La «guerra híbrida»: Un término, muchos significados

La reciente agresión de Rusia contra Ucrania ha dado una nueva importancia al debate sobre la «guerra híbrida» (véase, por ejemplo, The Economist 2022; The Wall Street Journal 2022; The New York Times 2022). Sin embargo, el concepto de «guerra híbrida» sigue siendo tan discutido como popular. Cuando los académicos o los profesionales mencionan el «modelo híbrido de guerra» no siempre implican lo mismo. Además, las definiciones relativas ella adoptadas por los Estados e instituciones occidentales muestran diferencias significativas. Así que, en última instancia, el término «guerra híbrida» oscurece más de lo que explica.

En este ensayo se argumenta que la ambigüedad ideológica de la «guerra híbrida» se debe a dos razones principales: En primer lugar, su concepto ha sido ampliamente discutido, criticado y reformulado incluyendo nuevos elementos que faltaban en la concepción inicia, desde que fue popularizado por primera vez por Frank Hoffman en su monografía de 2007 Conflict in the 21st Century: The Rise of Hybrid Wars.

En segundo lugar, el término «guerra híbrida» se ha usado a menudo para referirse a fenómenos inaplicables. Es decir, el término «guerra híbrida» se refiere a nuevos casos que carecen de las características esenciales del concepto original. De este modo, la idea de «guerra híbrida» se ha visto continuamente sometida a un estiramiento conceptual, por lo que hoy en día parece un concepto bastante vago y ambiguo. Sin embargo, una investigación minuciosa revela que hay cinco interpretaciones principales del concepto de «guerra híbrida» que están relacionadas, pero son diferentes:

  • La «guerra híbrida» como el empleo de la fusión sinérgica de armas convencionales, tácticas irregulares, terrorismo y actividades criminales en el mismo espacio de batalla.
  • La «Guerra Híbrida» como el uso combinado de fuerzas regulares e irregulares bajo una dirección unificada.
  • La «Guerra Híbrida» como el uso de varios medios militares y no militares para amenazar a un enemigo.
  • La «Guerra Híbrida» como las actividades sub-umbrales que implican cualquier mezcla de medios violentos y no violentos.
  • La «guerra híbrida» como una forma de lograr objetivos políticos mediante el uso de actividades subversivas no violentas.

Este ensayo tiene dos objetivos: ofrecer una visión general de las diferentes versiones conceptuales de la «guerra híbrida» dentro de un contexto histórico y debatir brevemente las posibles implicaciones de la falta de claridad conceptual en torno a la «guerra híbrida» para Occidente.

La «guerra híbrida»: Un concepto en constante expansión

El uso del término «guerra híbrida» se remonta a la década de 1990. Hasta donde sabemos, apareció por primera vez en el libro de Thomas Mockaitis titulado British Counterinsurgency in the Post-imperial Era en 1995 (Mockaitis 1995, 14-39).

En los años siguientes, varios autores lo usaron para referirse a una amplia gama de campañas militares (véase, por ejemplo, Walker 1998, Nemeth 2002, Dupont 2003, Carayannis 2003, Simpson 2005). De hecho, la forma en que estos autores caracterizan la «guerra híbrida» no es tan similar entre sí. Sin embargo, en los análisis finales, parece correcto argumentar que han lo han usado para indicar un modo de guerra que no puede clasificarse simplemente ni como puramente convencional ni como irregular. Pero, a decir verdad, en el tema de la «guerra híbrida», las implicaciones teóricas y prácticas de los autores mencionados fueron bastante limitadas.

