He visitado FEINDEF 2023 y me he llevado la grata sorpresa de ver cómo la Feria Internacional de Seguridad y Defensa crece gracias al decidido apoyo institucional del Ministerio de Defensa. Tanto las intervenciones de la ministra del ramo como de su secretaria de estado rezumaban optimismo gracias al incremento del presupuesto de defensa y la previsible resucitación de un sector industrial acostumbrado a vivir de las exportaciones en un mercado doméstico anquilosado, hiperregulado y fuertemente intervenido (y con una sensibilidad oficial hacia sus problemas manifiestamente mejorable).
Durante la feria, el actual jefe del Estado Mayor de la Defensa, almirante general Teodoro López Calderón, afirmó que la industria española del sector tiene la capacidad de crecer y consolidarse en este ciclo inversor, aunque ha advertido de que el mayor enemigo podría ser la competencia interna dentro del mercado español. El mando operativo de las Fuerzas Armadas preconizó la necesidad de evitar competencias fratricidas para ganar eficacia, innovación y competitividad. Aunque sin competencias en el terreno industrial, el JEMAD ha puesto el dedo en la llaga al enfatizar la importancia de disponer de una industria potente que asegure los suministros necesarios para mantener un aceptable nivel operativo, cierta autonomía tecnológica y contar con sistemas de armas avanzados, de calidad y útiles.
Si analizamos el sector industrial de seguridad y defensa en España, en seguida podremos apreciar algunas carencias sobrevenidas por el bajo presupuesto dedicado al Ministerio de Defensa durante décadas y una política industrial errática sin objetivos estratégicos definidos (objetivos, por tanto, de gran alcance y largo plazo, lo que implica abordar profundos movimientos empresariales y de inversión). Es obvio que en España no se diseña o fabrica armamento ligero ni medio y que las empresas punteras en municiones están en manos extranjeras (Rheinmetall, Nammo y MSM). Tampoco la fabricación de medios acorazados o aviones militares puede adjetivarse como netamente española. Hay movimientos orientados al desarrollo de misiles, pero no los tendremos, si llegamos a buen puerto, antes de una década (SMS).
A un sector anárquico por falta de una política de estado adecuada, se le unen elementos tan influyentes como la normativa sectorial de adquisiciones, perniciosa por poco especializada en los procesos de obtención y en la defensa de nuestros intereses, las barreras de entrada a nuevas empresas, la desesperante lentitud de la Administración para conceder licencias de actividad o los continuos incumplimientos de plazos y costes en los grandes programas. Basta fijarse en programas de adquisición como el submarino S80, de la nacional Navantia, el Pizarro y Castor, de Santa Bárbara Sistemas, el 8×8 Dragon de Tess Defense (un programa que ha empezado a entregar unidades 16 años después de iniciarse), el BMS-LINCE de Indra-Thales, o algunos otros de I+D que, aun habiendo llegado a finalizarse con éxito, nunca se pusieron en servicio, como el AMIGOS de identificación amigo-enemigo para plataformas terrestres. A estas debilidades estructurales del sector se une el millón de jóvenes talentos que han emigrado al extranjero durante la última década y que supone un activo muy difícil de repatriar (precisamente uno de los factores que han impedido una rápida victoria de Rusia sobre Ucrania ha sido la fuga crónica de talento que ha sufrido desde la caída del Muro de Berlín y la descomposición de la Unión Soviética)
Por otro lado, algunas pequeñas empresas, como Bioammo, Gaptek o NTGS, han podido nacer, superar la elevada mortalidad infantil del sector y progresar gracias al mercado exterior, las tecnologías duales y las alianzas estratégicas con actores foráneos.
