La compañía belga John Cockerill especializada en la concepción, desarrollo y fabricación de torretas armadas modulares para vehículos militares ha tomado la decisión de fortalecer su presencia en España y liderar una cadena de suministro española para su familia de torretas modulares, a la vez que reforzar su expansión internacional de cara a convertirse en un importante actor en el nuevo mercado de la industria de defensa que comienza a abrirse en Europa.
Juan Pons
Como primer paso para conseguirlo, su filial John Cockerill España ha suscrito diferentes acuerdos por separado con las empresas españolas Abengoa, ItaInnova y SDLE con la finalidad de desarrollar proyectos y presentar ofertas conjuntas en el marco de los programas de vehículos blindados y acorazados que están en marcha o pueden activarse en breve en el seno del ministerio de Defensa y en distintos países europeos.
La antes conocida como CMI International ‒que cambió su denominación a mediados de mayo por la de John Cockerill, el hombre de negocios que fundó la compañía en 1817‒ posee una amplia familia de torretas modulares Cockerill® armadas con cañones de 25 a 120 mm. aptas para ser montadas sobre medios acorazados ligeros y medios, tanto de ruedas como de cadenas. Toda su gama combina “un alto poder de fuego con un peso ligero para dotar a los vehículos de alta movilidad y garantizar su rendimiento y la protección de la tripulación” subraya la compañía establecida en Seraing, en las inmediaciones de Lieja y a una hora en automóvil de Bruselas.
Para competir en el mercado español, Cockerill ha desarrollado las torretas Van Halen 3030 ‒de calibre 30 mm.‒ y 3105 ‒de 105 mm.‒ en las modalidades tripulada y no tripulada, que son versiones de su Serie 3000 ya en servicio, cuyas “principales características son su modularidad, comunalidad y disponibilidad” destaca la compañía.
John Cockerill España ha identificado diversos programas del ministerio de Defensa en los que contempla oportunidades de negocio, principalmente en lo que respecta a sus posibilidades de dotar con sus torres modulares al Vehículo de Combate Ruedas (VCR) 8×8 “Dragón”, y como relevo del carro de combate M-60 de Infantería de Marina, que la Armada confía en poder solventar mediante la instalación de una torre con cañón de 105 mm. sobre una plataforma VCR 8×8.
También aspira a ser una de las opciones para la actualización del vehículo de combate de Infantería Pizarro de 26,3 toneladas armado con un cañón de 30 mm y, como no, a ser el reemplazo de los Centauro 8×8 de 24 toneladas con un cañón de 105 mm. del fabricante italiano IVECO, ahora integrado en la corporación italiana Leonardo. De conseguirlo, le daría paso al mercado de exportación, ya que diversas versiones del Centauro están en servicio en las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, Italia, Jordania y Omán.
El primer hito dado por la filial John Cockerill España ha sido renovar su colaboración de años atrás con Abengoa, multinacional española con sede central en Sevilla especializada en los sectores de las infraestructuras, energía y medioambiente.
Tras su fallida incursión en el ámbito naval con un sistema de propulsión independiente de aire (AIP) para el nuevo submarino S-80 de Navantia, la compañía que preside Gonzalo Urquijo ha resuelto abrir “una nueva línea de negocio” en el campo terrestre de la defensa.
Ambas entidades han constituido una empresa conjunta para ofertar sistemas de armas y productos electrónicos para dotar a vehículos militares tanto españoles como extranjeros. Se trata de una iniciativa que en fuentes de Abengoa consideran una “oportunidad para seguir participando en proyectos de alto contenido tecnológico, incrementar nuestra cartera de productos y aumentar el número de potenciales clientes”.
La alianza suscrita con Abengoa es el reflejo de nuestra “apuesta por el mercado de defensa español”, destaca el presidente de John Cockerill Defense, Thierry Renaudin, que afirma que establecer una empresa conjunta con Abengoa “se adapta perfectamente a nuestra estrategia de expansión internacional diseñada para atender a nuevos clientes importantes, como las Fuerzas Armadas españolas”.
La compañía belga también ha elegido como socio a SDLE, porque es una empresa “respetada por los clientes y la industria”, supone “un complemento perfecto para nuestra oferta”, a la vez que “refuerza en gran medida nuestra participación en el importante mercado de defensa español”, aseguran desde Cockerill Defense.
Desde la perspectiva de SDLE, su presidente Manuel Estrella destaca que el hecho de unir fuerzas con una empresa de defensa global como Cockerill va a suponer una colaboración “sólida y a largo plazo” que proporcionará a las torretas belgas “soporte de mantenimiento en España y en otros mercados”.
Como colofón de sus acuerdos con Abengoa y SDLE, Cockerill ha seleccionado al Instituto Tecnológico de Aragón ‒entidad empresarial pública perteneciente al Departamento de Innovación, Investigación y Universidad del Gobierno de Aragón‒ para que ejerza la labor de soporte tecnológico de sus iniciativas en España
El acuerdo de la sociedad belga también conocida ItaInnova significa un espaldarazo a la base tecnológica industrial española y a su línea de I+D+i, lo que permite a la entidad pública aragonesa “expandir aún más sus capacidades en España y a escala internacional”, asegura su director, Ángel Fernández.
Cockerill ha aprovechado FEINDEF 2019 para mostrar en un amplio pabellón una amplia gama de sus torres modulares y cerrar los acuerdos con Abengoa, SDLE y el Instituto Tecnológico de Aragón.
Con una plantilla superior a los 6.000 empleados y ventas en 23 países de los cinco continentes, el volumen de negocio de John Cockerill en 2018 alcanzó una cifra de 1.300 millones, señalan fuentes de la compañía.