ENERGYNord Stream 2: Una tensión geopolítica entre Rusia y Ucrania y la dependencia europea

Nord Stream 2El gasoducto Nord Stream 2 es una conexión directa de 1.230 kilómetros entre los productores rusos de gas natural y el mercado de consumo de Europa. El modelo se ha realizado teniendo en cuenta el éxito del actual gasoducto Nord Stream tras un exhaustivo análisis de Nord Stream AG. Se dice que el objetivo principal del NS2 es el aumento de la capacidad anual del gasoducto existente hasta 110.000 millones de m³. El gasoducto parte de la región rusa de Ust-Luga, atraviesa el Mar Báltico y termina en la zona de Greifswald, en Alemania.

Es debido a esta ruta por lo que principalmente el proyecto se considera controvertido. Al pasar directamente por el Mar Báltico, la importancia de Ucrania para Rusia en la exportación de gas natural al mercado europeo se reduciría significativamente, lo que acabaría con los 3.000 millones de dólares de derechos de tránsito obtenidos por el gobierno ucraniano sólo en el año 2018, causando una repentina y enorme tensión en el PIB del país.

Este proyecto, valorado en 11.000 millones de dólares, duplicaría el mercado de Rusia en Alemania, que es el mayor mercado de Europa y ocupa una posición clave en la política internacional. Los rusos afirman que el oleoducto está casi terminado y que podría entrar en funcionamiento a finales de agosto de 2021. Algunos analistas y expertos en relaciones internacionales han considerado que se trata de un arma geopolítica que permite a Rusia influir en los futuros acontecimientos de la región, especialmente los relacionados con la anexión de Crimea.

Amenaza para Ucrania

Recientemente, en una reunión con la canciller alemana Angela Merkel, el presidente de Ucrania pareció no estar satisfecho con el reconocimiento occidental del oleoducto NS2. Lo calificó de «peligrosa arma política» en manos del régimen autoritario de Rusia, que ya se ha anexionado una parte integral de su país para cumplir sus deseos geopolíticos y económicos. La desesperada oposición a este proyecto por parte del gobierno ucraniano tiene varios factores subyacentes que es muy importante discutir.

En primer lugar, las tasas de tránsito que obtiene Ucrania por el mero hecho de dar paso al gas que va de Rusia a Europa suponen una buena cantidad del PIB del país. Si proyectos como el NS2 entran en funcionamiento, la importancia de Ucrania disminuirá, lo que supondrá el fin de los 3.000 millones de dólares en concepto de derechos de tránsito. Aunque Rusia se ha asegurado de seguir utilizando el tránsito ucraniano para la exportación de su gas, no parece que esto vaya a suceder en el futuro. Los Estados persiguen sus intereses nacionales y Rusia preferiría la conexión directa con el mercado europeo en lugar de pagar miles de millones al gobierno ucraniano. Actualmente, de la cuarta parte del gas natural que se transporta a Europa, alrededor del 80% tiene que pasar por el territorio ucraniano.

En segundo lugar, tras la expiración del acuerdo de tránsito entre Rusia y Ucrania en 2024, dependería de las negociaciones entre las dos partes revivir el destino de este acuerdo. Aunque los portavoces del Kremlin han asegurado la reactivación de este acuerdo tras su expiración en 2024, todavía existen debates sobre las perspectivas. Nadie puede afirmar con certeza sobre el futuro de este acuerdo entre los dos estados.

En tercer lugar, Ucrania se siente intimidada por el futuro del país si el gasoducto ruso pasa por su territorio. Ya existen muchas disputas relacionadas con el gas entre los dos estados que dieron lugar al corte del suministro de gas en 2014 y posteriormente en 2015. Rusia puede presionar a Ucrania para que acepte sus exigencias para recuperar el suministro de gas. Recientemente, Ucrania ha comenzado a reducir su dependencia del gas natural ruso volviendo a utilizar el gas europeo. Pero esto no sería beneficioso en ningún sentido si aumenta el monopolio ruso sobre el mercado del gas a través del gasoducto NS2.

Y por último, la dependencia de los mercados europeos del gas ruso puede socavar la causa de Crimea. Una vez que un Estado tiene que depender del otro para satisfacer sus necesidades, tiene que dejar de lado muchas causas y decisiones importantes.

El hecho de que Angela Merkel haya calificado en repetidas ocasiones el gasoducto NS2 como un proyecto geoeconómico y no como un «arma» geopolítica que puede ser utilizada por el gobierno ruso como herramienta decisiva en momentos de disputas y crisis, muestra ya el panorama de ahogo de la causa. Además de esto, anteriormente la administración estadounidense fue muy agresiva con el oleoducto, pero el gobierno actual, a pesar de su oposición, no puede hacer mucho para detener el proyecto que puede entrar en funcionamiento muy pronto.

El papel de Estados Unidos y el oleoducto NS2

Estados Unidos es muy consciente de la dinámica cambiante de la región y de las intenciones de la resurgente Rusia. El gobierno republicano de Trump demostró ser muy destructivo para el proyecto. Estados Unidos no solo se opuso abiertamente al gasoducto, sino que también impuso sanciones a las entidades que ayudan a Rusia en el desarrollo de este gasoducto.

En enero de 2021, Trump impuso sanciones al buque de tendido del gasoducto «Fortuna» y a su propietario en virtud de la Counter American’s Adversaries Through Sanctions Act (CAATSA). Anteriormente, las obras del gasoducto tuvieron que ser suspendidas ya que Estados Unidos impuso sanciones a la empresa principal, Allseas. El presidente Biden fue uno de los muchos responsables políticos que se opusieron a este oleoducto y lo consideraron peligroso para Estados Unidos y sus aliados.

