La acción del estado en la mar y la nueva guerra fría ¿estamos preparados?

Putin tras unos meses de “jugar” a la desinformación, al amago y al engaño, el 24 de febrero de este año se quitó la careta con la que estuvo confundiendo al mundo durante muchos años -aunque ya había avisado en el 2014 con la anexión de Crimea y miramos para otro lado- y demostró claramente lo que estoy seguro de que llevaba largos años planeando, volver a hacer grande a la Madre Rusia, invadiendo Ucrania sin aviso, sin piedad, a sangre y fuego.

Con la guerra en pleno desarrollo y el mundo occidental volcado por ahora en el apoyo a Ucrania, nos enfrentamos a un futuro totalmente incierto no sólo en el terreno bélico, sino en todo lo referente a las relaciones entre naciones, a la economía mundial y todo parece apuntar que nos dirigimos hacia un Nuevo Orden Mundial, con dos grandes bloques hegemónicos, lo que denominamos el mundo occidental, basado en la Democracia como sistema político y el bloque formado por Rusia, China y sus acólitos, basado en la Autocracia.

Y para incrementar la inestabilidad, nos encontramos con que China después de haber cambiado su Constitución para eliminar el límite de mandatos, vuelve a elegir a XI Jinping como su líder supremo, que adopta gestos y actitudes de “Emperador”, amenaza a Taiwán y le pide a su ejército que se prepare para la guerra, mientras mantiene una postura ambigua a la intervención de Rusia en Ucrania, que en la práctica supone su apoyo.

Si volvemos la vista a Europa, estamos todos expectantes ante la evolución de la opinión pública ante la ayuda a Ucrania y las consecuencias de esta guerra en términos de encarecimiento de la vida, inflación y posible incremento de protestas y quejas ciudadanas; expectación que se incrementa cuando observamos los movimientos, hasta cierto punto sorprendentes, de Alemania cuando vemos que su Canciller se reúne con Xi Jinping, en un viaje del que Josep Piqué en un reciente artículo indica que, “los alemanes parecen empeñados en repetir con China el error que cometieron con Rusia, irritando a socios y aliados. La alternativa entre una Alemania europea, integrada y solidaria, y una Europa alemana, donde Berlín vaya por libre, vuelve a la palestra”.

Soy de los que opinan que ya estamos en guerra, una guerra no declarada, una guerra de nuevo tipo, librada a través de un país tercero. Y cuando esta agresión finalice, acabe como acabe, España va a estar en un lado del tablero y en el otro estarán Rusia, China y sus aliados. Volviendo la guerra fría, que no será como la que vivimos después de la IIGM, pues se adaptará a las nuevas tecnologías, utilizando ciberataques, creación de noticias falsas, etc., y veremos “tanteos” entre bloques utilizando episodios de guerra hibrida y zona gris.

Y uno de los medios en el que sin duda se va a desarrollar esa guerra fría es la mar, pues tanto Rusia como China tienen una influencia creciente en África, la primera interviniendo directamente mediante el Grupo Wagner en la situación en el Sahel, mientras la segunda lo hace de una forma más sofisticada mediante la concesión de préstamos a países que sabe que no los van a poder devolver, por lo que sus líderes serán proclives a apoyar sus iniciativas en la ONU y otros organismos internacionales.

En esa mar, España va a ser sometida a retos ante los cuales cuenta con la herramienta que se denomina, la Acción del Estado en la Mar, que tiene dos componentes, por un lado la Armada y por otro lado, un conglomerado heterogéneo de organismos, cada uno dependiente de un ministerio distinto, sin relación entre ellos, cada uno con su propia flota, su propios centros de coordinación, nacional y periféricos, sus tripulaciones también heterogéneas (las de uno carecen de títulos oficiales para navegar, lo que constituye una alegalidad impropia de un organismos oficial) y sus propias misiones, algunas duplicadas entre dos de estos lo que ocasiona con frecuencia recelos, falta de colaboración y rivalidad. La información que recopilan no es compartida entre ellos ni con la Armada, de hecho, estos centros de coordinación no están integrados en red, de forma que todos dispongan de la información recogida por los sensores que cada uno de ellos tiene repartidos por la costa española, lo que desde luego supone un sin sentido y un despilfarro de recursos, propios de un sistema donde prima el interés particular de estos originales “reinos de taifas”, sobre el interés general del Estado.

Si analizamos la Armada, vemos que es junto con el Ejército del Aire y el Espacio, los que sufren el mantenimiento de la “proporción aurea” que enunciaba el coronel de IªMª López Díaz, cuando afirma que la distribución de los presupuestos entre las tres ramas de las Fuerzas Armadas es del 3,6/ 1 / 1 versus ET / AR / EAE, cuando la media de los países de la OTAN es 2,5/ 1 / 1. Proporción que se mantiene desde tiempo inmemorial y que no se corresponde con la posición geoestratégica de España siendo una demostración palpable de la mentalidad continental de la sociedad española que, pese a ser España un país de condición marítima, casi insular, con dos archipiélagos que son frontera con África, no le da al mar y a la defensa de los intereses marítimos nacionales la importancia que se merece.

Situación que debería de modificarse a su favor, si finalmente se cumple ese incremento de hasta el 2% del PIB en los próximos años. Un barco es como un pelotón de infantería. El segundo es indispensable para asegurar y mantener una posición negando su acceso al contrario y mantener un barco en la mar es necesario para ejercer la disuasión, vigilancia, control y ejercer la soberanía, que no se puede ejercer con aviones, drones ni satélites. Si no tenemos barcos en la mar, las áreas de nuestra responsabilidad se convierten en aguas de nadie, donde cualquiera puede navegar a su antojo, siendo el expolio del Odissey en el pecio de la fragata “Nuestra Señora de las Mercedes” el mejor ejemplo del descontrol en la mar.

En cuanto a otros organismos, la situación es de ineficiencia, ineficacia, falta de capacidad operativa, en resumen despilfarro, como pueden leer en https://www.defensa.com/en-abierto/estado-mar-hidra-seis-cabezas , por lo que España tiene que crear el servicio de Guardacostas que  propone como herramienta para, por ejemplo, impedir que Marruecos instale unas jaulas de piscifactoría en aguas de Chafarinas o para poder abordar un mercante fondeado en aguas españolas que no atiende órdenes de la Autoridad marítima, controlar los barcos que ejercen el derecho a paso inocente por aguas territoriales y las nuevas situaciones que sin duda nos traerá esta guerra fría, pues como escribió el Almirante Alvarez Arenas en el “Español ante el mar”, se otean en el horizonte tormentas de mal augurio.

Fernando Novoa Sanjurjo
Capitán de Corbeta (R)
Asociación Española de Militares Escritores (AEME)