Al análisis del sector hay que añadir un detalle que preocupa: parece que nos hemos olvidado de la obtención de retornos en forma de tecnología cuando se compran sistemas de otros países; unos pocos ejemplos dan luz sobre la cuestión: la adquisición del Pilatus suizo para el entrenamiento de los pilotos del Ejército del Aire, el overhaul de los helicópteros Chinook a la versión F, la selección de sistemas norteamericanos o noruegos por parte de la Armada (AEGIS, misiles, helicópteros, tal vez F35…), apenas han supuesto retornos para la industria española. En el pasado, adquisiciones como el AMX-30 o el Leopardo supusieron una inyección tecnológica y económica para un gran número de empresas auxiliares que pudieron despegar a la sombra de estas compras.
El sector ha acogido las palabras del JEMAD con satisfacción, pero el desarrollo de una política industrial coherente y ambiciosa no depende de él, sino del Ministerio de Industria y de la Secretaría de Estado de Defensa cuyos titulares suelen hacer discursos ilusionantes sobre la situación y el futuro del sector pero que no siempre aciertan a la hora de sustanciar las estrategias que se precisan.
La entrada de firmas como SAPA o Escribano en el capital de la semiestatal INDRA no parece responder a motivos industriales, sino a planteamientos meramente políticos, pues la aportación al mercado del gigante tecnológico por parte de sus nuevos accionistas no parece justificar la enorme cuantía de su participación accionarial. No acaban de verse las sinergias generadas a tenor de los personajes implicados (algunos de ellos en la sombra). De hecho, el mercado internacional no ha entendido los movimientos de capital y sillones en su consejo de administración.
Otra cuestión que parece no querer tratarse al albur del nuevo ciclo inversor es el nivel retributivo del personal, una asignatura pendiente y un asunto que puede estallar en cualquier momento en caso de no aprovechar el incremento presupuestario para equiparar los sueldos de los militares con los de otros cuerpos similares de la Administración General del Estado. Es una de las asignaturas pendientes que yo me permito calificar como crítica.
Un hecho destacable de FEINDEF ha sido el interés mostrado por algunas regiones españolas, como Andalucía y Murcia, en fomentar, junto a sus universidades el desarrollo del tejido industrial, innovador y dual útil para la seguridad y defensa nacional. Iniciativas público-privadas, como la nueva Base Logística del Ejército de Tierra en Córdoba o el recientemente anunciado CETEDEX del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial en Jaén, conforman proyectos que verán su finalización hacia 2028/30, movilizarán recursos y crearán polos de desarrollo a su alrededor, amén de puestos de trabajo de calidad, lo que por sí mismo dinamizará la actividad industrial en radios de acción superiores a 150 km. El PIB y la calidad de vida local pueden mejorar a partir de estas inversiones.
Afortunadamente ya disponemos de un catálogo de empresas innovadoras y netamente españolas capaces de atraer y fijar talento, como GMV, Tecnobit-Oesía, Epicom, S2Grupo, TSD, EINSA, Urovesa, Instalaza, GAHN, SICPA, ITURRI, FECSA y otras, que invitan al optimismo sobre el futuro. Todas ellas se han ganado una sólida reputación de fiabilidad y seriedad que ya ha traspasado nuestras fronteras.
La industria nacional y, especialmente, las pequeñas y medianas empresas que conforman el sector (64 % Pymes y 20 % microempresas de las más de 1.000 entre defensa, seguridad y emergencias) precisan protección y apoyo en su expansión internacional, algo que hay que extender a la cadena de suministro de los grandes integradores. No es de recibo que productos donde hay capacidad nacional se adquieran en terceros países, incluso de fuera de la Unión Europea, un hecho que se viene produciendo últimamente con demasiada frecuencia. Prefiero no poner ejemplos, aunque haberlos, haylos.
En definitiva, FEINDEF ha mostrado un sector empresarial ilusionado que todavía carece de una estrategia definida por parte del Estado y que sigue presentado algunas luces y muchas sombras. Habrá que confiar en que los compromisos adquiridos por el gobierno español con los aliados de la OTAN no los trastoquen ni la elevada deuda pública ni los recortes que se vislumbran en un horizonte no demasiado lejano. El rigor presupuestario que pronto impondrá Europa puede dar al traste con muchas de las expectativas creadas.