También se esfuerza en proteger su artillería de las municiones merodeadoras y del fuego de contrabatería, según un oficial ucraniano.
Ucrania está recopilando metódicamente datos sobre su mezcolanza de cañones y municiones occidentales para asegurarse de que las dotaciones de los cañones puedan hacer fuego con ellas. Así lo afirmó el teniente coronel Yurii Patskan, oficial de la Dirección Principal de Fuerzas de Cohetes y Artillería de Campaña de Ucrania.
Todos los obuses occidentales entregados a Ucrania son del calibre 155 mm. Pero los distintos países los fabrican con propelentes y cantidades diferentes, lo que significa que las tablas de alcance para el cálculo de la elevación de los cañones pueden ser inexactas si se carga un proyectil de un país en un cañón de otro. En casos extremos, puede que el proyectil ni siquiera quepa en el cañón. Al menos un soldado ucraniano describió cómo se vieron obligados a cortar manualmente las aletas de un proyectil de mortero suministrado por Francia para que cupiera en el tubo de mortero suministrado por Italia.
Para solucionar este problema, Ucrania ha construido un campo de pruebas atendido por un equipo formado por especialistas en balística, informáticos y meteorólogos, explicó Patskan a Defense One al margen de la feria de armamento DSEI.
El equipo trabaja para recopilar datos de cañones tomados de la línea del frente con diferentes municiones producidas en el extranjero, y luego calcular qué tipos de cualidades balísticas tiene un proyectil de un país cuando se dispara desde un arma de otro.
Los datos se envían a los artilleros ucranianos, lo que les permite disparar con confianza munición de un país en cañones de otro. De este modo, los artilleros «no tienen miedo» de equivocarse de alcance, dijo Patskan.
Ucrania también está intentando simplificar la logística de su armamento suministrado desde el extranjero agrupándolo en unidades definidas a nivel nacional. Por ejemplo, una determinada unidad de artillería puede emplear únicamente obuses estadounidenses M777 o artillería autopropulsada polaca Krab, explicó Patskan.
Pero un problema aún más acuciante es la amenaza que suponen el fuego de contrabatería ruso y las municiones de merodeo.
Patskan dijo que el fuego de contrabatería ruso puede producirse en cuestión de minutos tras la caída de un proyectil ucraniano, aunque depende de la sección del frente. La artillería rusa dirigida por drones no es tan rápida, dijo. Rusia se sirve de una combinación de capacidades para localizar la artillería ucraniana, incluidos potentes radares.
Patskan también dijo que las municiones rusas de merodeo Lancet, que cuestan menos de 40.000 dólares, son una amenaza para las dotaciones de las piezas de artillería que pueden costar millones de dólares. Pero Ucrania está recurriendo a redes para atrapar a los drones antes de que ataquen a la artillería.
«No podemos hacer uso de nuestra capacidad de maniobra» cuando los rusos emplean drones Lancet, dijo Patskan, lo que anula una importante ventaja en la guerra moderna y obliga a Ucrania a mantener sus cañones ocultos de los drones rusos que patrullan el cielo. Sin embargo, según Patskan, las armas antidrones y la guerra electrónica son defensas posibles.
Aun así, en medio de los relucientes stands de armas de la DSEI, Patskan afirmó que no siempre llega el mensaje de la amenaza de las municiones merodeadoras. Un productor antidrones con el que habló propuso utilizar su cañón de disparo de red para resolver el problema de los drones rusos de Ucrania, sólo para darse cuenta de que la solución es incapaz de detener un dron como el Lancet, dijo.
Patskan añadió que Ucrania ya no tiene problemas para conseguir nuevo material de artillería, lo que antes suponía un problema debido a que sus artilleros desgastaban los cañones con cadencias de fuego muy superiores para las que habían sido diseñados.
Las artillerías occidentales observan y aprenden, según un oficial británico y francés que participó con Patskan en una mesa redonda en la DSEI.
Gran Bretaña debe aprender a «operar en la oscuridad digital», dijo el Brigadier británico Neil Budd, refiriéndose a la capacidad de los adversarios para vigilar, localizar e interferir a las tropas con la guerra electrónica.
«Pensar que simplemente vamos ser capaces de hacer lo que queramos explotando todos nuestros sistemas digitales, creo que es ingenuo».
Fte. Defense One