La guerra en Ucrania está obligando a los expertos a replantearse las ideas sobre la guerra y se está convirtiendo en una seria prueba para el armamento.
Desde que comenzó la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia el año pasado, decenas de países se han movilizado para apoyar a Ucrania mediante el suministro de ayuda humanitaria y militar como una cuestión de principios.
Entre las armas suministradas a las Fuerzas Armadas ucranianas se encuentran equipos usados desde hace mucho tiempo y otros relativamente nuevos. Para todos ellos, la guerra a gran escala en Europa se ha convertido en una especie de prueba de su eficacia en las condiciones de las operaciones de combate modernas.
«La naturaleza de la guerra está cambiando ante nuestros ojos, a veces silenciosamente, a veces de forma espontánea, pero sin duda se están sentando las bases de una revolución, de una forma de combatir completamente diferente. Es como la introducción de la aviación en la Primera Guerra Mundial».
César Pintado (International Campus for Security and Defence)
Según el Kiel Institute for the World Economy, que estudia los problemas de la globalización, desde el comienzo de la invasión rusa a gran escala, los socios internacionales han prometido a Ucrania ayuda militar por valor de más de 80.000 millones de euros. Pero, ¿hasta qué punto son eficaces esas armas en condiciones reales de combate?
Fracasos sonados
Según el experto militar César Pintado, los tanques Leopard y los vehículos de infantería Bradley BMP, por ejemplo, han tenido «un mal comienzo». Al mismo tiempo, han salido a la luz las deficiencias de algunos modelos más antiguos, como los tanques con ruedas, lo que indica que ya no merece la pena emplearlos en la guerra moderna.
Los analistas, sin embargo, tienden a atribuirlo a errores en el uso de dichos vehículos y a la falta de adiestramiento. Matthew Schmidt, de la Universidad de New Haven, llama la atención sobre la diferencia de planteamientos bélicos en Occidente y Oriente. Dice que es importante tener en cuenta que la interoperabilidad establecida con otras ramas de las fuerzas armadas sirve como una especie de multiplicador para aumentar la eficacia de los mismos batallones de tanques en Estados Unidos, y que el adiestramiento requiere tiempo y práctica:
«Si los tanques franceses fueran operados por tropas de la OTAN bien entrenadas, sufrirían menos pérdidas en Ucrania. No porque las tropas de la OTAN sean técnicamente más hábiles en la interacción con los tanques, sino porque saben cómo manejarlos en combinación con otros sistemas como la artillería o la infantería. Tienen mejores capacidades de comunicación».
Schmidt cree que, con el tiempo, las Fuerzas Armadas de Ucrania (AFU) han sido capaces de mejorar significativamente el manejo de los equipos occidentales. Pero hace falta más que eso para triunfar en la guerra.
Una guerra del presente y del futuro
Una de las características notables de este conflicto es el uso a gran escala de drones. César Pintado afirma que es en Ucrania donde estos medios se han convertido en un elemento básico de la guerra. Lo califica de «revolución»:
«La naturaleza de la guerra está cambiando ante nuestros ojos, a veces de forma silenciosa, a veces de forma espontánea, pero sin duda se están sentando las bases de una revolución, de una forma de combatir completamente diferente. Es como la introducción de la aviación en la Primera Guerra Mundial».
Matthew Schmidt, por su parte, se muestra menos inclinado a alabar el uso de drones. Al contrario. En su opinión, los drones de ataque han demostrado más bien su ineficacia.
«La comunicación y la guerra electrónica han desempeñado un papel mucho más importante», afirma el profesor de asuntos internacionales, seguridad nacional y ciencias políticas de la Universidad de New Haven.
Cita como ejemplo un programa de obtención de información sobre movimientos militares rusos por parte de testigos presenciales: Las AFU emplearon servicios ya existentes para enviar quejas sobre problemas en el sector de la vivienda y los servicios públicos, de modo que los ucranianos pudieran compartir información con el Ejército.
«Una vez cotejados y confirmados, estos datos mejoran notablemente el conocimiento y la coordinación de las tropas en la zona de combate», señala Schmidt.
También señala la importancia de las escuchas telefónicas y la anulación de los sistemas de comunicaciones. Especialmente en los primeros meses de la invasión rusa, éstos permitieron interceptar información clasificada e impidieron que las unidades rusas compartieran información. Según Schmidt, el desarrollo de estas áreas es clave para el éxito de Ucrania en un futuro enfrentamiento con Rusia, ya que ambas partes buscan reforzar sus capacidades militares:
«¿Ves estas innovaciones ahora? Creo que serán aún mayores. Ahora hay que hacerlo rápido. Hay que improvisar. Pero en un futuro conflicto estabilizado, veremos muchas innovaciones a largo plazo. Y en el lado ruso, los militares tardarán una década o más en reconstruir lo que perdieron en esta guerra. Y lo principal que aprenderán los rusos de esta guerra es que sus sistemas no son muy buenos».
Fte. Euronews