Las «bombas de vacío» rusas podrían desatar el infierno sobre la población civil ucraniana

Efectos de un explosivo aire-combustible en un buque de la Armada estadounidense, 1972.

En las ciudades de Ucrania, estas armas causarían un daño masivo a los objetivos militares y a los civiles, incluyendo a aquellos que se hayan refugiado en bunkers.

A medida que las tropas rusas se empantanan en su invasión de Ucrania, los observadores temen que el Ejército ruso pueda recurrir a una de sus armas no nucleares más devastadoras en zonas civiles: el sistema de lanzallamas pesado TOS-1A. Originalmente concebido para destruir objetivos fortificados, el TOS-1A crea olas demoledoras de calor abrasador y sobrepresión, matando a las tropas enemigas dentro de búnkeres y otros objetivos reforzados.

Hasta hace pocos días, las fuerzas terrestres rusas se han abstenido del empleo de artillería pesada en las zonas urbanas de Ucrania. Esto ha sido un impedimento para las típicas operaciones de combate rusas, ya que la doctrina militar de Moscú suele prescribir una cantidad abundante de artillería para batir al enemigo antes de un asalto terrestre. Aunque se han avistado numerosas piezas de artillería pesada rusa rodando hacia Ucrania, y se ha informado de que Moscú ya ha utilizado armas termobáricas contra la población civil, todavía no ha habido confirmaciones oficiales.

Todo esto puede estar a punto de cambiar. Los bombardeos de artillería sobre ciudades y pueblos ucranianos son cada vez más frecuentes, con evidencias del empleo de cohetes BM-30 Smerch de 300 milímetros, cohetes Grad-P de 122 milímetros y otros sistemas de cohetes en servicio. Sin embargo, el peor de todos es el TOS-1A. Como afirma el exportador estatal del arma en sus materiales de marketing: «Crearé un infierno para el enemigo». No dice ninguna mentira.

La TOS-1A es un arma sin equivalentes en los ejércitos occidentales. Ésta y las armas similares se denominan «termobáricas» debido al uso de calor y presión extremos para incapacitar o matar. La Unión Soviética desarrolló por primera vez el TOS-1A en la década de 1970 como un arma que cumplía la función de un lanzallamas para combatir a las tropas enemigas protegidas en búnkeres. En aquella época, la mayoría de los ejércitos se estaban desprendiéndose de la función tradicional de los lanzallamas, pero seguía siendo necesario un arma que pudiera penetrar de algún modo a través de los estrechos puertos de tiro de un búnker o posición de combate para neutralizar a las tropas que se encontraban en su interior.

El vehículo original, el TOS-1, está diseñado para transportar 30 cohetes de 220 milímetros de diámetro. Cada cohete estaba repleto de partículas metálicas inertes, pero inflamables, dispersadas en forma de nube en el objetivo. Lo ideal es que las partículas metálicas transportadas por el aire se filtren en lugares de difícil acceso a través de las bocas de los búnkeres, las escotillas de los vehículos blindados y las entradas de las cuevas. A continuación, el cohete detona la nube, creando una mortífera bola de fuego.

La explosión también tiene un poderoso efecto secundario: la generación de potentes ondas de presión positivas y luego negativas. La rápida sucesión de ondas de presión positivas y negativas es la razón por la que algunos llaman a las armas termobáricas «bombas de vacío». El diferencial de presión tiene un efecto devastador sobre los edificios, las estructuras y el cuerpo humano, especialmente los pulmones. La madre de todas las bombas (MOAB) de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, la bomba convencional más grande del mundo, también mata por sobrepresión, y en 2017 fue lanzada sobre un complejo de cuevas del ISIS en Afganistán.

La versión moderna del TOS-1 es el TOS-1A, también conocido como Solntsepek (Sol). El arma sigue disparando cohetes de 220 milímetros, pero solo lleva 24 a la vez. Según Rosoboronexport, la empresa estatal que comercializa y coordina las ventas internacionales de armas, el TOS-1A puede lanzar sus cohetes sólo 90 segundos después de detenerse por completo. Puede disparar los 24 cohetes en seis segundos, y un solo vehículo puede arrasar 40.000 metros cuadrados. Además de las fuerzas terrestres rusas, los ejércitos de Argelia, Armenia, Azerbaiyán, Irak, Jordania, Kazajstán, Arabia Saudí y Siria también tienen en servicio al TOS-1A.

Los efectos del TOS-1A contra los soldados son ya horripilantes, pero contra los civiles tiene el potencial de provocar una matanza masiva. Los peligros para los civiles desprotegidos son obvios, pero también puede dañar (o incluso derrumbar) edificios no militares, matando o hiriendo a quienes se refugien en su interior.

El TOS-1A devastará a la población civil de Ucrania si Rusia lo usa contra ella. Si Putin se desespera, podría ordenar el despliegue de estos sistemas de cohetes TOS-1A y similares como armas de terror en un intento de romper la moral de Ucrania.

Aunque tales acciones podrían tener el efecto deseado, también se considerarían en general como un crimen de guerra, y meterían a Putin y a su administración en problemas internacionales aún más graves que los actuales.

Fte. Popular Mechanics