¿Se necesita un cuerpo de drones? Aprendiendo las lecciones de Ucrania

El conflicto de Ucrania ha demostrado que los drones ya no son el futuro de la guerra, sino el presente.

La proliferación de drones ha llevado a Ucrania a cambiar radicalmente su enfoque de la tecnología, y en este artículo de opinión, el Teniente Coronel del Ejército estadounidense Robert Solano sostiene que es hora de que el Pentágono haga lo mismo.

La reciente decisión del Presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskyy, de establecer un cuerpo separado dentro de sus Fuerzas Armadas dedicada a los sistemas de aviones no tripulados señala un cambio significativo en la estrategia militar, y refleja un campo de batalla en evolución en el que los sistemas no tripulados desempeñan un papel fundamental. Esta medida, basada en las duras lecciones aprendidas del actual conflicto de Ucrania, debería suscitar una deliberación sobre el futuro de la guerra y el papel de la tecnología en ella.

También suscita la pregunta: ¿Debería Estados Unidos seguir su ejemplo y establecer su propio cuerpo centrado en sistemas no tripulados, independientemente del ámbito operativo? ¿O existe un enfoque diferente que se adapte mejor al sistema actual, pero que permita que las capacidades no tripuladas alcancen todo su potencial?

La iniciativa de Zelenskyy es innovadora porque sitúa una fuerza de sistemas no tripulados como entidad distinta de los ejércitos actuales de Ucrania. El US. Army ha clasificado tradicionalmente sus fuerzas en función de los dominios operativos, terrestre, aéreo, marítimo y, más recientemente, espacial, con el Army, Air Force, Navy la Space Force, respectivamente. Aunque la creación en 2019 de la Fuerza Espacial ilustra la voluntad estadounidense de adaptarse a nuevos ámbitos operativos, la creación de un cuerpo separado para los sistemas no tripulados representaría un cambio significativo de esta estructura basada en dominios.

Un enfoque más acorde con el marco de las Fuerzas Armadas estadounidenses implicaría que cada uno de los ejércitos, tierra, mar y aire, desarrollara una rama especializada o una carrera profesional centrada en los sistemas no tripulados (excluyendo los espaciales, que son no tripulados por naturaleza y están cubiertos por la Fuerza Espacial). Cada ejército podría aprovechar sus conocimientos especializados únicos para avanzar en la integración y empleo de drones y sistemas autónomos.

En concreto, el Army debería tomar la iniciativa en los vehículos terrestres no tripulados y en los drones aéreos de tamaño pequeño y mediano que han cobrado protagonismo en conflictos como el de Ucrania. El primer paso sería crear una rama de sistemas no tripulados que se situara junto a las ramas tradicionales de las armas de combate, como Infantería, Blindados y Aviación. Este nuevo cuerpo de drones aceleraría la adopción de tecnologías no tripuladas, impulsaría el desarrollo de nuevas estrategias y mejoraría la gestión del talento.

El uso de sistemas no tripulados no es nuevo en EEUU, lo que lleva a la pregunta obvia de por qué es necesario este cambio ahora. La realidad es que la cantidad y las capacidades de los drones, tanto aéreos como terrestres, han aumentado significativamente desde los conflictos de Irak y Afganistán. Como ejemplo, una coalición de naciones europeas se comprometió recientemente a suministrar a Ucrania un millón de drones, lo que pone de relieve el aumento del empleo de drones en diversos escenarios de combate. Además, el Departamento de Defensa anunció el pasado agosto su Programa Replicante, que pretende equipar a los combatientes con miles de sistemas autónomos.

Dada la naturaleza cambiante de la guerra, ya no basta con pequeños grupos operativos y la experimentación de unidades individuales. El Ejército necesita un cuerpo profesional de drones como parte de una rama de sistemas no tripulados.

La historia proporciona una hoja de ruta clara. Cuando se introdujeron los tanques por primera vez en la Primera Guerra Mundial, se asignaron inicialmente a las unidades de infantería en un papel de apoyo, proporcionando protección blindada mientras rompían las líneas enemigas. Esto limitaba su velocidad a la de los soldados de infantería y restringía su potencial estratégico. Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, la estrategia militar evolucionó, reconociendo que los tanques ofrecían nuevas ventajas tácticas que la infantería o los caballos no podían ofrecer. Fue una curva de aprendizaje que finalmente condujo a la creación de la Armor Branch en 1940, cambiando fundamentalmente la dinámica de la guerra terrestre.

Haciendo un paralelismo con el presente, los drones y los sistemas autónomos ofrecen capacidades que van más allá de las funciones tradicionales de las unidades de aviación, blindados o infantería. Estas capacidades incluyen ataques de enjambre, vigilancia persistente, operaciones psicológicas, guerra electrónica, operaciones autónomas y mucho más. Estas tácticas están remodelando el campo de batalla moderno, como demuestra su eficacia en escenarios como Ucrania. El potencial único de los drones grandes y pequeños para alterar la guerra exige un enfoque especializado que trascienda su papel actual como meros facilitadores de los cuerpos existentes.

¿Por qué empezar con el Ejército como prueba para un nuevo cuerpo de drones? Su naturaleza multidominio y sus dos décadas de experiencia con diversos sistemas lo convierten en la elección obvia.