La primera articulación ampliamente difundida del término «guerra híbrida» fue un discurso del general James Mattis en el Foro de Defensa respaldado por el Instituto Naval y la Asociación del Cuerpo de Marines en septiembre de 2005 (Hoffman 2007, 14). Justo después de la conferencia, Mattis y Hoffman publicaron un breve documento sobre la «guerra híbrida» en noviembre de 2005. En ese documento, los autores sostenían que las futuras amenazas serán una fusión de diferentes modos de guerra, síntesis a la que llamaron «guerra híbrida», cuyo concepto no estaba completamente desarrollado en ese artículo, y los autores describían las características clave del «modelo híbrido de guerra», en lugar de definirlo (Mattis y Hoffman 2005, 18-19).

Dos años después, Hoffman publicó su monografía seminal y formuló su propio concepto de «guerra híbrida» basándose en la «guerra de cuarta generación», la «guerra compuesta» y la «estrategia de defensa nacional de 2005». Esta vez, Hoffman proporcionó una definición bien organizada y detallada de la «guerra híbrida». Además, fue la monografía de Hoffman la que popularizó el término «guerra híbrida» en los círculos académicos y militares estadounidenses. Además, la definición de Hoffman ha configurado en gran medida el concepto de «guerra híbrida» del Ejército estadounidense (véase, por ejemplo, Casey 2008, 28; US Army 2010, 1-1; US Army 2011, 1-5). Por tanto, tiendo a considerar su monografía de 2007 como «el punto de origen» del gran debate sobre la «guerra híbrida».

En su monografía, Hoffman (2007, 8) ha afirmado que:

«Las guerras híbridas incorporan una serie de modos de guerra diferentes, que incluyen capacidades convencionales, tácticas y formaciones irregulares, actos terroristas que incluyen violencia indiscriminada y coerción, y desorden criminal».

Según Hoffman (2007, 36), el método de guerra de Hezbolá llevado a cabo frente al Ejército israelí durante la guerra de 34 días representa el ejemplo más llamativo de «guerra híbrida». Hoffman (2007, 37) afirma que «el uso por parte de Hezbolá de misiles de crucero antibuque C802 y el lanzamiento de cohetes representa una muestra de lo que podría ser la «guerra híbrida»». Podría decirse que su principal objetivo es concienciar sobre las crecientes capacidades militares de tipo estatal de los actores violentos no estatales en la era posterior a la Guerra Fría. No obstante, ha señalado que la «guerra híbrida» también puede ser llevada a cabo por Estados (Hoffman 2007, 8). En este sentido, Hoffman (2007, 28) ha mantenido que los Estados pueden cambiar sus fuerzas regulares por unidades irregulares y emplear tácticas de guerra no tradicionales. Así que, en última instancia, su noción de «guerra híbrida» se refiere, en esencia, a actores no estatales con armas de alta tecnología y a Estados que adoptan tácticas irregulares. De hecho, la idea de Hoffman de «guerra híbrida» describe bien lo que han hecho insurgentes del siglo XXI como Hezbolá, Hamás, los talibanes, el ISIS y el PKK en las últimas dos décadas. Además, recoge a los combatientes irregulares basados en el Estado, como las tropas enmascaradas de Rusia conocidas como «hombrecillos verdes», las milicias marítimas de China y la Fuerza Quds de Irán. Así pues, aunque los actores no estatales con armas sofisticadas y los Estados que emplean tácticas irregulares no son completamente nuevos, hoy en día parecen dominar los conflictos armados actuales, como Hoffman predijo correctamente en 2007.

Poco después de que Hoffman publicara su monografía, el concepto de «guerra híbrida» acaparó gran atención en los debates militares estadounidenses, y numerosos pensadores militares lo revisaron y reformularon. Muchos estudiosos pusieron en duda su novedad. Sin embargo, un examen en profundidad muestra que, a diferencia de Hoffman, cuya definición se centra específicamente en la fusión de fuerzas convencionales e irregulares en el mismo espacio de batalla, algunos de ellos han caracterizado la «guerra híbrida» como el uso simultáneo de fuerzas regulares e irregulares en la misma operación. Por ejemplo, en un libro titulado Hybrid Warfare: Fighting Complex Opponents from the Ancient World to the Present, que es una de las obras más citadas de la literatura existente sobre la «guerra híbrida», un grupo de historiadores militares ha mantenido que la historia de la guerra está llena de ejemplos de «guerra híbrida» (Murray y Mansoor 2012).