Aunque no estaba claro cuáles serían las políticas de Biden, Blinken aseguró que emplearía «herramientas persuasivas» contra el oleoducto, tras adquirir el cargo. El presidente Biden impuso, en efecto, sanciones a los barcos rusos y a otras empresas implicadas en el tendido del oleoducto, pero los analistas creen que esto no causaría ningún impacto en el proyecto, ya que está casi en marcha para su finalización. Más bien, los responsables de la política anti-sanciones consideran que es más importante renunciar a estas sanciones y entablar conversaciones formales de negociación con el gobierno ruso.

En mayo de 2021, el presidente de Estados Unidos y la canciller de Alemania hicieron una declaración conjunta por el acuerdo firmado entre ambos países en relación con el proyecto NS2. Algunas de las principales características que incorpora el acuerdo son el anuncio de sanciones a Rusia en caso de que viole el uso pacífico del gasoducto y lo use como arma contra Ucrania. Alemania no sólo se opondría a esa medida, sino que presionaría a la UE para que adoptara contramedidas.

Del mismo modo, se decidió revolucionar el sector energético de Ucrania mediante la creación de un Fondo Verde para Ucrania por parte de Alemania por valor de 1.000 millones de dólares. Inicialmente, se decidió que Alemania aportaría una cantidad de 175 millones de dólares, que haría uso de toda su influencia para garantizar una prórroga del actual acuerdo de tránsito (que va a expirar en 2024) entre Rusia y Ucrania durante al menos 10 años. De este modo, Ucrania seguiría desempeñando el papel de Estado de tránsito, ayudando a su PIB y aplazando la amenaza de seguridad que pesa sobre él.

Existe una fuerte crítica a la administración Biden por este acuerdo que no incluyo a Polonia y Ucrania en algo que afecta a su futuro. Además, el acuerdo no pone ningún proceso para obstaculizar el oleoducto, lo que va en contra de las aspiraciones de todos los estadounidenses y de la mayoría de sus aliados.

Además de limitar el papel y la influencia de Rusia en el continente europeo, EE.UU. también espera las oportunidades de satisfacer su interés nacional. Si EE.UU. consigue obstaculizar el funcionamiento del NS2, podrá ampliar sus compradores de gas entre los países europeos. De este modo, al igual que en la época de la posguerra, EE.UU. puede conseguir un papel estratégico y decisivo en esta parte del mundo que, en última instancia, puede ayudarle a contrarrestar las amenazas relacionadas con el ascenso de China y el nexo chino-ruso. Podemos decir que EE.UU. no puede hacer uso de esto sólo como un incentivo económico, sino también utilizar su importancia en el futuro de la rivalidad entre grandes potencias.

¿Por qué los Estados están en contra de este proyecto de oleoducto?

Además de los impactos directos de este proyecto en Ucrania y Polonia (hasta cierto punto), las principales preocupaciones de los Estados que se oponen al gasoducto NS2 incluyen la influencia adicional que obtendrá Rusia cuando su empresa nacional de gas exporte directamente los suministros de gas entre Rusia y el continente europeo, lo que podría provocar una interrupción repentina de los suministros, influida por la dinámica cambiante de la región.

Las autoridades rusas cortaron el suministro de gas a Europa en los inviernos de 2006 y 2009, dejando a millones de personas sin gas durante días. Del mismo modo, el aumento de la dependencia de Europa del gas ruso puede ser contraproducente y puede obstaculizar los intereses de los Estados y de Estados Unidos en breve. Esta situación puede ser aprovechada tanto por Rusia como por China para explotar los lazos entre EEUU y sus aliados.

Desde el punto de vista de la seguridad, la presencia de Rusia y de sus fuerzas navales puede suponer una amenaza para la seguridad de los estados que rodean el Mar Báltico. Las condiciones de inestabilidad pueden provocar el caos y los problemas en la región.

Si Rusia consiguiera una gran participación en el mercado energético de Europa, esto también le permitiría explotar la situación y crear un monopolio sobre el mercado. Esto no sólo puede acarrear resultados y consecuencias políticas, sino que también puede acabar con el juego de los actores locales e internacionales del mercado del gas en el continente. Esta es la mayor amenaza que anima a Estados Unidos a convertir el NS2 en una amenaza para su seguridad y la de sus aliados.

El camino a seguir

Teniendo en cuenta la naturaleza de la política internacional y las cambiantes dimensiones económicas del proyecto, el único camino posible es un acuerdo entre Rusia y Estados Unidos en relación con el oleoducto y el futuro de Ucrania. Si se puede avanzar sobre el acuerdo existente entre Estados Unidos y Alemania, las preocupaciones de los Estados pueden mitigarse en gran medida. Las opciones de imponer sanciones al oleoducto no son más prácticas y pueden ser contraproducentes para EE.UU. en relación con sus aliados, especialmente Alemania.

Conclusión

El gasoducto Nord Stream 2, a pesar de sus beneficios económicos, no puede separarse de sus aspectos y consecuencias geopolíticas. En política internacional, lo más difícil es confiar en las intenciones del otro estado, especialmente cuando fue una superpotencia anteriormente y tiene varios ejemplos de violación de la soberanía y los derechos de los estados vecinos. Pero actualmente, todos los que se oponen al oleoducto no tienen otra opción que permitir su correcto funcionamiento bajo ciertos términos y condiciones.

Fte. Modern Diplomacy (Nimra Dawood)

Nimra Dawood es estudiante de grado que cursa la licenciatura de Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional de Defensa, en Islamabad.