La seguridad y estabilidad europea se encuentra en un momento crítico teniendo en cuenta la invasión rusa de Ucrania que influye directamente en el entorno de la Unión Europea, la falta de unidad ante aspectos tan importantes como puede ser su respuesta ante la emigración, la ausencia de una política exterior sólida y firme o la ejecución del rearme necesario ante la obligada necesidad de hacer frente a la amenaza rusa con la suficiente eficiencia.
En la celebración en Moscú, el pasado 9 de mayo, del 80 º aniversario del Dia de la Victoria del final de la Segunda Guerra Mundial – que para los rusos fue la Gran Guerra Patria -, Vladimir Putin estuvo acompañado de una veintena larga de líderes mundiales, entre los que se encuentran el presidente de China, Xi Jinping, el de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, el de Egipto, Abdel Fattah el- Sisi, el de Venezuela, Nicolás Maduro, el de Bielorrusia, Aleksandr Lukashenko, el de Vietnam, Luong Cuong, el de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás, o el primer ministro de Eslovaquia, Robert Fico. Es una muestra palpable de que Rusia no se encuentra tan aislada internacionalmente como se menciona en algunos países occidentales.
Por otra parte, el boicot de Rusia a la reunión ruso-ucraniana sobre la guerra en Ucrania, del 15 y 16 de este mes mayo en Estambul, propuesta por el presidente ruso y a la cual Putin no acudió faltando al encuentro con Volodimir Zelensky como éste le había propuesto, enviando a dicha reunión una delegación de segundo nivel, indica la posición de fuerza del Kremlin oponiéndose a las propuestas de entablar unas negociaciones de paz que le han hecho tanto los Estados Unidos como la Unión Europea. En concreto, a Putin le interesa que la guerra continúe.
Para ser realistas, en la relación entre Putin y Occidente, la apuesta rusa es la que está triunfando en la actualidad. En el campo de las negociaciones en torno a la guerra en Ucrania, el presidente ruso está manejando claramente tanto los tiempos como el posible contenido de las conversaciones. Una de las claves de esta situación es la permanente posición rusa sobre sus pretensiones mientras que Occidente, especialmente desde la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, no solo está cambiando su posición, sino que, además, se aprecia una falta de unidad entre sus miembros.
Siempre he defendido que en las relaciones de Occidente con Putin es fundamental que exista un único interlocutor occidental para tratar con el presidente ruso. Uno de los principales objetivos de Putin es dividir a Occidente. Ya empezó en el 2021 cuando envió cartas a Estados Unidos y a la OTAN sobre la retirada de tropas aliadas del este de Europa, mientras que ignoró totalmente a la Unión Europea (UE).
Los viajes de lideres europeos a Moscú para entrevistarse con Putin a lo largo de la guerra han sido estratégicamente equivocadas y frustrantes, toda vez que se presentaban ante el líder ruso, de forma personal, y siempre con actitud acomplejada cuyo ejemplo más relevante fue el encuentro entre el presidente francés, Emmanuel Macron, y Putin ante una mesa de más de 6 metros de larga. Para Putin constituía un triunfo recibir separadamente a dichos líderes, en lugar de a las verdaderas autoridades de la UE, de la Comisión, del Consejo y del Alto Representante, constatando la cruda realidad de la falta de unidad europea.
Pero lo grave es que ahora se sigue el mismo camino. El pasado 10 de mayo en Kiev, los líderes de Francia, Alemania, el Reino Unido y Polonia, junto con el presidente ucraniano, después de hablar con el presidente estadounidense, hicieron una declaración conjunta pidiendo un alto el fuego inmediato de 30 días bajo la amenaza de nuevas sanciones. Sin embargo, Trump no expresó nunca en público su apoyo a esta iniciativa. Es decir, Occidente sigue dividido.
En la citada reunión ruso-ucraniana de Estambul del 15 y 16 de este mes, Moscú puso condiciones inaceptables para aceptar un alto el fuego. Según un alto funcionario ucraniano citado por la agencia Reuters, los negociadores rusos presentes en dicha reunión exigieron la retirada total de las tropas ucranianas de los territorios reclamados por Rusia – las provincias ucranianas de Lugansk, Donetsk, Zaporiyia y Jersón, aparte de Crimea – como requisito previo para el alto el fuego.
Donald Trump después de la mencionada reunión de Estambul, declaró que la única manera de lograr avances sería mediante una reunión cara a cara con Putin. Nada va a ocurrir hasta que Putin y yo nos veamos expresó. De nuevo, queda fuera la Unión Europea actor esencial afectado directamente por la guerra, además de ningunear a Ucrania como país principal que ha sido invadido y cuyo pueblo está sufriendo grandes cantidades de víctimas en la defensa de su identidad territorial, así como de su libertad y forma de vida.
La Unión Europea (UE) es un actor geoestratégico relevante a nivel global, con un importante poder blando, pero con un débil poder duro. Es una de las principales economías del mundo. En términos de PIB, es la tercera economía global, solo superada por Estados Unidos y por China. Sin embargo, aún no es un actor geopolítico planetario donde el poder duro – basado en la capacidad militar y coercitiva -, influyen poderosamente en el sistema de las relaciones internacionales.
En este Gran Juego, – emulando a la expresión popularizada por Rudyard Kipling para describir la lucha del siglo XIX entre los imperios británico y ruso por Asia Central -, entre Rusia y Europa por dominar el gran dilema geopolítico del intermarium – istmo ubicado entre el mar Báltico y el mar Negro -, donde se encuentra Ucrania, Moscú está llevando la iniciativa frente a Bruselas.
En su llamada telefónica a Putin, el pasado lunes, día 19, que duró en torno a dos horas, Trump no dio ningún ultimatum sino que sugirió más conversaciones de paz. Sin embargo, elogió las excelentes conversaciones y publicó en las redes sociales que “Rusia y Ucrania comenzarán inmediatamente las negociaciones hacia un alto el fuego y, lo que es más importante, el fin de la guerra”. Nada de eso ha ocurrido. Una pregunta queda en el aire ¿porqué Trump es tan conciliador con Putin y tan agresivo con sus aliados?
Tristemente esa no era la opinión de Putin ante la prensa rusa, donde declaró que “nos hemos puesto de acuerdo con el presidente Trump en que Rusia propone trabajar con la parte ucraniana en un memorándum sobre un posible y futuro tratado de paz”. Añadió que se definirían principios y posturas para un posible tratado de paz e incluirá un posible acto el fuego por un tiempo concreto en caso de se alcancen los correspondientes acuerdos.
Esta posición rusa está muy lejos de la propuesta de los líderes europeos y Zelenski del pasado 10 de mayo en la que pedían primero un alto el fuego y luego tratar con las negociaciones. Por otra parte, en Estados Unidos está apareciendo un movimiento de abandonar por completo los esfuerzos de mediación. El vicepresidente J.D. Vance, después de reunirse con el Papa León XIV, en Roma, declaró que “estamos más que abiertos a retirarnos”.
El dilema europeo consiste en establecer clara y firmemente su autonomía estratégica, como un actor global independiente o seguir estando bajo la tutela de Estados Unidos. Ya es hora de que Europa alcance su mayoría de edad para actuar como un sujeto geopolítico independiente y autónomo. Se podía empezar en tres campos: economía, política exterior y la seguridad y defensa. El proceso de despegue de Estados Unidos sería progresivo cercano a una década, dependiendo de cada campo pero los líderes europeos tienen que hacer frente a esta disyuntiva más pronto que tarde.
GD (R) Jesús Argumosa Pila
Asociación Española de Militares Escritores