Sistemas no tripulados: un complemento prometedor al poder aéreo naval tradicional

Análisis efectuado por Francisco Serrano, coronel del Ejército de Tierra (r) y miembro de APTIE. Serrano reflexiona sobre si deberían todos los buques de guerra convertirse en portaaviones.

«Los portaaviones de gran cubierta y sus complementos aeronáuticos seguirán siendo una parte esencial de la Flota». (Imagen: The National Interest).

El capitán de corbeta Jeff Zeberlein, de la Armada estadounidense, ofrece una visión intrigante del futuro del portaaviones en el Naval Institute Proceedings.

Afirma que, en la era de los vehículos no tripulados y de la inteligencia artificial, todo buque de guerra podría, y debiera ser, de una forma u otra, un portaviones.

La miniaturización, más la IA, afirma, hacen que sea factible y prudente la proliferación de la aviación en toda la flota de superficie, no sólo en los buques de línea como cruceros y destructores, sino en los auxiliares y transportes anfibios.

No todos los buques pueden ser portaaviones de gran cubierta. Sin embargo, convenientemente reacondicionados, podrían contribuir a aumentar la eficacia y durabilidad de la Flota en el combate naval, que, a su vez, dependería menos del ala aérea del portaaviones.

¿Tienes sentido transformar cada barco en una plataforma con capacidad aérea?

En los anales de la historia militar, muchas medidas audaces han sido tecnológicamente viables y asequibles. La cuestión es: ¿tiene sentido en términos prácticos transformar cada barco en una plataforma con capacidad aérea?

Con toda probabilidad, la Flota necesita ambos tipos de plataformas.

Es muy dudoso que los aviones sin tripulación lleguen a sustituir por completo a los cazas ni a los aviones de alerta temprana E-2D. Así pues, aunque se adoptara en con entusiasmo la visión de Zeberlein, los portaaviones de gran cubierta y sus complementos aeronáuticos seguirán siendo una parte esencial de la Flota.

Los sistemas no tripulados, un complemento prometedor

Lo que está claro es que los sistemas no tripulados ofrecen un complemento prometedor al poder aéreo naval tradicional.

El capitán Wayne Hughes, decano de las tácticas de flota, designa la exploración, el mando y control, y el alcance de las armas como los factores determinantes de la eficacia táctica en el mar. Los aviones no tripulados son útiles para vigilar el entorno de la Flota, lo que supone detectar, seguir y apuntar a las fuerzas hostiles.

Repartir la capacidad proporciona poder de resistencia

Ésa es la función de exploración. Podrían también contribuir al mando y control, por ejemplo, transmitiendo información y órdenes. Incluso podrían atacar a buques u objetivos costeros, como ha demostrado sobradamente la campaña ucraniana en el Mar Negro.

El caso es que los vehículos no tripulados tienen ya un papel importante que desempeñar en todas las dimensiones del combate marítimo. Si se dispersa la capacidad entre muchos buques de combate, se reduce el porcentaje de éxito de un ataque enemigo contra un buque de guerra.

En resumen, repartir la capacidad proporciona poder de resistencia.