En el ámbito de las relaciones internacionales, distintas teorías guían a los estados a la hora de configurar y gestionar sus interacciones con otros países. Esto es especialmente evidente en la política exterior de naciones como Estados Unidos, donde el Presidente, de acuerdo con la Constitución, asume un papel fundamental.
Profundizando en el intrincado terreno de la política exterior estadounidense, las administraciones de Biden y Trump se desenvuelven como capítulos distintos, que dejarán huellas perdurables en el compromiso global de la nación. Un exhaustivo análisis comparativo desvelaría los matices que definen sus enfoques y el consiguiente impacto en la escena mundial.
Desde que asumió el cargo en enero de 2021, la administración del Presidente Biden ha trabajado activamente para reintegrar a Estados Unidos en los foros multilaterales, lo que supone un alejamiento del enfoque unilateral de la anterior. Un ejemplo concreto de este cambio es la decisión de Biden de reincorporarse al Acuerdo de París sobre el cambio climático, haciendo hincapié en el compromiso con la cooperación mundial para hacer frente a los retos medioambientales. Además, Biden ha realizado esfuerzos diplomáticos para reparar las tensas relaciones con aliados tradicionales, como participar en las reuniones de la OTAN y fomentar la colaboración con los líderes europeos. Esto contrasta con el enfoque de la administración anterior, ejemplificado por su retirada de acuerdos como el de París, lo que refleja una postura más aislacionista.
En marcado contraste, la administración Trump, famosa por su doctrina de «America First», adoptó un enfoque transaccional de las relaciones internacionales. Caracterizada por disputas arancelarias y una postura escéptica hacia las instituciones globales, la política exterior de la administración adoptó una diplomacia no convencional. Por ejemplo, la imposición de aranceles a las importaciones fue una estrategia clave destinada a proteger las industrias nacionales, cosechando apoyos dentro del país. Sin embargo, este enfoque tensó al mismo tiempo las relaciones con aliados de larga data y planteó desafíos al orden internacional establecido. Al tiempo que resonaba en el ámbito nacional, la política de » America First» aumentó las tensiones a escala mundial, erosionando sin duda la confianza en Estados Unidos de sus socios internacionales y dejando a sus aliados estadounidenses.
En la perpetua evolución del panorama geopolítico, que sirve de lienzo siempre cambiante para ambas administraciones, la de Biden se encuentra enredada en las continuas complejidades de las relaciones internacionales. Encargado de sortear los retos y complejidades que plantea el establecimiento y mantenimiento de relaciones con las potencias mundiales emergentes, el equipo de Biden se enfrenta al reto de forjar vías diplomáticas que se ajusten a la dinámica cambiante de nuestro mundo interconectado.
En el otro lado del espectro, durante su último año, la administración Trump se enfrentó a una serie de pruebas sin precedentes que la pandemia del COVID-19 lanzó a la escena mundial. Estos retos imprevistos y formidables no solo pusieron a prueba la resistencia de sus dirigentes, sino que también introdujeron intrincadas capas de complejidad, remodelando la narrativa de los últimos capítulos de su administración. La pandemia actuó como un crisol inesperado, que exigió respuestas rápidas y adaptables para salvaguardar los intereses nacionales e internacionales. Como resultado, la intrincada danza de la diplomacia y la gestión de crisis se convirtió en un elemento central de su legado, dejando una huella indeleble en las páginas finales de sus respectivos mandatos. La yuxtaposición de estos distintos retos subraya aún más la dinámica contrastada que dio forma a los actos finales de ambas administraciones en la escena mundial.
Por último, a medida que la comunidad mundial navega por un paisaje en constante evolución, los legados de estas administraciones seguirán moldeando la trayectoria de la política exterior estadounidense. La dedicación de la administración Biden a la colaboración internacional y a la construcción de alianzas contrasta claramente con el enfoque más transaccional y unilateral de su predecesora.
Las conclusiones de este análisis comparativo no sólo ofrecerán una visión del pasado, sino que también sirven de brújula para comprender el papel de Estados Unidos en un mundo cada vez más interconectado. Esta influencia permanente pone de relieve el impacto duradero de estos enfoques de liderazgo sobre la posición y las responsabilidades de la nación en la escena mundial.
Fte. Modern Diplomacy (Adam Taim)
Adam Taim, doctorando en Relaciones Internacionales, se adentra en los entresijos de la política exterior estadounidense, con especial atención a Oriente Próximo. He trabajado durante más de una década como corresponsal de televisión en el extranjero, cubriendo acontecimientos políticos en como Irak, Turquía y Estados Unidos.