Hacia un orden internacional democrático

internacionalHablar de democracia conduce a la polarización irracional y rápida entre los que se consideran estados democráticos y los que no lo reclaman para sí. Los estados democráticos argumentan que sólo ellos siguen políticas y prácticas que se adhieren a valores específicos, especialmente los relacionados con la democracia, entre los que destacan la igualdad, la transparencia y la libertad en todos sus aspectos, incluida la libertad de expresión.

Para no dejar lugar a ambigüedades o interpretaciones, afirmo que creo que el sistema democrático es la mejor forma de alcanzar el buen gobierno y de garantizar la seguridad y la estabilidad a largo plazo, no porque sea un sistema completo y libre de defectos, ni porque sea más eficaz que los sistemas autoritarios a la hora de afrontar las crisis, sino porque es un sistema que se autoevalúa y corrige constantemente sus condiciones y defectos, lo que no se consigue en los casos de gobierno central menos desarrollados e ilustrados y, por tanto, estables a largo plazo.

Se prefiere esta opción por convicción y experiencia, debiendo señalarse que no convencen las campañas de los estados occidentales para extender la democracia por varias razones, la más importante de las cuales es que la democracia debe surgir del propio pueblo para ser una verdadera opción popular en la forma que convenga a cada país respetando los principios y fundamentos del sistema democrático, así como que estas campañas han perdido su credibilidad porque los estados que impulsan la extensión de la democracia lo hacen para conseguir objetivos e intereses nacionales y las aplican con doble e inestable rasero y cambian sus posiciones según la situación y circunstancia.

Mi propósito hoy no es entrar en un debate entre la viabilidad o preferencia de sistemas democráticos o autoritarios, sino ampliar el círculo de discusión y pedir más democracia en las relaciones internacionales, es decir, en el trato de los estados, sea cual sea su sistema interno, que enfrenta a la oposición entre los principales estados en general, democracia o autoritarismo sin excepción, porque eso afecta a su estatus privilegiado y a los derechos adquiridos a lo largo de los años. Ninguno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU es partidario de renunciar al derecho de veto que se le ha concedido ni de ampliarlo a otros miembros del Consejo.

Los países en desarrollo y no alineados fueron los primeros en reclamar la democratización de las relaciones internacionales. Fue en la primera reunión de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), en 1964, cuando se adhirió a la toma de decisiones por mayoría de dos tercios para garantizar la opinión de la mayoría y no dar ventaja a los Estados ricos y poderosos. La democratización del sistema internacional siguió siendo uno de los objetivos de los Estados No Alineados desde su reunión en Lusaka en 1970, y esta invitación recibió la bendición del ex Secretario General de las Naciones Unidas Boutros Boutros-Ghali y la incluyó en 1993 en su programa «Agenda para la Paz», así como fue uno de los componentes del programa de las Naciones Unidas titulado «Agenda para el Desarrollo» para el año 1994.

Ya existen algunas normas y elementos bien establecidos en las relaciones internacionales que reflejan el interés y el reconocimiento de la importancia de difundir la democracia en las relaciones internacionales, que se han ido proponiendo y desarrollando a lo largo de los años, como el «respeto de la soberanía de los Estados», la «igualdad entre Estados», «la autodeterminación de los pueblos» y «la justicia distributiva», con el fin de corregir cualquier desequilibrio en las responsabilidades y las prácticas, y quizá el reciente acuerdo alcanzado en la conferencia sobre el clima de Sharm el-Sheikh para crear un fondo que compense a los Estados en desarrollo por las pérdidas y daños derivados de las políticas de consumo perjudiciales para el medio ambiente de los Estados industrializados sea la última aplicación de este último principio.

Desarrollar el sistema internacional y hacerlo más democrático debería ser uno de los proyectos estratégicos de los estados en desarrollo y no alineados que participarán en él de diferentes maneras durante el año 2023. Se supone que muchos mecanismos de las organizaciones internacionales existentes deberían modificarse para garantizar la igualdad entre sus miembros. En el ámbito internacional, hay que pasar de los conceptos de equilibrio de poder y derechos adquiridos al concepto de equilibrio de intereses entre estados y pueblos.

Existen algunas condiciones básicas en cualquier sistema democrático que deben cumplirse y aplicarse al marco internacional y a las relaciones entre estados, como la importancia de la disponibilidad de información, la transparencia y la rendición de cuentas, todo lo cual contribuye a cambiar la cultura de las relaciones e instituciones internacionales al adherirse a la necesidad de proporcionar pruebas documentadas e información antes de emitir decisiones.

Las instituciones rectoras de las organizaciones internacionales especializadas tienen la responsabilidad de hacer el seguimiento fiel de la aplicación de las decisiones emitidas, revisar la validez de los datos disponibles, lograr mejorar el marco de evaluación de las decisiones y permitir la rendición de cuentas, sin embargo, hay varios ejemplos de abusos que no han sido tratados a pesar de haber sido abordados ante el Consejo de Seguridad, como la invasión estadounidense de Irak y la intervención occidental en Libia, así como varias decisiones a favor de los palestinos, la guerra rusa contra Ucrania y las circunstancias y medidas que la justificaron, si realmente constituyen una violación de la seguridad y estabilidad de Rusia.

El elemento adicional e importante que debe estar disponible y que complementa el principio de rendición de cuentas es garantizar la participación más amplia y justa en la toma de decisiones, preservando y ampliando el pluralismo en las instituciones, y acercando los derechos y poderes de los estados a dichas instituciones, hasta llegar a la etapa de perfección sin discriminación entre ellos, y creo que esto es posible y está disponible si se hace gradualmente.

Por ejemplo, debe ampliarse la composición del Consejo de Seguridad de la ONU para incluir al menos un Estado miembro permanente de diferentes continentes del mundo y mayor representatividad entre los miembros no permanentes, asimismo, debe trabajarse para abolir el derecho de veto o voto privilegiado en las instituciones internacionales y sustituirlo por la aplicación de la norma de que sólo debe disponerse de una mayoría de dos tercios en las decisiones importantes o de Objetividad, y como primer paso, los antiguos y nuevos Estados permanentes conservan el derecho de veto durante cuatro años consecutivos y lo pierden durante los dos años siguientes antes de recuperarlo de nuevo. No discriminación sin esperar a una solución global y completa difícil de obtener rápidamente y que conlleva una gradación que puede ser más aceptable, teniendo en cuenta que se ha aplicado de diversas formas en otras organizaciones.

Fte. Modern Diplomacy (Amer AbabakrAmer Ababakr)

Amer AbabakrAmer Ababakr es Doctor por la Universidad Internacional de Chipre. Su especialidad es la política en Oriente Medio. Sus campos de interés incluyen las relaciones internacionales, la seguridad internacional, la política exterior y los conflictos étnicos.