No obstante, los autores definen la «guerra híbrida» «como un conflicto en el que intervienen una combinación de fuerzas militares convencionales e irregulares (guerrillas, insurgentes y terroristas), que puede incluir tanto actores estatales como no estatales, cuyo objetivo es lograr un propósito político común» (Mansoor 2012, 2). Es decir, se centran principalmente en la coordinación combinada de fuerzas convencionales e irregulares sin referirse a la idea central de Hoffman, es decir, la fusión de elementos regulares e irregulares en una fuerza unificada. Esta línea de argumentación ha ganado adeptos en la literatura sobre la «guerra híbrida», y varios autores han seguido caracterizándola, como el uso coordinado y combinado de fuerzas regulares e irregulares bajo una dirección estratégica unificada en los años siguientes (véase, por ejemplo, Deep 2015; Boot 2015; 15-18; Murray II 2017, 1).

Por otro lado, otro grupo de pensadores militares como McCuen (2008, 108), Jordan (2008, 20), Glenn (2009), Lasica (2009, 3), McWilliams (2009, 18-19) y Burbridge (2013, 11) ha considerado que el concepto «guerra híbrida» está bastante centrado en el campo de batalla. Según estos autores, la «guerra híbrida» se lleva a cabo en todos los niveles de la guerra y, por tanto, su uso estratégico también es digno de mención. En este sentido, revisaron su concepto, añadiendo algunos elementos no cinéticos a su ámbito.

Por ejemplo, Glenn (2009) define la «amenaza híbrida» como sigue:

«Un adversario que emplea simultáneamente y de forma adaptativa alguna combinación de (1) medios políticos, militares, económicos, sociales y de información, y (2) métodos de guerra convencionales, irregulares, catastróficos, terroristas y disruptivos/criminales».

Lo que distingue a esta versión conceptual de «guerra híbrida» de las discutidas anteriormente es el énfasis en los medios y técnicas no cinéticos. Como tal, a diferencia de la comprensión táctico-operativa de la «guerra híbrida», que está intrínsecamente orientada a lo militar, las dos partes constitutivas de esta versión conceptual de la «guerra híbrida» se han convertido en instrumentos militares y no militares.

Tras la anexión rusa de Crimea en 2014, la OTAN prefirió el término «guerra híbrida» para referirse a la llamada «nueva» forma de conflicto de Rusia en Ucrania. Podría decirse que esta elección es el punto de inflexión más crucial en la evolución del concepto de «guerra híbrida».

En primer lugar, el uso y la popularidad del término «guerra híbrida» aumentaron drásticamente en los debates militares y estratégicos de Occidente. En segundo lugar, debido a que las actividades de Rusia en Ucrania no se ajustaban totalmente a las conceptualizaciones anteriores de la «guerra híbrida», su significado fue sometido a un estiramiento conceptual una vez más. En pocas palabras, Rusia logró sus objetivos políticos en Ucrania empleando una combinación de herramientas no cinéticas, como los ciberataques, la propaganda, la desinformación, la coerción económica y la presión diplomática, y métodos militares como la realización de operaciones encubiertas y la potenciación de combatientes por delegación.

