Tres fechas para la revisión autocomplaciente de la historia

Tal día como hoy, 2 de septiembre, hace 75 años, el ministro japonés de Asuntos Exteriores Mamoru Shigemitsu firmó el documento que anunciaba la rendición del Imperio del Japón poniendo punto final al último frente abierto de la Segunda Guerra Mundial.

La que ha sido la mayor contienda de la historia cuenta con más de una fecha de finalización que marca, 75 años más tarde, un nuevo punto de fricción entre bandos de un evento que debería sellar para siempre un conflicto que reveló la cara más atroz del ser humano.

El final de la Segunda Guerra Mundial no tiene una, sino tres fechas de finalización según el continente o las partes implicadas en la contienda.

Sobre el 2 de septiembre de 1945 afortunadamente no hay discrepancias puesto que hace 75 años sobre la cubierta del acorazado de la Armada de los Estados Unidos USS Missouri, con el número 63 en su casco, se firmó el Acta de Rendición Japonesa.

El lanzamiento de dos bombas nucleares que dejaron muerte y devastación como nunca antes había conocido el ser humano, aceleraron el fin de la guerra mostrando al mundo el horror del uso de la energía atómica como arma de destrucción.

Las bombas Little Boy y Fat Man arrojadas contra Hiroshima y Nagasaki respectivamente sesgaron la vida de forma inmediata a 110,000 personas, cifra que con el paso del tiempo y los efectos de la radiación llegó según estimaciones a más de 245,000 víctimas.

Si en lo que respecta a 2 de septiembre no caben muchas dudas. El 75 aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial ha puesto de manifiesto el giro de acontecimientos de la geopolítica más actual y la guerra de desinformación que se desarrolla desde hace años, alcanzando en los últimos tiempos dimensiones preocupantes con la explosión e las redes sociales.

La tendencia actual de hacer juicios sumarios de los acontecimientos del pasado con la mentalidad contemporánea para medir y reprochar un pasado regido por valores y formas sociales muy diferentes conduce a un revisionismo histórico viciado por los intereses en lugar de rigurosos estudios desde la ciencia y la objetividad.

Guerra de fechas

Una muestra de esto es el énfasis en la celebración diferidla en 24 horas que hacen los vencedores de la contienda en el frente europeo. Mientras que para Estados Unidos, Francia y Reino Unido la fecha es el 8 de mayo, para la Unión Soviética, Rusia en la actualidad, el día de la victoria es el 9 de mayo, un día después, a pesar de que las fuerzas soviéticas ganaron la carrera por Berlín a los aliados occidentales con la rendición de la ciudad el 2 de mayo de 1945, 48 horas después de que Hitler se suicidara.

La guerra de fechas mantenida durante tres cuartos de siglo es el reflejo de las tensiones y la narrativa de los acontecimientos que abarca desde la gran contienda bélica, hasta los acontecimientos más actuales que varían en según la óptica que se use.

La realidad es que la rendición incondicional se produjo en Reims, Francia, cuando el Generaloberst Alfred Jodl fue llevado cuartel general aliado el 6 de mayo de 1945 donde firmó el acta al día siguiente. Al recibir la noticia de lo sucedido Stalin forzó un nuevo acto de rendición, esta vez en el cuartel general soviético en Karlshorst (Berlín) donde el 8 de mayo el mariscal Wilhelm Keitel selló la capitulación.

Las partes acordaron hacer pública la rendición del Tercer Reich el 9 de mayo, pero un periodista de Associate Press (Edwar Kennedy) avanzó la noticia ganándose una exclusiva histórica y un despido por la filtración.

Finalmente, las divisiones de los bloques, que posteriormente dieron lugar la guerra fría, se hicieron evidentes con una fecha para el oeste y otra para el este.

La curiosidad por las fechas no es más que el primer episodio de una larga carrera por mostrar una versión de la victoria de una guerra, donde una parte brilla más que otra gracias a un engranaje mediático global.

La disputa de la victoria

La leyenda que desde Hollywood y otros medios, incluida recientemente la Casa Blanca (con polémica incluida este año), sitúan a los Estados Unidos como salvadores de Europa chocando con la retórica del país que más daños y bajas sufrió durante la contienda: La Unión Soviética.

En la actual Rusia, la fecha del 9 de mayo tan denostada en la era soviética es prioritaria para Vladimir Putin a la hora de potenciar el espíritu de unidad nacional rememorando la «Gran Guerra Patria», donde más de 25 millones de sus connacionales perdieron la vida.

Las cifras de muertes de la Segunda Guerra Mundial oscilan, según los investigadores, entre los 50-100 millones de personas. La atrocidad de esta cifra demuestra lo cruel de un conflicto que sólo en la Batalla de Stalingrado dejó 1,4 millones de bajas en una lucha que cambió el rumbo de la guerra, marcando el fin del expansionismo del Tercer Reich que inició el avance hacia Berlín, año y medio antes del desembarco aliado en Normandía.

Las diferentes interpretaciones sobre quién ganó la guerra forzaron este verano al propio Putin a escribir un profundo artículo en The National Interest titulado: «Las auténticas lecciones del 75 aniversario de la Segunda Guerra Mundial», donde pone de manifiesto el indispensable papel del pueblo ruso a la hora de doblegar a la Alemania Nazi de Hitler.

75 años más tarde las viejas heridas se reabren como «la traición de Múnich» referencia de Putin al Pacto de Múnich de 1938, firmado por Francia y Reino Unido para calmar a Hitler partiendo la antigua Checoslovaquia, puesto por el mandatario ruso como contrapartida hacia aquellos que acusan a Stalin de firmar un pacto de no agresión con Alemania al verse abandonado por las potencias europeas.

El momento histórico del que nació Naciones Unidas y que debía suponer paz y unión, sigue siendo sinónimo de enfrentamientos en una lucha de poder que parece olvidar, convenientemente, las lecciones de un pasado que no debemos ignorar para evitar que se repitan las atrocidades de antaño.

Prof. Iván Martín y Ladera

 

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