El valor de la tecnología para la defensa

La tecnología aportada por la industria nacional está apoyando el esfuerzo militar. Aerotransporte de casi 150 toneladas de material en aviones A400M y C295, apoyo con el buque Galicia en Ceuta y Melilla, despliegue de medios del Ejército para actuar contra riesgos biológicos, puesta a disposición del sistema de mando y control de la UME o aporte de comunicaciones vía satélite. Son solo algunas de las actividades que realizan estos días las Fuerzas Armadas españolas utilizando recursos y tecnología proporcionados por la industria nacional. Mientras tanto, continúan desarrollando su esfuerzo en operaciones con brillantez. La unidad del Ejército desplegada en Letonia emplea carros y vehículos de combate fabricados en España con tecnología propia. La fragata Blas de Lezo, de diseño y fabricación española, ha navegado casi 7.000 millas con el grupo de combate del portaaviones francés Charles de Gaulle.

28.04.2020. Artículo del Cor. Carlos Calvo (r), publicado en el diario El Economista en colaboración con APTIE

Quizás ahora se pueda estar demostrando el valor de las inversiones en tecnologías para la defensa. El ejemplo del A400M, aunque no es el único, quizás sea uno de los más claros. Gracias a la participación española en el programa, Sevilla se ha convertido en uno de los polos de tecnología aeronáutica más importantes de Europa. Los beneficios no han sido solo locales. En el programa han participado más de 30 empresas españolas localizadas en 15 provincias.

Es una muestra del efecto tractor que tienen los grandes programas de defensa. Los esquemas de desarrollo tecnológico y de cooperación industrial, iniciados con la compra de los aviones F18, y continuados con otros como el EF2000, han permitido la creación de un tejido industrial y tecnológico de primera línea. Gracias a estos y a otros programas se consolidaron centros de excelencia con carácter de autoridad de diseño en materiales compuestos, simulación, optrónica, mecanizados de precisión o sistemas de guiado y navegación, por citar algunas de las líneas más destacadas con claras aplicaciones duales. Por seguir en el ámbito aeronáutico, donde el efecto de las inversiones para la defensa nacional han sido las más llamativas, citaremos que solo en el caso de aquellos en los que Airbus ha sido el contratista principal, han participado alrededor de 260 proveedores en su mayoría en Madrid y Andalucía pero también de otras regiones, como el País Vasco o Cataluña, donde se ubican 40 proveedores en diferentes niveles para los programas de defensa.

En otros ámbitos, las inversiones autorizadas en el último año tendrán un efecto importante. El programa 8×8 producirá 650 empleos directos y 1000 indirectos en Andalucía, País Vasco y Asturias. La construcción de las fragatas F110 generará casi 7000 empleos de los que la mitad serán directos. La aportación de este programa al PIB nacional será de 590 millones de euros anuales durante los próximos 10 años. Entre otras líneas tecnológicas se trabajará en ensayos hidrodinámicos, eficiencia energética, sistemas de control de plataforma, comunicaciones embarcadas o propulsión. Líneas que son esencialmente duales.

Actualmente el sector de la industria de defensa española está conformado por unas 400 empresas que desarrollan su actividad en más de 700 centros productivos. De ese total aproximadamente el 90% son empresas de capital privado con menos de 250 empleados. El sector genera unos 50.000 empleos, de los que la mitad son directos. Su facturación total está en el entorno de los 9000 M€ anuales, de los que alrededor de tres cuartas partes son exportaciones. El conjunto aporta un 1% del PIB español y supera el 6% del PIB industrial.

El que dispongamos en España de capacidades tecnológicas avanzadas no es fruto de la casualidad. Desde mediados de la década de 1990 se impulsó un esquema de cooperación entre los ministerios de Defensa e Industria para modernizar el equipamiento de los Ejércitos pero que debía repercutir en el desarrollo tecnológico de las capacidades industriales nacionales.

Según la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) en su informe de indicadores del sistema español de ciencia, tecnología e innovación de 2019, sobre un total de 5.066 millones de euros contemplados en los presupuestos generales del Estado para I+D+i, el 2,99% se asignan al ministerio de defensa. Una cifra que equivale a algo menos de 151 millones de euros, que sería la disponibilidad real del ministerio de defensa para esa política. Por su parte el ministerio de industria, que recibe el 12,21% del total, incluye créditos para innovación tecnológica en el sector de la defensa. Según esa fuente el volumen total de inversiones para I+D+i sería en 2019 el 75% de las autorizadas en 2008. En el caso de las inversiones “militares”, según la terminología FECYT, las de 2019 serían el 40% de las de hace una década.

