A una hora de Tallin, la capital de Estonia, en un caluroso día de finales de junio, un vehículo similar a un robot se desliza sobre la densa vegetación, despejando el terreno arenoso y lleno de baches con un zumbido mecánico. Atraviesa los árboles de un pequeño bosque y deja ver a un equipo de operadores que advierten a sus colegas observadores humanos de que mantengan las distancias.
La plataforma es la THeMIS 4.5, y pertenece a Milrem Robotics, una empresa de 10 años fundada en Estonia y comprada este año por Edge Group, de Emiratos Árabes Unidos, que ahora compite con grandes actores del mercado de los vehículos terrestres no tripulados (UGV).
Con una población de apenas 1,3 millones de habitantes, la nación báltica se ha convertido en los últimos años en un centro de innovación para la tecnología UGV. En la actualidad, Estonia es uno de los muchos países que pretenden que los robots terrestres se conviertan gradualmente en una parte importante de su estructura y doctrina militar, como complemento o sustitución de las capacidades existentes. En este contexto, las Fuerzas de Defensa de Estonia (EDF) invitaron a los proveedores a una prueba de dos días, el 28 y 29 de junio, para que mostraran las capacidades de sus vehículos.
El objetivo era que completaran tres escenarios diarios, que iban de fáciles a desafiantes, en un tiempo de 20 minutos, con intervención mínima del operador o en modo autónomo. La demostración tuvo lugar ante observadores compuestos por militares de más de 20 países, en su mayoría europeos.
Veteranos y nuevas empresas
El desarrollo de los vehículos terrestres no tripulados está siendo un proceso lento y es probable que tarde más tiempo en perfeccionarse, ya que los ejércitos siguen evaluando sus necesidades y la forma en que planean emplearlos junto con los sistemas en servicio. Aun así, el interés por esta tecnología sigue siendo elevado.
«Sin duda es un campo que está despegando», declaró a Defense News Markus Otsus, coordinador de proyectos de la Academia Militar de Estonia, uno de los organizadores del evento. «Esperábamos contar con la presencia de cinco o seis plataformas en la prueba, pero acabamos teniendo 11 y el interés de más que no pudieron asistir».
De las allí presentes, más de la mitad se encuentran aún en fase de prototipo, lo que pone de relieve cómo el ámbito terrestre se ha quedado rezagado respecto aéreo, que avanza a mayor velocidad.
Por ello, entre los participantes había empresas consolidadas como Rheinmetall y Milrem, cuyas plataformas Mission Master y TheMIS ya se han vendido a más de una docena de países. En el otro extremo del espectro se encontraba la nueva empresa alemana ARX Landsystems, cuyo vehículo Gereon RCS se terminó sólo diez días antes del evento.
«Muchos países han adquirido vehículos terrestres no tripulados para pruebas, lo que a menudo significa que los tratan como algo que tienen que valorar, porque no pueden tirar el dinero cuando no se han producido o no hay muchas unidades disponibles», dijo Otsus.
Para que puedan desplegarse en escenarios operativos o «en una situación como la que estamos viendo en Ucrania, necesitan mucha más robustez en términos de capacidad de aguantar golpes, no hay muchos sistemas que hayan estado realmente en la naturaleza durante meses y meses», añadió.
Retos difíciles
Los mayores retos a los que se enfrentan los UGV tienen que ver con la percepción y la localización. En la actualidad, la mayoría de ellos están equipados con LIDAR ()light detection and ranging), que proporcionan visión a larga distancia durante el día y la noche para identificar y evitar objetos, lo que se consigue generando millones de puntos de datos mediante rayos láser que crean un mapa tridimensional de su entorno.
Los inconvenientes de esta tecnología son, entre otros, que funciona mal con lluvia, nieve o niebla, y que las técnicas de suplantación de identidad por láser pueden alterar su capacidad de percepción. También puede ser engañado por el polvo y la flora densa, como se vio varias veces durante la prueba.
Representantes de la empresa explicaron a Defense News una situación en particular, en la que había árboles y vegetación de plantas de más de un metro de altura, que causaban problemas en la detección LIDAR de sus vehículos. Los robots se paraban en seco y parecían confusos al girar a derecha e izquierda, incapaces de trazar un mapa de su entorno y calcular una trayectoria hacia delante. Al final, muchos UGV tuvieron que ser a través de esas zonas difíciles.
«Otro riesgo del LIDAR en aplicaciones militares es que, al ser un sensor láser activo, emite ondas de luz pulsada en el entorno que pueden ser detectadas fácilmente por los adversarios con gafas», explicó un representante de Nexter. La empresa francesa había aportado su vehículo Ultro-600 a las pruebas.
