienes quisieran participar, trasformando la tarde en una reunión agradable. La ayuda no repartida se almacenaba para el siguiente mes.

César Goas Escribano
Coronel de Infantería (R)
Hermandad de la Agrupación de Tropas Nómadas del Sahara