La reciente victoria de Lai Ching-te, del Democratic Progressive Party (DPP), en las elecciones presidenciales de Taiwán ha aumentado las tensiones entre China y Taiwán, renovando el debate sobre una invasión militar china de Taiwán. Aunque la mayoría de los analistas de defensa no perciben como inminente una guerra en el estrecho de Taiwán, algunas figuras notables han advertido a menudo de que China podría verse tentada a lanzar una ofensiva militar contra Taiwán en breve. Un general de cuatro estrellas de la Fuerza Aérea estadounidense llegó a sugerir el año pasado que Pekín podría emprender acciones militares contra la isla en 2025.
Sin duda, el Chinese Comunist Party Chino ( CCP ) (Partido Comunista Chino) ha sido implacable en su búsqueda del control sobre Taiwán. Desde que comenzó la presidencia de Tsai Ing-Wen, escéptica de Pekín, en 2016, el Estado chino ha emprendido una campaña de guerra híbrida a gran escala contra Taipei para subvertir el gobierno independentista de Taiwán. Los esfuerzos de guerra híbrida de China han consistido en aislar diplomáticamente a Taipei, socavar la confianza pública mediante propaganda y noticias falsas, ciberataques, coacción económica e intimidación militar mediante incursiones en la zona de identificación de defensa aérea (ADIZ) y maniobras militares a gran escala.
A pesar de esta prolongada campaña, el candidato independentista del DPP salió victorioso en las recientes elecciones, victoria que obliga a reevaluar el enfoque chino y plantea interrogantes sobre la posibilidad de que la guerra híbrida se convierta en una operación militar a gran escala. El hecho de que el Kremlin convirtiera su prolongada campaña similar en una operación militar a gran escala el 24 de febrero de 2022, revela que el modelo híbrido de guerra no es el único elemento de la caja de herramientas de seguridad nacional de las potencias revisionistas, y que la guerra tradicional está aquí para quedarse. Sobre el papel, las actividades chinas de guerra híbrida contra Taiwán también pueden escalar a operaciones militares convencionales en cualquier momento del futuro. Para evaluar la probabilidad de una invasión militar de Taiwán por parte de China, es crucial comprender los cuatro factores clave que llevaron a Pekín a adoptar el enfoque de la guerra híbrida en los últimos ocho años y si esos factores siguen siendo relevantes.
El primero es la preferencia de Taipei por el statu quo. Pekín lleva mucho tiempo advirtiendo a Taiwán de que cualquier intento de declarar la independencia formal del continente significaría la guerra. Aunque los responsables políticos taiwaneses afirmaron repetidamente que Taiwán ya es un país soberano e independiente y, por tanto, no hay necesidad de proclamar la independencia, es evidente que se han abstenido de hacer una declaración formal para evitar provocar a Pekín. Debido a la postura vacilante de Taipei, la percepción china de la amenaza derivada del movimiento independentista taiwanés no ha alcanzado el umbral de alarma. Dado que la amenaza percibida ha sido significativa pero no vital, Pekín ha preferido emplear el modelo híbrido de guerra, que se sitúa entre la diplomacia y la guerra convencional. El nuevo presidente electo de Taiwán, Lai Ching-te, ha subrayado con frecuencia durante la campaña electoral que desea mantener el statu quo con el continente y ha ofrecido el diálogo con Pekín. El énfasis de Lai en mantener el statu quo sugiere que este factor probablemente persistirá.