La detección del enemigo es un problema al que se enfrentan todos los fabricantes.
«Sí, nos preocupa, y por eso llevamos un año probando distintas soluciones de detección pasiva que esperamos integrar en el próximo ciclo de lanzamiento del producto», declaró Luc Brunet, vicepresidente de Rheinmetall Provectus.
La fiabilidad de los sistemas de comunicación de los UGV es clave en cualquier escenario, según Otsus.
«Si estás en una operación y necesitas urgentemente conocer la situación, pero el vehículo pierde la conexión o envía una señal de error, los casos en los que se puede emplear son limitados», explica, aunque en escenarios de carretera abierta la mayoría de los sistemas funcionaron relativamente bien y los completaron sin depender excesivamente de opciones manuales, la situación se volvió más compleja en zonas boscosas.
Por ejemplo, Rheinmetall y un equipo de la Universidad Checa de Defensa informaron ambos días de que la señal GPS era más débil en entornos boscosos, a pesar de que los participantes podían precargar diez waypoints en el software de navegación de sus vehículos con antelación.
«Los árboles, sobre todo el segundo día, actuaban como una especie de muro para los sensores de las plataformas, dificultándoles la búsqueda de la mejor ruta», explicó Etienne Rancourt, director de desarrollo comercial de Rheinmetall Canada.
Aumentar la autonomía
Aunque el combate robotizado está lejos de alcanzar la plena autonomía, se siguen haciendo progresos graduales. Varios ejércitos están intensificando sus entrenamientos de combate con UGV, entre ellos las fuerzas alemanas, que en febrero realizaron prácticas con los vehículos oruga Ziesel y TheMIS.
En abril, las fuerzas británicas probaron por primera vez UGV pesados, de más de cinco toneladas, como el Type X de Milrem y el Wiesel de Rheinmetall. En mayo, Estados Unidos, Gran Bretaña y Australia llevaron a cabo un ejercicio de inteligencia artificial y autonomía en el que participaron drones, tanques y el vehículo aéreo no tripulado Viking, fabricado por Horiba Mira, filial de Iveco. Muchos países también quieren desarrollar sus propios sistemas, como la República Checa y España, que presentaron en Estonia las plataformas de tamaño medio Taros y SR-0001, respectivamente.
Según Ivo Peets, jefe del personal de planificación a largo plazo de las Fuerzas de Defensa estonias, los UGV se emplean mejor en funciones bien definidas con objetivos claros, algo que muchos países aún están definiendo.
«Hasta ahora, los vehículos terrestres no tripulados han logrado avances importantes sobre todo en tareas no cinéticas, como la limpieza de minas, la desactivación de artefactos explosivos y la evacuación», declaró a Defense News.
El énfasis actual parece estar en operar estas plataformas en funciones logísticas y de vigilancia, según un funcionario polaco aquí presente que dijo estar buscando UGV de menor tamaño para misiones de reconocimiento.
Esto no quiere decir que los países estén renunciando a las versiones armadas. Rheinmetall Canada, que encabeza el segmento de negocio de robots terrestres de la empresa alemana, confirmó a Defense News que varios países europeos interesados en plataformas armadas se habían puesto en contacto con la empresa.
Según Peets, que esa tendencia se haga realidad es sólo cuestión de tiempo, aunque serán necesarias más pruebas de seguridad y una mayor normalización de los procedimientos.
La hoja de ruta para que los UGV se integren plenamente en las fuerzas de combate nacionales sigue siendo borrosa. La mayoría de los representantes de los países presentes se basan en la hipótesis de que la tecnología estará lista en 2040. Por ahora, ese objetivo implica que las tropas adquieran más experiencia en el manejo y mantenimiento de estos sistemas, al tiempo que aprenden a hacerlos rentables.
Para países más pequeños como Estonia, Peets señala que los UGV no son viables en grandes cantidades para los tipos de batallas robóticas que han cautivado la imaginación de los generales de sillón. Sin embargo, para países con unidades de infantería especializadas, fuerzas armadas más grandes y fronteras más extensas, se necesitarían cientos para marcar la diferencia, según funcionarios alemanes y finlandeses.
El crecimiento del sector de los vehículos terrestres no tripulados ha sido lento, pero parece que por fin se está calentando.
Fte. Defense News (Elisabeth Gosselin-Malo)
Elisabeth Gosselin-Malo es corresponsal en Europa de Defense News. Cubre una amplia gama de temas relacionados con las adquisiciones militares y la seguridad internacional, y está especializada en el sector de la aviación.