Además, Rusia negó sistemáticamente su participación en Ucrania. Así, la llamada «guerra híbrida» de Rusia en Ucrania no sólo consistió en una combinación de elementos regulares e irregulares o en la combinación de herramientas militares y no militares, sino también en acciones encubiertas y engaños. Así, las principales características que definen la campaña subversiva de Rusia en Ucrania fueron la creación de ambigüedad y la posibilidad de una negación plausible. Por lo tanto, en este contexto, el «modelo híbrido de guerra» se asoció en gran medida con la llamada «doctrina Gerasimov», que hace hincapié en la difuminación de las distinciones entre la guerra y la paz. Como tal, el concepto de «guerra híbrida» se caracterizaba generalmente por actividades sub-umbrales que incluían métodos cinéticos y no cinéticos tanto en los documentos académicos como en los de política/estrategia de las instituciones occidentales (véase, por ejemplo, OTAN 2014; OTAN s.f., Comisión Europea 2016; CoE híbrido s.f.; Military Balance 2015, 5; Popescu 2015, 1).

En realidad, este concepto de «guerra híbrida» parece ser un cóctel de versiones conceptuales anteriores. En concreto, recoge casi todas las categorías incluidas en la literatura sobre la «guerra híbrida»: convencional e irregular; militar y no militar. Sin embargo, como se ha señalado anteriormente, esta formulación hace especial hincapié en la negación plausible y en la noción de permanecer en el umbral del acto de guerra declarado, y por tanto, representa un alejamiento de las conceptualizaciones anteriores de la «guerra híbrida».

En los años siguientes, el concepto de «guerra híbrida» ha seguido evolucionando y adquiriendo un nuevo significado en el discurso estratégico de Occidente. Esto se debe a que los políticos occidentales, los académicos, los expertos de los grupos de reflexión y los medios de comunicación han usado a menudo este término  únicamente para referirse a las acciones subversivas no violentas, como los ciberataques, la coerción económica, la campaña de desinformación, la intromisión en las elecciones y, recientemente, la militarización de los migrantes (véase, por ejemplo, Der Spiegel 2016; Sahin 2017; Deni 2017; Kuczyński 2019; Shedd y Stradner 2020; Aslund 2021; EURACTIV 2017; BBC 2021).

Obviamente, esta versión conceptual de la «guerra híbrida» representa un alejamiento extremo de su enfoque original, que se ha incluido originalmente en el léxico militar de Occidente como un concepto centrado en el campo de batalla.

Como resultado, es evidente que el término «guerra híbrida» se ha empleado para describir una amplia gama de actividades agresivas con diferentes características, lo que lo convierte en un concepto muy ambiguo, al fin y al cabo. Continuemos planteando la pregunta «¿y qué? ¿Por qué es importante?

Implicaciones

Sin duda, la definición de «guerra híbrida» no es sólo una cuestión de debate intelectual. Como ya se ha comentado, el término ya está profundamente arraigado y forma parte del léxico militar y estratégico de Occidente. Los gobiernos e instituciones occidentales han usado a menudo el término «guerra híbrida» (o «amenazas híbridas») para referirse a los retos de seguridad contemporáneos. Sin embargo, como ya se ha mencionado, este uso no se basa en un entendimiento mutuo de lo que implica».

En gran parte de sus documentos doctrinales, el Ejército estadounidense ha adoptado la definición de Hoffman de «guerra híbrida» o las versiones ligeramente modificadas de la misma. Por ejemplo, la Circular de Adiestramiento (TC) 7-100 codifica las «amenazas híbridas» «como la combinación diversa y dinámica de fuerzas regulares, fuerzas irregulares y/o elementos criminales, todos ellos unificados para lograr efectos mutuamente beneficiosos» (Departamento del Ejército estadounidense 2010, v).

Más recientemente, la Publicación de Doctrina del Ejército (ADP) 3-0, definió una «amenaza híbrida» como «la combinación diversa y dinámica de fuerzas regulares, fuerzas irregulares, terroristas o elementos criminales que actúan de forma concertada para lograr efectos mutuamente beneficiosos» (Departamento del Ejército de EE.UU. 2019, 1-3).

