¿Podría un nuevo acuerdo franco-alemán de exportación despejar el camino para el futuro avión de combate europeo?

Future Combat System

Las autoridades francesas y alemanas, celebraron la firma de un nuevo acuerdo de exportación de defensa en octubre como un momento decisivo, pero la desconfianza política e industrial sigue siendo una incertidumbre para el programa del Future Combat Air System, el futuro avión de combate de sexta generación.

El pacto de exportación, que entró en vigor a finales de octubre con el intercambio formal de notas de gobierno, tiene por objeto racionalizar un proceso polémico, que ha enturbiado la cooperación bilateral en materia de defensa durante algún tiempo. Es decir, el acuerdo dicta que los programas conjuntos, como el avión de combate FCAS, estén libres de interferencias por parte de los países socios cuando se trata de exportaciones eventuales.

La cláusula está dirigida principalmente a Alemania, donde políticos y legisladores, tienden a examinar con mayor detenimiento que sus colegas franceses las entregas de armas a países, en los que se sabe o se sospecha, que se han cometido violaciones de los derechos humanos.

La situación se ha vuelto más tensa desde la muerte en octubre de 2018 del periodista Jamal Khashoggi que, según funcionarios occidentales, fue asesinado por orden de Arabia Saudí. Desde entonces, Alemania ha congelado todas sus exportaciones al Reino, lo que ha provocado la protesta de Francia, donde las empresas han tenido que detener las entregas de equipos a Arabia Saudí en todos los casos, incluso en los que un pequeño número de componentes procedían de Alemania.

El nuevo acuerdo asegura que «nadie podrá poner trabas» a la planificación de las exportaciones del otro, dice Matthias Wachter, analista jefe de defensa del grupo de presión de la Federación de Industrias Alemanas. Tener tal garantía por escrito es una buena noticia para el FCAS y su proyecto hermano terrestre, el futuro carro de combate franco-alemán conocido como Main Ground Combat System, añadió.

El lenguaje del pacto de exportación recuerda al acuerdo Schmidt-Debré de 1971, nombrado en su momento en honor a los ministros de Defensa de Alemania y Francia, y considerado en la revista de izquierda Spiegel como un «pacto vergonzoso» cuando los periodistas se enteraron un año más tarde de la existencia de un acuerdo secreto.

Casi 50 después, la cooperación en materia de defensa sigue siendo un tema espinoso entre dos países, destinados a encabezar la autonomía militar de Europa en las próximas décadas. Y también hay diferencias culturales de larga data que perduran. Hay una percepción entre algunos legisladores alemanes, por ejemplo, de que la cooperación con París significa inevitablemente ceder el poder a la influencia francesa hasta el punto de que Alemania sólo juega en segundo plano, según Wachter.

Ese sentimiento ha llevado a los legisladores elaborar un paquete de acuerdo para el FCAS, por el que se liberarían fondos para la siguiente fase la construcción de demostradores de subcomponentes, sólo cuando haya garantías de que los fabricantes de tanques de Alemania, a saber, Rheinmetall, juegan un papel prominente en el Main Ground Combat System. Dado que los vehículos blindados son tradicionalmente un buen ejemplo de la industria alemana, algunos de los presentes se han quejado en privado de la división de responsabilidades al 50%.

«Es una cuestión emocional aquí en Alemania», dijo Wachter.

Una vez que el dinero comience a fluir para un conjunto adicional de contratos a principios del próximo año, habrá una letanía de preguntas que aún no se han resuelto. El destino de los derechos de propiedad intelectual, por ejemplo, sigue sin resolverse, según el analista. Además, a finales de octubre, no había acuerdo sobre la cuota de trabajo industrial de España. España es una especie de socio menor en el proyecto de la FCAS, aunque los responsables de Madrid han dicho que esperan un trato igualitario como miembro de pleno derecho del equipo del proyecto trinacional.

El Gobierno español designó el verano pasado a la empresa de electrónica de defensa Indra como líder nacional del programa del futuro avión de combate. La medida enfureció a Airbus, donde las autoridades esperaban dar a su filial española un papel que satisficiera las demandas de participación industrial de Madrid.

Otro posible punto de desacuerdo tiene que ver con los requisitos militares para el futuro caza. Quizás la cuestión más importante es que los franceses quieren un avión con capacidad para emplearlo desde un portaviones, que Alemania no necesita.

Fte. Defense Systems