El gasto ruso en defensa es mucho mayor y más sostenido de lo que parece

Estados Unidos tiene un problema básico: diseñar una estrategia, frente a los adversarios de las grandes potencias, requiere disponer de una estimación razonable de su poder económico y militar, pero no lo hace especialmente bien.

Preguntémonos: ¿Sabemos realmente cuánto gastan nuestros adversarios en sus fuerzas armadas y qué reciben por su dinero? Rusia, por ejemplo, presenta un problema flagrante tanto para los círculos académicos como para los políticos. La mayoría de las comparaciones se hacen en dólares estadounidenses actuales, basados en los tipos de cambio prevalecientes, lo que hace que la economía de Rusia parezca del tamaño de la de Corea del Sur.

Este enfoque es inútil para comparar el gasto en defensa o el poder adquisitivo del país, pero se emplea con frecuencia para argumentar que, a pesar de un gran programa de modernización militar y de una considerable disuasión convencional y nuclear, Moscú es un tigre de papel. Como consecuencia, el debate sobre el poder militar relativo y las expectativas del futuro equilibrio militar está terriblemente distorsionado por un entorno de mala información.

El mejor ejemplo de este problema, es un anuncio reciente del Instituto Internacional de Estocolmo para la Paz y la Investigación, de que el gasto militar ruso ha caído al sexto más alto del mundo en 2018, con 61.400 millones de dólares. No se preocupe, o tal vez se sienta incómodo: El gasto de defensa ruso es varias veces superior a los 61.400 millones de dólares, y el presupuesto de defensa ruso sigue siendo el tercero más grande del mundo, empequeñeciendo los gastos militares de la mayoría de los estados europeos juntos.

En realidad, el gasto militar efectivo de Rusia, basado en la paridad del poder adquisitivo (Moscú compra a los fabricantes rusos de defensa en rublos), está más en el rango de los 150.000-180.000 millones de dólares al año, con un porcentaje mucho mayor dedicado a la adquisición, investigación y desarrollo que los presupuestos de defensa occidentales.

Aunque existen desafíos a la hora de comparar economías basadas en la paridad del poder adquisitivo (PPP), sería bueno tener en cuenta, que Rusia es en realidad la sexta economía más grande del mundo y que no hace mucho era la mayor economía de Europa basada en la PPP por delante de Alemania.

Las comparaciones del poder adquisitivo tienen sus propias deficiencias, especialmente cuando se trata de comprender los flujos financieros mundiales, las importaciones/ exportaciones, etc., pero ayudan a obtener una imagen mucho más precisa que la de las economías que comparan al convertir su producto interno bruto en dólares sobre la base del tipo de cambio actual. Si la valoración del rublo cayera repentinamente un 50 por ciento frente al dólar, lo que ocurrió en 2014, ¿significa que la economía rusa se contrajo repentinamente a la mitad en un año? No, no lo hizo. Entonces, ¿por qué es esta una forma útil de mirar al mundo y comprender el equilibrio relativo del poder económico o el gasto militar?

No tiene ningún valor conceptualizar el gasto de defensa ruso en dólares estadounidenses sobre la base de la tasa de cambio prevaleciente, ya que Rusia no compra sus armas ni sus principales componentes a Occidente. Sin embargo, así es como el SIPRI llega a su cifra de 61.400 millones de dólares, lo que coloca a Rusia a detrás de Francia, a pesar de que Moscú cuenta con un ejército de casi 900.000 efectivos, con un arsenal convencional y nuclear capaz de enfrentarse a Estados Unidos.

EL PPP no está exento de limitaciones, pero es muy ventajoso cuando se compara el gasto en defensa con el gasto en consumo, si los países importan una amplia gama de bienes. En consecuencia, no sólo es la forma más precisa de comparar el gasto de defensa en países que utilizan monedas diferentes, sino que debería ser el único método para hacerlo.

El presupuesto de defensa ruso fluctúa en alrededor de 3 billones de rublos, pero el gasto militar total incluye vivienda, pensiones, infraestructura, la Guardia Nacional, el Servicio de Guardia Fronteriza y algunas partidas que son secretas. Dependiendo de lo que se cuente, el gasto militar total pudo ascender a unos 4 billones de rublos en 2018, es decir, alrededor del 4 por ciento del PIB. Esto significa también que una disminución del gasto militar global, como ha informado recientemente el SIPRI, no significa necesariamente una reducción del gasto ruso en operaciones militares, adquisiciones, I+D o mantenimiento de la fuerza. Hay más de un billón de rublos de gastos militares en Rusia fuera del presupuesto regular de defensa.

Moscú gasta alrededor de la mitad de ese presupuesto de defensa en adquisiciones, I+D y reparaciones, normalmente entre 1,4 y 1,6 billones de rublos. Como país de ingresos medios, con reclutas que representan cerca de un tercio de la fuerza, Rusia gasta mucho menos en el mantenimiento de sus fuerzas militares que sus homólogos occidentales. Este nivel global de gasto militar no sólo es sostenible, sino que en la práctica se ha mantenido a lo largo de los últimos cinco años de confrontación, y en gran medida no se ha visto afectado por las sanciones.

En lugar de absorber el presupuesto del gobierno, el gasto de defensa ruso está disminuyendo lentamente en proporción al PIB, lo cual es en parte lo que lo hace sostenible hasta bien entrada la década de 2020 o quizás la de 2030. Moscú es consciente de que los gastos de defensa desbocados llevaron a la desaparición de la Unión Soviética, en un momento de declive económico. Las razones del estancamiento del gasto incluyen una decisión consciente del Estado de congelar los gastos de defensa para priorizar el bienestar nacional y el simple hecho de que las Fuerzas Armadas rusas ya habían adquirido una enorme cantidad de equipos durante los primeros cinco años de gastos de modernización. Las exportaciones de armas rusas también se han mantenido estables en unos 15.000 millones de dólares al año, además de las adquisiciones nacionales.

Moscú no se agota con los gastos de defensa, aunque siguen siendo demasiado elevados en relación con el PIB, lo que refleja un problema que Talleyrand planteó hace mucho tiempo a Napoleón: «Todo se puede hacer con bayonetas, señor, excepto sentarse sobre ellas».

Puede ser conveniente creer simplemente que algo tiene que cambiar al examinar el estado de estancamiento de la economía rusa y la osificación política. Sin embargo, Rusia no es la Unión Soviética, que se consume a sí misma en el olvido a medida que la economía se derrumba, y no estamos viviendo en la década de 1980. La verdad es que, en un futuro previsible, nada tiene que cambiar. Puede continuar, y así será.

Fte. Defense News