La pérdida de peso de las inversiones públicas en I+D+i para la defensa es evidente. Se ha compensado por una mayor actividad de las inversiones procedentes del sector empresarial fundamentalmente privado. De acuerdo con los datos de la memoria de actividad de la asociación de empresas TEDAE, el sector de defensa aporta un 11% de su facturación a actividades de I+D+i. Los últimos datos del informe COTEC estiman que la inversión total en I+D+i en España es de 14.000 millones de euros, de las que el 55% corresponde al sector empresarial. La industria de defensa aporta el 7% de ese total, y el 12,85% de la que realiza el conjunto de todos los sectores.

Por su parte el ministerio de Defensa ha establecido una Estrategia de Tecnología e Innovación para la Defensa (ETID), cuya segunda edición del año 2015, está actualmente en proceso de revisión. La ETID tiene tres ejes principales: gestión de proyectos, conocimiento de capacidades y coordinación con otros organismos.

El primero de ellos se centra fundamentalmente en las actividades del INTA, como organismo público de investigación dependiente de la Secretaría de Estado de Defensa. Por su parte la Dirección General de Armamento y Material (DGAM) con los créditos asignados, algo menos de 25 millones de euros anuales, se encarga de incentivar el desarrollo tecnológico en líneas prioritarias que enlacen con las necesidades operativas, siguiendo las prioridades del planeamiento militar. Desde ese ámbito se han potenciado en los últimos años las actividades en tecnologías que se han considerado prioritarias como, por ejemplo, vehículos autónomos, fabricación aditiva, drones, o fotónica.

El eje de conocimiento se basa en el Sistema de Observación y Prospectiva Tecnológica, que pretende enlazar con la industria de forma permanente para disponer de información de las actividades que desarrollan las empresas en cuanto a líneas propias de innovación, así como sobre aquellas tecnologías que puedan ser interesantes para la defensa, incluidas las desarrolladas en otros sectores. En esta línea las actividades de prospectiva tecnológica más recientes han apoyado la experimentación de sistemas con esquemas como el establecido en el Ejército de Tierra para el desarrollo de la Fuerza 2035, o como el denominado proyecto Rapaz para drones. La Armada ha creado a principios de 2020 una  oficina de apoyo a la innovación. El Ejército del Aire cuenta desde 1991 con el Centro Logístico de Armamento y Experimentación (CLAEX) que se encarga de la investigación y experimentación de sistemas aeronáuticos que tengan aplicación militar.

El eje de cooperación quizás sea el que ha cobrado más fuerza en los últimos años. La idea es movilizar recursos que tengan capacidad de apoyar la innovación y el desarrollo de tecnologías para la defensa. No se trata de disponer de más asignaciones en presupuesto propio si no de movilizar las disponibilidades financieras allá donde se encuentren. En ese sentido, en el ámbito europeo el impulso al EDIDP ha sido muy relevante, tanto en la ventana de investigación como en la de capacidades. A nivel nacional la colaboración con el CDTI está siendo cada vez más estrecha para facilitar el desarrollo de tecnologías que tengan aplicación en sistemas para la defensa. No hay que olvidar el importante papel que juegan las universidades, centros tecnológicos, públicos y privados, y las propias empresas que con cada vez mayor asiduidad recurren a fórmulas de cooperación para promover actividades de I+D+i colaborativas.

En un país como España y atendiendo a las características del sector industrial de defensa la cooperación es la base para avanzar hacia el futuro. En un sector dominado por PYMEs, con un fuerte carácter innovador pero con problemas para poner en valor sus capacidades en grandes programas, es preciso incentivar, desde el sector público y desde las grandes empresas, esquemas que permitan poner en valor el conjunto de nuestras capacidades tecnológicas, y desarrollar sistemas en el estado del arte para tener ventaja competitiva.

Impulsada por políticas públicas adecuadas, que generen un entorno propicio para la inversión, la capacidad de innovación de las empresas de defensa puede contribuir a transformar el modelo productivo desarrollando tecnologías que no son de defensa, sino que son para la defensa y para otros muchos sectores.

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Es este especial destacamos también los siguientes contenidos:

Tribuna de la Ministra de Defensa, Margarita Robles: Nuestro héroes. Acceder

Editorial: La industria de Defensa: un sector estratégico a la espera de un pacto de Estado que no llega. Acceder

Tribuna del Presidente de AESMIDE, Gerardo Sánchez Revenga: La colaboración pública-privada será esencial para impulsar la actividad económica tras el Covid-19. Acceder

Tribuna del Presidente de TEDAE, Ricardo Martí Fluxá: Un solo ejército Acceder

Artículo del Director General de Defensa de Sener Aeroespacial, Rafael Orbe: Sener, Aliado tecnológico para desarrollar sistemas de elevadas prestaciones Acceder

 

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