Estas definiciones reflejan la comprensión de la «guerra híbrida» orientada al campo de batalla. Sin embargo, se pueden encontrar definiciones notablemente diferentes   en los documentos militares estadounidenses. Por ejemplo, el Mando de Entrenamiento y Doctrina del Ejército de los Estados Unidos (TRADOC) G-2, define la «guerra híbrida» como «el uso de medios políticos, sociales, criminales y otros medios no cinéticos empleados para superar las limitaciones militares». Obviamente, los medios no cinéticos han pasado a primer plano en esta definición de «guerra híbrida» (TRADOC 2015, 94).

Por otra parte, en la actualidad, la OTAN y la UE, caracterizan la «guerra híbrida» como una forma de lograr objetivos políticos empleando una mezcla de medios cinéticos y no cinéticos mientras se mantiene por debajo del umbral de la guerra tradicional en sus documentos oficiales. Por ejemplo, según el sitio web de la OTAN (s.f.)

Las amenazas híbridas combinan medios militares y no militares, así como encubiertos y manifiestos, incluyendo la desinformación, los ciberataques, la presión económica, el despliegue de grupos armados irregulares y el uso de fuerzas regulares. Los métodos híbridos se usan para desdibujar los límites entre la guerra y la paz e intentan sembrar la duda en las mentes de las poblaciones objetivo. Su objetivo es desestabilizar y socavar las sociedades.

Asimismo, el «Marco conjunto para la lucha contra las amenazas híbridas» de la UE declara que

El concepto de amenazas híbridas pretende captar la mezcla de acciones convencionales y no convencionales, militares y no militares, manifiestas y encubiertas, que pueden ser utilizadas de manera coordinada por actores estatales o no estatales para lograr objetivos específicos, permaneciendo por debajo del umbral de la guerra formalmente declarada (Comisión Europea 2016).

Sin embargo, los responsables políticos y los profesionales occidentales han asociado mayoritariamente el término «guerra híbrida» a las operaciones de desestabilización no violentas. En este sentido, por ejemplo, la supuesta injerencia rusa en las elecciones estadounidenses de 2016, los ciberataques de Rusia contra instituciones occidentales y el armamento de Bielorrusia contra los refugiados de Oriente Medio han sido etiquetados como un acto de «guerra híbrida» (France24 2018; EURACTIV 2017; BBC 2021). Esto indica que los responsables occidentales emplean este término de forma incoherente incluso con sus propias definiciones, lo que agrava la falta de claridad conceptual respecto a la «guerra híbrida».

En la actualidad, los Estados y organizaciones occidentales insisten mucho en que Occidente debe estar preparado para contrarrestar las «amenazas híbridas». Entonces, la pregunta que habría que hacerse es: ¿Cómo es eso posible si los principales actores de la arquitectura de seguridad de Occidente no se ponen de acuerdo sobre el significado básico del concepto de «guerra híbrida»?

Conclusión

El término «guerra híbrida» ha suscitado una notable atención en los debates estratégicos de Occidente durante los últimos quince años y, al parecer, seguirá haciéndolo.

Sin embargo, sigue siendo un concepto extremadamente controvertido. Las definiciones relativas a la «guerra híbrida» difieren considerablemente entre sí. Además, se ha usado para describir una amplia gama de fenómenos diferentes que requieren distintas contramedidas.

El concepto se ha ampliado tanto que, hoy en día la guerra híbrida, que originalmente se incluyó en el léxico militar occidental como un concepto centrado en el campo de batalla, se ha empleado incluso para referirse sólo a operaciones de desestabilización no cinéticas.

De ahí que, junto a una mala comprensión de dicho concepto, la confusión ideacional debilite las capacidades de los Estados y organizaciones occidentales para hacer frente de forma eficaz a lo que consideran «amenazas híbridas». Así, el concepto de guerra híbrida parece correr la misma suerte que el de «terrorismo», que es otro término controvertido en el léxico estratégico. De ahí que los responsables políticos y los intelectuales de la defensa occidentales deban dar prioridad a la eliminación de esta confusión conceptual.

Fte. Wavell Room