El segundo factor es el apoyo de Estados Unidos a Taiwán. Aunque Washington cortó sus lazos diplomáticos con Taipei en 1979, siguió manteniendo una sólida relación informal con Taiwán y vendiendo armas a su Ejército en las décadas siguientes. Además, durante la década anterior, Estados Unidos ha percibido el ascenso de China hasta convertirse en la segunda potencia económica y militar del mundo como una amenaza significativa para sus intereses globales. En consecuencia, ha intentado crear alianzas para restringir su papel en Asia-Pacífico. A este respecto, Washington ha considerado a Taiwán como un socio estratégico importante y ha declarado a menudo que lo protegerá si China lleva a cabo una invasión directa en la isla. Por lo tanto, una intervención militar directa en Taiwán podría llevar a Washington a imponer graves sanciones a China. Además, podría desencadenar una guerra total entre ambos países. Por ello, en los últimos años, China ha dado prioridad a las operaciones de guerra híbrida contra la isla para evitar las posibles contramedidas de Washington. Estados Unidos no ha modificado su postura respecto a una posible campaña de invasión china sobre Taiwán. De hecho, recientemente, al intensificarse la tensión por parte de China, Washington aprobó la venta de 300 millones de dólares en equipos para ayudar a Taiwán a mejorar sus sistemas de información táctica.
El tercer factor tiene que ver con la imagen de China como actor pacífico. A pesar de afirmar aparentemente su postura contraria a la búsqueda de la hegemonía regional o mundial y de oponerse al uso de la fuerza militar en las relaciones internacionales, el rápido crecimiento económico de China suscitó inquietudes sobre su posible dominio en la región Asia-Pacífico. En respuesta, Pekín introdujo el concepto de «»auge pacífico»» a principios de la década de 2000 para disipar las sospechas y asegurar a la comunidad mundial que su creciente capacidad política, económica y militar no pondría en peligro la paz y la seguridad internacionales. Esta política sigue siendo esencial para que China mantenga su crecimiento económico y aumente su influencia diplomática en todo el mundo. Una operación militar abierta contra Taiwán dañaría significativamente la imagen internacional de China, como ha ocurrido con la Federación Rusa. De ahí que los dirigentes chinos hayan optado por un modelo de guerra híbrida para lograr objetivos políticos en relación con Taiwán, evitando la confrontación militar directa. Garantizar el desarrollo económico de China sigue dependiendo de su compromiso con el auge pacífico, y no hay urgencia para que Pekín se desvíe de la trayectoria de ella.
El cuarto y último factor clave es que ocupar la isla podría no ser tan sencillo en términos militares. Pekín ha modernizado y mejorado constantemente sus fuerzas armadas durante décadas, haciendo que el Ejército Popular de Liberación (EPL) posea actualmente el mayor número de efectivos militares en activo del mundo. A pesar de ello, emprender la invasión de Taiwán plantea importantes desafíos a los militares chinos. China no ha librado una guerra convencional desde la guerra chino-vietnamita de 1979. La ausencia de experiencia reciente ha dejado al ejército chino sin la oportunidad de poner a prueba su doctrina y sus capacidades. Además, la eventual invasión china de Taiwán requeriría una operación de guerra anfibia a gran escala. Sin embargo, en la actualidad, el EPL carece de capacidad militar para llevar a cabo una operación anfibia en toda regla contra Taiwán.
En conclusión, las razones de China para adoptar el enfoque de guerra híbrida contra Taiwán siguen siendo válidas. Por lo tanto, las operaciones de guerra híbrida siguen encajando mejor en el cálculo coste-beneficio de China. La invasión de Taiwán por parte de China parece poco probable a corto plazo. En su lugar, China preferiría intensificar sus actividades de guerra híbrida. Los aspectos militares de las operaciones de guerra híbrida de China pueden ser más visibles en un futuro próximo. Pekín podría utilizar milicias marítimas llamadas «hombrecillos azules» a mayor escala para hostigar e intimidar a Taiwán.
Algún día, Taiwán podría experimentar un destino similar al de Ucrania. Sin embargo, el momento en que se produzca tal escenario dependerá de la evolución de las circunstancias, incluidas la percepción de Pekín sobre la amenaza que supone el movimiento independentista taiwanés, la postura de Washington sobre la cuestión de Taiwán y la postura militar y económica de China. Los cambios en estos factores pueden aumentar la probabilidad de una campaña de invasión total o contribuir al mantenimiento de la paz.
Fte. Real Clear Defense (Tarik Solmaz)
Tarik Solmaz es doctorando y asistente de investigación en la Universidad de Exeter.