El Ejército ya tiene experiencia en el despliegue de fuerzas de sistemas sin tripulación. Por ejemplo, durante la Guerra Global contra el Terrorismo en Irak y Afganistán, el Ejército formó la Task Force ODIN, una unidad del tamaño de un batallón con la misión de «observar, detectar, identificar y neutralizar (ODIN) artefactos explosivos improvisados con medios de reconocimiento aéreo tripulados y no tripulados».

Desde ODIN, que fue pionero en la estrategia de reconocimiento no tripulado del Ejército, la presencia de aviones no tripulados en el campo de batalla ha aumentado exponencialmente.

Algunas unidades ya han empezado a incorporar drones más pequeños a sus estrategias de combate. Recientemente, la 82ª División Aerotransportada empleó pequeños drones para lanzar municiones durante su entrenamiento, convirtiéndose en la primera unidad del Army en hacerlo. La adopción de un cuerpo de drones podría aprovechar los conocimientos adquiridos por la 82ª Aerotransportada, así como los adquiridos de aliados y conflictos anteriores, para formular una estrategia de armas combinadas más completa.

Sin embargo, establecer un cuerpo separado en el Ejército para los sistemas no tripulados no consiste sólo en reconocer su valor operativo. Se trata de comprender las habilidades y conocimientos especializados que requieren estas tecnologías. En la actualidad, los operadores de drones representan una especialidad ocupacional militar única, pero el futuro exigirá una gama más amplia de conocimientos, incluidos programadores de aprendizaje automático, técnicos de la nube, mecánicos especializados y operadores de sistemas más diversificados. Un cuerpo de drones apoyaría la formación especializada y el desarrollo de talentos. Fomentaría la innovación y la integración de sistemas no tripulados de formas que sólo estamos empezando a imaginar.

Además, la creación de un cuerpo dedicado a los sistemas no tripulados abre nuevas vías de reclutamiento. El Ejército podría aprovechar una creciente reserva de talento que hasta ahora habían pasado por alto los cuerpos militares tradicionales. Buscando activamente aficionados y expertos en drones, se

puede atraer a personas apasionadas y expertas en tecnología de drones y sistemas autónomos.

Es importante reconocer los debates en curso en el Ejército y el Congreso sobre si las distintas ramas del Ejército deberían tener diferentes normas de aptitud física. Por ejemplo, algunos han argumentado que los soldados cibernéticos deberían tener estándares físicos más bajos, ya que suelen trabajar detrás de escritorios, lejos del combate. Los requisitos específicos de aptitud física para los operadores de drones dependerán del desarrollo de la doctrina y la estrategia en materia de drones. En particular, las unidades de drones de Ucrania operan con frecuencia muy cerca de la línea de frente. Si el ejército estadounidense adopta tácticas similares, cabría esperar que la fuerza de drones tuviera unos requisitos físicos más elevados que si operaran drones pilotados a distancia desde miles de kilómetros.

También es importante reconocer que los sistemas aéreos y terrestres no tripulados suelen compartir tecnologías subyacentes, como la inteligencia artificial para los procesos de toma de decisiones, la fusión de sensores para mejorar el conocimiento de la situación y las redes de comunicación seguras para un control y una transferencia de datos fiables. Una rama unificada de drones podría sincronizar eficazmente la estrategia militar y las aplicaciones tecnológicas en los dominios aéreo y terrestre, garantizando que las innovaciones y avances en un área puedan aplicarse fácilmente a la otra. Una rama de sistemas no tripulados del Ejército también podría coordinar el desarrollo de la tecnología de aviones no tripulados y la estrategia conjunta entre el Ejército del Aire, la Armada y la Fuerza Espacial.

Los críticos podrían argumentar que los sistemas no tripulados son importantes facilitadores para otras ramas de las armas de combate y que estase deberían conservar la propiedad de sus propios sistemas no tripulados. Sin embargo, el concepto de ramas especializadas no es nuevo en el Ejército, y esas unidades de infantería, blindados, aviación, ingenieros y otras podrían conservar sus capacidades no tripuladas. El Signal Corps, por ejemplo, se dedica a los sistemas de comunicaciones e información, esenciales para todas las operaciones militares, pero lo suficientemente distintos como para justificar su propia existencia. Del mismo modo, una rama de sistemas no tripulados podría operar tanto unidades autónomas de drones como proporcionar equipos especializados para apoyar a otras unidades de combate, garantizando que las capacidades únicas de los drones se integren a la perfección en todos los dominios de la guerra.

La guerra de Ucrania ha ilustrado claramente la rápida evolución de la naturaleza de la guerra, en la que drones y sistemas autónomos se han convertido no sólo en herramientas, sino en elementos que cambian las reglas del juego en el campo de batalla. Para que el las Fuerza Armadas estadounidense aprovechen plenamente el potencial de estas tecnologías, un cuerpo específico podría proporcionar el enfoque, los recursos y la experiencia necesarios para integrarlas eficazmente en la tácctica militar más amplia, como parte del equipo de armas combinadas.

Fte. Breaking Defense (Lt. Col. Robert Solano)

El Teniente Coronel Robert Solano es el jefe de la Agencia de Gestión de Contratos de Defensa de Boeing en Mesa, Arizona. Es piloto y oficial del cuerpo de adquisiciones del Ejército de EEUU.